McCaul precisó que el presunto atacante vestía uniforme militar de Estados Unidos, aunque no se sabe todavía si estaba en activo.
La base militar aseguró haber recibido informaciones de que el tirador murió "aunque no está confirmado", señaló en un comunicado.
Otras fuentes apuntan a que el autor del tiroteo se habría suicidado, mientras que la afiliada en Dallas de la cadena de televisión NBC aseguró que de los ocho heridos, cuatro están en situación crítica.
Algunos medios también han identificado al atacante como Ivan López, de 25 años, sin que las autoridades hayan confirmado el dato.
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El canal local de televisión KCEN citó fuentes que identifican al atacante como un hombre vestido con un uniforme de combate militar, que llevaba un arma de calibre 45 y conducía un vehículo.
Agentes de la Oficina del Aguacil del condado, del FBI y del Departamento de Seguridad Pública de Texas acudieron a la zona para acordonar el perímetro de la zona, añadieron los medios locales.
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La primera llamada de alerta fue a las 16.30 horas de la tarde (21.30 GMT) y a las 17 horas las autoridades de la base hicieron un tuit de alerta para que todo el personal tomará refugio y sus operarios se movilizaran ante la alerta.
Advirtieron también a los militares de que cerraran puertas y se mantuvieran alejados de las ventanas, y a los estudiantes del campus de la zona de que evacuaran las aulas.
Los militares recibieron órdenes para que apagaran los teléfonos móviles, según testimonios recogidos por los medios locales, lo que se explica para que no saliera información de la base y las primeras investigaciones quedaran garantizadas.
Durante las horas posteriores, familiares de los militares se concentraron en una de las entradas de base, en el centro de visitantes, a la espera de noticias y con el recuerdo todavía latente de otro tiroteo registrado en esas mismas instalaciones militares que en 2009 causó 13 muertos y más de 30 heridos.
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La tragedia de 2009, todavía reciente en la mente de los habitantes de esta base de 53.400 habitantes, marcó las primeras reacciones políticas.
"Cualquier tiroteo es preocupante. Obviamente este ha reabierto el miedo por lo que ocurrió en Fort Hood hace cinco años. Estamos devastados de que algo así quizás haya ocurrido de nuevo. No quiero comentar los hechos hasta que no sepamos exactamente qué ocurrió", dijo el presidente de EE.UU., Barack Obama, desde Chicago, donde participa este miércoles en varios actos.
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Añadió que "no sabemos todavía qué es lo que ha pasado, pero obviamente la sensación de seguridad se ha vuelto a romper una vez más. Necesitamos saber exactamente qué ocurrió".
El secretario de Defensa, Chuck Hagel, aseguró en una rueda de prensa en Hawai que se trata de "una tragedia terrible".
"Sabemos que hay muertos y heridos, pero no tenemos todos los detalles de los hechos, están bajo investigación", indicó el jefe del Pentágono, que aseguró que "obviamente, cuando tenemos este tipo de tragedias en nuestras bases, eso quiere decir que algo no funciona".
La base militar de Fort Hood es una de las más grandes del país y a la que llegan de regreso los soldados que han cumplido servicio en Afganistán, fue escenario, en noviembre de 2009, de una matanza de trece personas por parte de un psicólogo militar musulmán.
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El personal militar de la base, encargado de la seguridad en el interior del recinto, sigue los protocolos que se reforzaron desde el tiroteo que ocurrió en un centro militar conocido como Navy Yard, en Washington, en septiembre de 2013, en el que hubo 13 muertos .