El director de Afrodes habló sobre la campaña #LideraLaVida y la situación de los líderes sociales de su comunidad actualmente.
Córdoba es presidente de la Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados y su papel lo ha llevado a ser blanco de múltiples atentados contra su vida.
Su labor de liderazgo comienza en Riosucio, Chocó, siendo representante legal de la Asociación Campesina del Bajo Atrato y continua en Bogotá tras ser desplazado. Es en la capital donde organiza a las víctimas desplazadas y crea Afrodes.
Así fue la entrevista de Germán Espinel con Marino Córdoba:
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Germán Espinel:¿Cómo va la campaña #LideraLaVida?
Marino Córdoba: La campaña va muy bien. Nosotros acabamos de llegar con la ONIC (Organización Nacional de Indígena de Colombia) de Washington. Allí estábamos haciendo una gira para hablar de #LideraLaVida y sobre los líderes sociales asesinado recientemente. También estábamos buscando apoyos para crear nuevas estrategias.
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G.E: ¿Cómo ve el respaldo allí en Washington?
M.C: El respaldo de los congresistas es evidente. Hay una gran solidaridad porque ellos no entienden cómo, después de firmarse un acuerdo de paz, son los hombres y mujeres de paz los que son asesinados. Lo que necesitamos es sumar más voces de rechazo en contra del asesinato de estos líderes.
G.E: ¿Cómo está la población afro frente a este tema de líderes sociales?
Ninguna de las organizaciones llevamos una base de datos y ahí tenemos una dificultad. Cada organización tiene sus propias estadísticas que difieren entre sí. En nuestro caso creemos que el asesinato de los líderes afro e indígenas ascienden al 40% del total que hay en el país. Incluso la cifra puede ser más alta porque ocurre en los departamentos donde son mayoría esta población: Chocó, Cauca y Valle del Cauca. Es realmente triste que tengamos que estar contando cada muerte.
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Y es que cada asesinato deja un gran vacío en nuestras comunidades. Formar a cada líder cuesta una cantidad de tiempo, recurso y esfuerzo a la comunidad. Además, ellos son trasformadores de realidades. Cada uno lucha para solucianar los problemas de su comunidad como deforestación, agua insalubre e incluso el mercurio que hay en los ríos por minería ilegal.
G.E:¿Reciben remuneración estos líderes sociales?
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M.C: No, los líderes sociales no reciben remuneración. A penas recibimos un apoyo cuando somos invitados a eventos.
G.E:¿Qué tiene que ver el racismo con la muerte de líderes sociales? ¿Sigue siendo Colombia un país racista?
M.C: No asociaría el asesinato de los líderes con racismo, creo que es más por sus activismo y la defensa de derechos de su comunidad. No hemos observado acciones directas de racismo. Aunque debo mencionar que en Bogotá, nosotros -Afrodes- hemos experimentado asesinatos de jóvenes por racismo en Soacha. Nuestros líderes los asesinan por ser negros cuando pasan una frontera invisible.
Hay otro tema y es que no solo está el asesinato de los líderes sociales, también tenemos el desplazamiento forzado de las comunidades indígenas y negras del Pacífico. Allá hay un tema que es el olvido histórico de esas comunidades. Yo creo que ahí sí puede haber algo de discriminación racial.
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G.E: ¿Qué debe hacer un líder social que está siendo amenazado?
M.C: Esa es una gran pregunta a la que nos quedamos sin respuesta: ¿a quién acudir?
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Tenemos un gran problema y es que las amenazas están llegando por segundo y a montón: panfletos, WhatsApp, correo electrónico y llamadas. Hay muchas formas de amenazar a un líder y no hay investigación. Nosotros siempre les decimos que vayan a las autoridades y denuncien -vaya a la Fiscalía, vaya a la Policía, Vaya a la Personería-. Pero los líderes tienen miedo que sus denuncias se filtren a los grupos armados y sean asesinados. Y es que han existido ocasiones en que hay complicidad entre los grupos armados y los funcionarios. Y en otras ocasiones las denuncias se demoran hasta cuatro meses en responder.
Nosotros tenemos una gran pregunta y es ¿Quién responde de forma inmediata a los líderes que son amenazados? Es imposible que en Bogotá se siga creyendo que en el Chocó se necesite un chaleco antibalas, un celular -en donde muchas veces no llega la señal- o de un botón de pánico -cuando la Policía se tarda horas en llegar-. Debe haber es medidas colectivas que deben ser discutidas con cada una de las comunidades. Yo invito a la Unidad Nacional de Protección a que salga de Bogotá y genere dialogo en el territorio.