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Viaje al infierno: así se infiltraron estas hermosas policías en peligrosa olla

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En esta calle del centro de Bogotá, por donde transitan a diario todo tipo de personas, traficantes de drogas, prostitutas, habitantes de la calle, adictos, gente común y corriente y hasta empresarios, cuatro hermosas jóvenes se hicieron pasar como estudiantes.
Una de ellas es una oficial de la Policía, de 20 años, quien explica su misión.
“Hacer el ingreso de la zona de San Bernardo y entrar a la olla, donde según muchas historias se presentaban personas desparecidas”.
Para ingresar, ella y su grupo tuvieron una preparación.
“Empezamos a hacer contactos con psicólogos y psiquiatras para que nos digan cómo es la forma del ser humano cuando consume drogas, ácidos, marihuana. Ellos nos dicen cómo debemos mirar, actuar, caminar”.
Luego, se caracterizaron.
Hay muchos estudiantes de los colegios cercanos, muchos universitarios, vimos gente de corbata. En el caso de las mujeres nos dimos cuenta de que hay niñas bonitas, que estaban dentro del sector, que se maquillaban muchísimo, llevaban peinados muy llamativos”.
Y llegó la hora de espiar a los traficantes.
“Ingresamos. El sentimiento es algo tremendo porque es como si estuvieras entrando al infierno, indigentes en la calle, menores consumiendo, mujeres embarazadas consumiendo y vendiendo, niños de brazos en medio del humo de marihuana y bazuco. Es chocante, es la degradación humana por completo”.
Con su belleza e inteligencia ganaron la confianza de los jefes de la banda.
“Identificamos los objetivos…el comportamiento de ellos cuando entraba la Policía, qué hacían, cómo actuaban. Allá dentro los que mandan son los líderes de las ollas. Allá no hay atracos, no hay riñas”.
Su compañera, una patrullera, tenía una labor más complicada, entrar y salir las mismas veces que la mujer que seguía, una de las jefes de la organización.
“Y yo pensaba qué iba a pasar conmigo; uno mantiene con el síndrome del quemado, es eso que tú sabes que sigues a esa persona y si esa persona te mira crees que ya te descubrió y eso no es así”.
¿Pero ya tan cerca de los jefes de la organización, quienes saben que están ahí para consumir drogas, les toca consumirlas? Escuchen la respuesta.
“Lo que hacemos es comprar cigarrillos y como en la zona está impregnada el olor de la marihuana el ‘cripi’, el bazuco pues no se hace necesario consumir esas sustancias”.
Todo esto lo hacen, incluso, a escondidas de sus seres queridos.
“Le comento a mami ‘estoy en una operación no puedo hablar por teléfono’ y no le cuento nada y nunca lo va saber”.
Cada una cumplió a cabalidad su misión, lo que permitió al grupo uniformado realizar una redada en el sitio, que dio con la captura de 14 policías y 14 civiles.
“Queremos es aportar a la sociedad para que cambie un poco y se dé cuenta de que somos más los policías buenos”.
Mientras que estas mujeres de la Dijín hoy se encuentran fuera del país, a todos los detenidos un juez les dictó medida de aseguramiento.

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