Se extraen de raíces, tallos, hojas y flores de las plantas y sus aromas traen beneficios en cuanto a alimentación, sueño y recuerdos, entre otros.
Los aceites esenciales se clasifican en estimulantes, equilibrantes y relajantes.
“Los estimulantes ayudan a activar la mente, a estar activos, concentrados, dinámicos”, explica José Miguel Riviere, especialista en aromaterapia.
Los equilibrantes, señala, “calman la ansiedad de comer, equilibran las emociones, si estoy deprimido, me dan ánimo, si estoy acelerado, me dan armonía”.
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Los relajantes tienen una acción sedante, dan sosiego e inducen al descanso.
Los aceites esenciales se pueden aplicar sobre la piel, ya que la hidratan y nutren por sus propiedades antioxidantes.
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