Joe Cameron cuenta que no se da cuenta cuando se corta, se pega o se lastima. “Pensé que era torpe”, afirma.
Ella padece analgesia congénita, una condición con la que nace una persona por cada millón de habitantes y que no tiene tratamiento ni cura.
Pacientes como Joe Cameron, además, no perciben cambios de temperatura, pueden perder el olfato y registran poca producción de lágrimas y sudor.
Estas personas, sin embargo, pueden tener en sus genes la respuesta para quienes sufren de dolor crónico.
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