María Tamani Tascón, representante de la comunidad indígenas Embera Chamí, a la que pertenece la niña abusada sexualmente por siete soldados en el departamento de Risaralda, asegura que su corazón le duele, por la injusticia y la maldad que persigue a los más pequeños.
“Uno siente pesar que nuestras niñas en el campo no pueden salir tranquilamente por ahí”, señala María.
Algunas frutas fueron la representación de perdón a la madre tierra, dicen que cuando se viola a una niña de su comunidad también se le hace lo mismo a la naturaleza.
“Cuando violan una mujer, violan la naturaleza, estamos violando a la madre. La tierra ya fue declarada por organizaciones como un ser viviente y deben tener las mismas consideraciones, el mismo cuidado y respeto”, expresa Gabriel Jaramillo del pueblo Nutabe.
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Las comunidades hicieron un llamado al gobierno departamental y local para que brinden todas las garantías que hagan respetar los derechos de los niños.
“La invitación es convocar a Medellín, Antioquia y Colombia al suma causa y al vivir bien como propuesta al respeto integral a la vida y especialmente al respeto hacia nuestras autoridades tradicionales, la infancia y la mujer”, dice José Adalberto Muyuy, gobernador del cabildo Inga y Kamtsa.
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Al finalizar esta actividad, aseguraron tener certeza de que sus dioses ancestrales los escucharon y dignificaron el valor de las niñas y mujeres de sus comunidades.