Una de cada diez lesiones por artefactos pirotécnicos se produce en los ojos. A Jaime Ruiz le ocurrió cuando tenía 17 años.
Han pasado 48 años y este abogado no puede esconder los efectos de haber manipulado pólvora: “se me explotó en las manos”.
A pesar de perder estas extremidades, el ojo izquierdo y la visión en el derecho, cree que tuvo suerte: “ninguna persona es invulnerable, nadie está exento”.