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El esloveno Tadej Pogacar se enfundó el maillot estrellado de campeón de Europa de ciclismo en ruta, tiene también el arcoíris mundial, tras exhibirse de nuevo desde lejos en la exigente prueba de 202,5 kilómetros de recorrido por los departamentos franceses de Ardèche y Drôme.
Esta vez el recital de Pogacar (27 años), que en el Mundial de Ruanda fue de 105 kilómetros, se quedó en 75 kilómetros desde que se deshiciese del belga Remco Evenepoel, su gran rival, en el tercer y último paso por el alto de Saint-Romain-de-Lerps (7 kilómetros al 7,3%), punto clave de la carrera.
Remco Evenepoel se quedó en un cuarteto perseguidor, pero tuvo decisión y fuerzas para atacar a sus tres compañeros y asegurarse, tras 38 kilómetros también en solitario, la medalla de plata. Remco incluso le recortó más de un minuto a Tadej del 1.37 que cedía cuando dejó a sus compañeros de grupo.
El bronce se lo llevó el joven local francés Paul Seixas (19) tras asfixiar en el último muro, la Cote de Val d’Enfer (1,7 kilómetros al 9,3%), al italiano Christian Scaroni (27), cuarto, y el español Juan Ayuso (23), quien, desfondado, perdió al final una plaza y acabó sexto.
Soñó el español con el bronce durante muchos kilómetros, pero le pasó como hace semana en Kigali, donde fue octavo, cediendo al final incluso más posiciones de las esperadas. Pero dio la cara en todo momento como líder del equipo dirigido por Alejandro Valverde y sumó dos Top 10 en el Mundial y el Europeo, notable balance siendo protagonista de las carreras para su debut como jefe de filas de la selección española.
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Pogacar (27 años) ganó con un tiempo de 4 horas, 59 minutos y 29 segundos, a un promedio de 40,57 km/hora, una ventaja de 30 segundos sobre Remco Evenepoel y 3' 41'' respecto a Seixas. Scaroni cedió 4' 04'' y Ayuso terminó a 4' 21'', tras ser superado en la recta final por el letón Toms Sjkujins, este a 4' 16'' del campeón.
A Pogacar le ayudaron a ir subiendo sus diferencias a medida que iba acercándose a la meta cierta falta de entendimiento en el cuarteto perseguidor y las tres subidas a la Cote de Val d’Enfer, un muro en los que tan bien se desenvuelve el esloveno. Aunque al final le recortó tiempo Evenepoel, si bien sin opciones de cazarle.
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La última de esas subidas, a 6,5 kilómetros de meta, estaba situada para decidir el ganador, pero quien iba a enfundarse el maillot de campeón de Europa, un trofeo que va ganando cada vez más prestigio e importancia, se sabía mucho antes.
Lo que sí decidió ese muro fue el bronce, que se llevó el nuevo fenómeno francés, Seixas, para felicidad de casi todos los que siguieron la prueba en las carreteras.