Escándalos con marihuana y hasta un disfraz nazi lo llevaron a estar en el ojo del huracán. Pero no todo es malo, pues su labor humanitaria es de resaltar.
El príncipe Enrique, hijo pequeño del príncipe Carlos y Diana de Gales, se casa este sábado con la estadounidense Meghan Markle y pone fin a su fama de miembro más rebelde de la familia real británica.
El nieto de la reina Isabel II, sexto en la línea de sucesión a la corona británica, de 33 años y capitán veterano del Ejército, se hizo popular desde su adolescencia por su afición a fiestas y escándalos que salpicaron a la casa de Windsor.
Harry, según fuentes cercanas, ha madurado y sentado la cabeza gracias a su futura esposa, al tiempo que ha abrazado un estilo de vida más saludable, reduciendo su consumo de comida rápida, alcohol y tabaco.
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Su relación con Markle, exactriz y divorciada, fue confirmada por la casa real en noviembre de 2016, en un comunicado donde se pidió respeto para la privacidad de ella, por culpa de las portadas y el acoso mediático al que la pareja había sido sometida.
La primera aparición oficial de los dos se produciría en mayo del año pasado, cuando ella asistió a un partido de polo en Berkshire, Reino Unido, para verlo jugar.
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En noviembre de 2017 la pareja confirmó su compromiso, con vistas a un enlace al que la reina ya concedió su bendición.
Nacido el 15 de septiembre de 1984 en Londres, dos años después que su hermano mayor, Guillermo, sus primeros años están marcados por la decisión de su madre, Diana Spencer, de darles a sus hijos una infancia más "normal" que la de los miembros de la realeza.
Harry y Guillermo fueron así los primeros de la familia en asistir a una escuela privada de educación infantil, ya que, históricamente, se contrataba a una institutriz dentro de palacio.
Ambos siguieron también la tradición de la familia Spencer y cursaron la secundaria en el colegio elitista de Eton, a las afueras de Londres, en vez de ir a Gordonstoun, en Escocia, al igual que su padre y abuelo, duque de Edimburgo.
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Además, Diana de Gales fue conocida por las actividades que hacía con sus hijos príncipes, puesto que los llevaba a comer hamburguesas a McDonald's o de viaje a las atracciones de Walt Disney World.
Con 13 años, el fallecimiento de su madre en un accidente de tráfico en París, en 1997, fue un trauma que cambió a Harry.
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En 2005, el príncipe ingresó como alférez en el regimiento de caballería británico -Household Cavalry- y fue destinado a Afganistán cuando todavía era tercero en la línea de sucesión.
La primera vez sirvió como encargado del control aéreo avanzado, en 2007, pero su vuelta al Reino Unido se aceleró tras la filtración de su posición a la prensa, mientras que, en 2013, regresó para un despliegue de 20 semanas como piloto de helicóptero Apache.
En marzo de 2015 abandonó la carrera militar con el rango de capitán, pero ha seguido vinculado mediante la organización de los "Invictus Games", juegos donde anualmente participan veteranos de guerra y personal de las fuerzas armadas heridos en combate.
Años más tarde, Harry calificó su década en el Ejército como la mejor época de su vida y dijo que su presencia en Afganistán le permitió enfrentarse a la pérdida de su madre.
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Sin embargo, la fama de rebelde comenzó en 2002 cuando fuentes de palacio confirmaron que un Harry adolescente había experimentado con el alcohol y el cannabis, llegando a hacer una visita de un día a una clínica de rehabilitación con 17 años.
Su mayor escándalo se produjo en 2005, cuando, con 21 años, fue cazado por los paparazzi, con un uniforme nazi en una fiesta privada de disfraces, acontecimiento por el que se disculpó mediante un comunicado en el que lamentó su "mala decisión".
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En 2012 el tabloide estadounidense TMZ publicó unas fotografías del príncipe desnudo en una fiesta privada en Las Vegas, en un viaje que hizo tras ejercer de embajador en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres en representación de Isabel II.
Sus coqueteos con las drogas blandas, sus abusos esporádicos del alcohol y su pasión por las fiestas le ganaron a Harry una fama de conflictivo que convenía cambiar.
Esta popularidad se ha revertido debido a su actividad filantrópica y a su participación en organizaciones caritativas de ayuda a veteranos o a huérfanos y enfermos de sida de África, en una serie de inquietudes humanitarias que aprendió de su madre.
En 2017, Harry reveló haberse planteado renunciar a su papel en la familia real pero decidió continuar por respeto a su abuela y, tras años de luchas internas, aceptó su posición en la monarquía.
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Una senda de madurez y compromiso que culminará con la celebración de su boda el próximo sábado en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, a las afueras de Londres.
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