María Andrea Cachiotis es médica de hospitalización en una clínica del norte de Cali. Tiene 27 años y se describe como una mujer muy sana.
Hace 20 días el coronavirus COVID-19 arremetió contra su cuerpo en la versión más agresiva. Pese a no tener ninguna comorbilidad, la doctora rápidamente pasó de una fiebre, a una unidad de cuidado intensivo (UCI).
“No sabes si es de día o de noche. Lo puedo describir como una impotencia muy grande, porque no sabes qué va a pasar y vives en esa incertidumbre”, expresó la joven.
María Andrea estuvo diez días aferrada a su fe inquebrantable y dependiendo de múltiples equipos médicos para sobrevivir.
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De acuerdo con Martín Ocampo Posada, el médico internista que atendió su caso, la médica estuvo “críticamente enferma, bajo maniobras de ventilación mecánica no invasiva, con un dispositivo de cánula de alto flujo y auto pronación”.
La galena convertida en paciente asegura que fue ese estado crítico lo que le hizo entender que debía recuperarse para dar un mensaje a los jóvenes sobre esta enfermedad.
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“Es real, es algo malo, es algo que no sabemos cómo se está comportando, no tiene un patrón claro, te puede matar. Simplemente te mata y acaba con tu vida en cuestión de horas”, dijo.
Después de casi 15 días de desafío, la joven volvió a respirar por sí sola, lo que le permitió salir de la UCI y coincidencialmente celebrar otro año más de vida.
María Andrea fue dada de alta de la clínica donde tantas veces luchó por salvar vidas y también donde salvaron la suya.