Fue en la iglesia La María, ubicada en el sur de Cali. De allí, el Ejército de Liberación Nacional, ELN, se llevó a la fuerza a 194 personas.
Era domingo, 30 de mayo de 1999, la iglesia aún no estaba construida y los feligreses se reunían en esta capilla. A las 10:45 de la mañana, ingresaron hombres fuertemente armados fingiendo ser miembros de la fuerza pública y advirtiendo que debían evacuar por una supuesta bomba.
“Creo que eran 100 hombres armados y nos sacan de la iglesia, era una cosa que no podíamos creer y nos decían: ‘Súbanse a los camiones’, forzándonos y nosotros no queríamos y yo entendí que era un secuestro cuando dispararon al aire”, recuerda Isabella Vernaza, víctima del secuestro.
Un total de 194 personas, entre mujeres, hombres, niños y adultos mayores, fueron llevadas en camiones hacia las montañas de Jamundí, para la mitad de ellos la travesía se convirtió en un calvario de varios meses.
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“Los primeros que soltaron, más los 74 que soltaron ese día, más los 30 y pico que soltaron 15 días después, los soltaron porque no tenían cómo manejar ese volumen de rehenes, pero los que quedamos después, todos pagamos por nuestra liberación”, dice Vernaza.
Diego Arias, investigador del Centro de Memoria Hhistórica, afirma que esto significó también el punto de partida de las grandes movilizaciones contra el secuestro y las exigencias de libertad.
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Aunque se supo que este plagio fue con fines extorsivos, las víctimas acordaron nunca revelar las cifras que pagaron a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, ELN.
“Terminó siendo un secuestro extorsivo, pero por la naturaleza del hecho mismo, del impacto político y social, fue muy dramático en la sociedad colombiana”, sostiene Arias.
Juan Daniel Otoya, quien para esa época tenía 11 años de edad, asegura que no ha podido reponerse del secuestro suyo y el de sus padres, pero encontró en el arte la forma de ir sanando su corazón.
“Para un niño es una experiencia terrorífica, realmente no puedo expresar lo que se siente reconocerlo, hablar de eso, pintarlo básicamente, de cierta forma, sí lo saca de uno, ya una vez se le da un cuerpo a eso, ya se entiende como algo”, explica Juan Daniel.
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Hoy, 20 años después del trágico hecho, se programó una eucaristía en la iglesia La María, donde se hará la entrega de la obra “Pintar para no olvidar”, en compañía de las víctimas y el párroco que presenció el histórico hecho.