Las canchas de barro, los balones pesados y las canilleras improvisadas eran parte del fútbol de antaño, cuando Roberto Meléndez jugaba como ninguno, según quienes lo vieron en la cancha.
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En su época, la pasión por el deporte era el motor que impulsaba a los jugadores, quienes competían con fervor en torneos barriales y soñaban con alcanzar la gloria en las ligas departamentales.
Mike Fajardo, periodista deportivo, cuenta que el fútbol ha cambiado significativamente porque “hoy en día el balón va más con la tecnología, desarrolla una mayor velocidad al margen del peso de la circunferencia, de lo que es reglamentario. Anteriormente, era un balón que era más grande, mucho más pesado, poco accesible para manejarlo por momentos. Yo diría que más rústico”.
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Otro de los que habló en Expediente Final sobre cómo eran los balones en los tiempos de ‘el flaco’ Meléndez fue Guillermo Ruíz, estadígrafo e historiador del fútbol colombiano: “La pelota era - cuando llovía - como levantar un muro y le metían la cabeza. Eso tenía un pitorro, usted metía la cabeza y le quedaba un chichón”.
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Ruíz también comentó cómo los guayos fabricados por zapateros eran tan rudimentarios que dejaban marcas en las piernas de los jugadores.
“Un balón y unos los implementos que no eran los mejores del mundo. Inclusive, los zapateros de aquella época empezaron a hacer guayos con una ordinariez impresionante, porque le ponían unos taquitos que tenía puntillas y no eso era terrible”, puntualizó el historiador.
Las historias alrededor del juego del recordado Roberto Meléndez, leyenda del fútbol con cuyo nombre fue bautizado el estadio de Barranquilla, sirven como un recordatorio de las raíces del balompié nacional.
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Vea el capítulo completo del Expediente Final de Roberto Meléndez: