La escena es como para quedar paralizado. Dos indígenas dejan caer desde unos 6 metros de altura y amarrado a una soga, un costal de maya.
La carga desciende lentamente mientras abajo las manos de otra persona se izan para recibir el paquete que pareciera ser un regalo de dioses.
Y en efecto, al desatar el nudo, del costal sale un pequeño niño que sin duda se acaba de jugar la vida.
Esta situación la viven a diario tres comunidades que no tienen cómo pasar al otro lado del río San José porque el piso de la construcción se fue a tierra.
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“Alrededor de 1500 indígenas nos toca día a día así”, asegura Francisco Nacavera, líder indígena.
Frente al tema, la Gobernación de Risaralda aseguró que ya se están buscando soluciones.
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“Ya estamos haciendo un estudio y se contrató una firma con recursos del Ministerio de Transportes. El consultor va a visitar para mirar qué fue lo que pasó y que parte de puente se cayó”, afirmó Sigifredo Salazar, gobernador de Risaralda.
Para las comunidades, la falta del puente los tiene contra el río porque es la única manera de sacar los productos agrícolas que comercializan para subsistir.