Desde las 6:00 de la mañana el panorama en el servicio de transporte público en Bosa es desolador. Buses atiborrados de pasajeros y sin el más mínimo distanciamiento social son el pan de cada día en esta localidad del suroccidente de Bogotá .
¿Pero por qué los ciudadanos se exponen así? ¿Por qué no esperar otro bus?
“Porque hay mucho tráfico y no podemos llegar tarde al trabajo”, responde una pasajera.
Como ella son cientos los trabajadores humildes que por no llegar tarde al trabajo o ser despedidos se suben a los vehículos repletos y se exponen a contagiarse de COVID-19.
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Lo más preocupante es que a los transportadores parece no importarles, principalmente a quienes conducen los buses del SITP provisional, que se pagan en efectivo, pues a mayor número de pasajeros, más dinero gana el conductor y el dueño del vehículo.
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Según un estudio de la Universidad de los Andes, los más pobres se contagian más de COVID-19 y ocupan más camas UCI, debido a la desigualdad socioeconómica.
Al ver el panorama de Bosa estas estadísticas cobran más sentido.
Mientras, la presencia de las autoridades en el sector para hacer control es nula.