El pequeño de dos años había sido raptado en abril con un perverso fin: presionar a sus padres a regresar al grupo armado ilegal.
El menor es hijo de exintegrantes de las disidencias que operaban en el departamento de Arauca, cerca de la frontera con Venezuela.
Sin embargo, tras desmovilizarse, estos manifestaron que "el niño había sido arrebatado de sus brazos el pasado 26 de abril", lo que permitió que una fuerza coordinada entre fiscales, militares y policías investigara el caso y diera con su paradero en un inmueble del municipio de Arauquita.
El bebé fue puesto inicialmente a disposición del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Una mujer fue capturada durante el operativo.
En Arauca, departamento por donde salen cargamentos de droga y contrabando hacia Venezuela, opera el Ejército de Liberación Nacional (ELN), además de disidentes de las FARC que no se acogieron al pacto de paz firmado en noviembre de 2016.
Sin un mando unificado, los disidentes de las FARC cuentan con unos 2.300 combatientes distribuidos en varios frentes y se financian principalmente con las rentas del narcotráfico y la minería ilegal, según inteligencia militar.