Autoridades aseguran que, pese a que se degradó a depresión tropical, las inundaciones están lejos de terminar.
El rápido aumento de las aguas ha llevado a que ciudades como Wilmington y Lumberton, ambas en Carolina del Norte, se encuentren prácticamente cercadas después de que las carreteras que llegan a ellas hayan tenido que ser cerradas.
Hasta el momento, autoridades locales, apoyados por la Guardia Costera y de militares de la Guardia Nacional, han rescatado ya a más de 900 personas en Las Carolinas.
También crece la cifra de fallecidos y son ya al menos quince personas, informaron hoy las autoridades, que indicaron que la última víctima es una persona que viajaba en una camioneta que se salió de la vía en una carretera en Carolina del Sur.
Mientras Florence se disipa en su camino hacia el noroeste, la ahora depresión tropical sigue dejando una pertinaz lluvia en la región, especialmente en la frontera entre Carolina del Norte y Carolina del Sur.
Estas previsiones hacen temer lo peor sobre el ya crecido caudal de los ríos de la región, varios de los cuales se anticipa que se puedan desbordar.
La atención está puesta en el nivel de las aguas de los ríos Cape Fear, Pee Dee, Lumber, Little River y Waccamaw, que siguen recibiendo ingentes cantidades de aguas que invaden todo lo que encuentran a su paso, ya sean campos de cultivo, carreteras o casas.
Por este motivo, las autoridades insisten en que la gente permanezca a salvo y no se circule por las carreteras, y que los que evacuaron a inicios de semana retrasen su retorno hasta que les indiquen que pueden hacerlo a salvo.
Un buen ejemplo de ello es el mexicano Carlos Rodríguez y un grupo de compañeros de trabajo que adelantaron su viaje de regreso a casa desde el estado de Georgia, a donde habían evacuado, pero se encontraron cerradas todas las carreteras que intentaron para llegar a Wilson, en Carolina del Norte.
"No vemos la manera de seguir. Todas las carreteras por las que hemos intentado llegar a casa están cortadas", dijo a Efe este trabajador de campos de tabaco que no descarta la posibilidad de rendirse y esperar a que bajen las aguas para intentarlo de nuevo.
Para ello debe intentar cruzar los alrededores de Lumberton, ciudad que se ha visto inundada por la crecida del río Lumber y que está prácticamente cercada, según pudo comprobar Efe.
Y las carreteras cortadas significan casi necesariamente autos que intentan cruzar las balsas de agua y alguno de ellos no lo consigue.
A primera hora de la mañana y después de rescatar con una lancha a un joven que se había quedado atrapado en su vehículo, Robbie McDaniels, presidente del Escuadrón de Rescate de la ciudad de Latta, en Carolina del Sur, explicaba que iba a ser una dura jornada.
"Es la primera persona que rescatamos hoy, pero te aseguro que serán muchas más. Casi todas las carreteras de la zona están cortadas", aseguró.
Pero estas vías no solo son pequeñas carreteras locales o comarcales, sino que la I-95, que recorre la costa este del país desde Miami hasta Canadá, y la I-40 están cortadas en varios tramos, dejando a los cerca de 120.000 habitantes de Wilmington atrapados y sin poder recibir ayuda por carretera.
La parte sur de la mayor ciudad del estado, Charlotte, con unos 750.000 residentes, está también bajo alerta de inundaciones repentinas por parte del Servicio Nacional de Meteorología.
El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, señaló en rueda de prensa que la parte oriental del estado registra "significativos daños" debido a las lluvias y cerca de 700.000 personas están sin electricidad.
El máximo dirigente de Carolina del Sur, Henry McMaster, dijo hoy que siguen con atención el cauce de los ríos del estado norteño que navegan hasta su región y pidió a los residentes en zonas bajas que abandonen sus casas hasta nueva orden.
Por su parte, el presidente Donald Trump, que se espera que pueda viajar a la región a lo largo de la próxima semana, expresó el "respaldo total" del Gobierno federal a la región y los equipos de rescate.
Updated: septiembre 16, 2018 07:23 p. m.