El perro sirvió once años a la institución en Risaralda y durante ese tiempo logró la incautación de más de once toneladas de cocaína.
“Duele mucho porque más que un amigo es un compañero de trabajo que todos los días nos recibía con alegría, con sus ladridos; así mismo nos acompañaba a todos lados y duele mucho porque es como si fuera un hijo”, reconoció su compañero, el subintendente Diego Parra.
Elro, dicen miembros de la institución, era el más querido por los niños por su carisma.