Solo en Sao Paulo han contratado 200 personas para enterrar a las víctimas. A la crisis se suma la renuncia del recién posesionado ministro de Salud.
“Duermo pensando en el cementerio, me levanto pensando en el cementerio, no sabemos lo que nos espera, las personas no respetan la cuarentena”, dice James Alan, que trabaja como sepulturero en Brasil, el país latinoamericano más afectado por el coronavirus con más de 14.000 muertes.
“No puedo involucrarme emocionalmente, porque entierro 30, 50 exactamente, si me involucro en cada uno, cómo voy a quedar”, afirma.
Y mientras aumentan las fosas que se cavan en el país, también se endurece la crisis política.
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El ministro brasileño de Salud, Nelson Teich, renunció por "incompatibilidades" con el presidente Jair Bolsonaro en la lucha contra el coronavirus.
El oncólogo de 62 años duró menos de un mes en el cargo. El 17 de abril había reemplazado a Luiz Henrique Mandetta, otro médico, favorable a medidas de aislamiento social que, según Bolsonaro, pueden ser peores que la enfermedad, debido a sus consecuencias económicas.
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Al asumir, Teich había prometido un "alineamiento total" con el mandatario ultraderechista, pero en los últimos días las discordancias entre ambos se hicieron manifiestas.
Según una fuente ministerial, la gota que hizo desbordar el vaso fue la presión de Bolsonaro para que el Ministerio autorizara el uso de la cloroquina en el estadio inicial del tratamiento a pacientes contagiados por el nuevo coronavirus, pese a que las pruebas con ese medicamento no se revelaron concluyentes.
El ministro sufrió un serio desplante la semana pasada, cuando Bolsonaro incluyó, sin consultarlo, a los gimnasios y peluquerías en la categoría de "actividades esenciales" que podrían permanecer abiertas en estados donde los gobernadores impusieron medidas de cuarentena o aislamiento social.
El gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, que promueve medidas de aislamiento, lamentó la salida de Teich y afirmó que Brasil se halla "a la deriva".
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"Otro ministro de la Salud, que cree en la ciencia, deja el gobierno de Bolsonaro. En el momento en que la curva de muertes por coronavirus se acelera, Brasil pierde con la salida de Nelson Teich. El barco está a la deriva. Que Dios proteja a Brasil y a los brasileños", tuiteó.
La Bolsa de Sao Paulo, que operaba sin tendencia definida, se orientó a la baja tras la renuncia de Teigh, con pérdidas de más de 1% a inicios de la tarde.
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Bolsonaro: "Es guerra"
En una reunión con empresarios el jueves, Bolsonaro pidió "jugar pesado" contra el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, que apoya las medidas de confinamiento, alegando que se trata de una "guerra".
"Un hombre está decidiendo el futuro de Sao Paulo, está decidiendo el futuro de la economía de Brasil. Ustedes, con todo respeto, tienen que llamar al gobernador y jugar pesado, jugar pesado, porque la cuestión es seria, es guerra. Es Brasil en juego", dijo.
El presidente, que llegó a calificar a la COVID-19 de "gripecita", ve inevitable que haya cierto número de muertos para evitar el colapso económico del país, en una línea similar a la del estadounidense Donald Trump.
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"Debemos tener coraje para enfrentar el virus. ¿Está muriendo gente? ¡Está! ¡Lo lamento! Pero va a morir mucha, mucha, mucha más si la economía continúa siendo destrozada por esas medidas", expresó el presidente.
Según las últimas previsiones del gobierno, el PIB de la mayor economía latinoamericana se contraerá este año un 4,7%. El FMI lleva esa proyección a -5,3%.
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Las crisis sanitaria y económica en Brasil se ven agravadas por una crisis política, después de la renuncia en abril del ministro de Justicia, Sergio Moro, la figura más popular del gobierno. El también exjuez denunció tentativas de Bolsonaro de interferir en investigaciones policiales.
Esas denuncias dieron paso a una investigación que podría conducir a una acusación de Bolsonaro por crímenes comunes, y acentuaron la presión para que el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, acepte alguno de los numerosos pedidos de impeachment que se acumulan contra el jefe de estado.