
La reciente noticia sobre la lamentable muerte del Papa Francisco ha generado muchas preguntas sobre el rumbo que tomará el Vaticano y la Iglesia Católica, además de los protocolos para elegir a su sucesor y los nombres que ya empiezan a mencionarse. Una duda que se hace presente en redes sociales es sobre la ausencia de una mujer al frente del Vaticano, algo que aparentemente nunca ha sucedido a lo largo de la historia.
Aunque la Iglesia católica, y especialmente el Papa Francisco ha reconocido la dignidad e importancia de la mujer en distintos ámbitos, nunca se ha permitido que una mujer acceda una posición de tanto poder como el papado; esta restricción ha sido tema de debate tanto dentro como fuera del mundo religioso.
Ahora, en medio del duelo, una antigua historia que ha causado curiosidad y controversia durante siglos vuelve a cobrar importancia: la leyenda de la papisa Juana, una mujer que habría llegado a ocupar el trono de San Pedro disfrazada de hombre.
La leyenda de la Papisa Juana
Según la historia, en la Edad Media una mujer logró llegar al trono papal disfrazada de hombre. La leyenda dice que vivió en el siglo IX, se vestía como un hombre para poder estudiar y fue tan inteligente y respetada que terminó siendo elegida como papa entre los años 855 y 857.
Sin embargo, todo terminó cuando, durante una procesión pública, Juana dio a luz, revelando así su identidad femenina. La sorpresa fue tal que, según diferentes versiones, murió asesinada por la multitud o se retiró a un convento. Desde entonces, su historia ha sido rechazada por la mayoría de historiadores, aunque todavía se cuenta.
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A esta mujer se le conoce como Juan el Inglés (Ionannes Anglicus), y aunque muchos la consideran solo un mito, su relato se ha usado tanto para advertir sobre los límites de las mujeres en la Iglesia como para criticar al poder del Vaticano desde afuera.

En el siglo XIII comenzaron a aparecer las primeras versiones escritas de esta leyenda. Tres autores de la época -Jean de Mailly, Esteban de Borbón y Martín de Polonia- contaron historias muy similares, aunque cada uno con detalles propios.
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Según estas versiones, Juana nació en Alemania, de padres ingleses. Siendo joven, huyó con su pareja y se hizo pasar por hombre para estudiar en Atenas. Allí fue una destacada estudiante y más tarde llegó a Roma, donde se convirtió en profesora y, luego, en un clérigo respetado.
Por su sabiduría e integridad fue ascendiendo dentro de la Iglesia, hasta que finalmente la eligieron papa. Sin embargo, mantuvo su relación amorosa en secreto y terminó embarazada. Cuando dio a luz en plena calle, su verdadera identidad quedó al descubierto.
Con el paso del tiempo, el relato fue cambiando y sumando distintos elementos. Algunos autores de la época la pintaron como una mujer sabia, otros la mostraron como una figura vergonzosa. Escritores como Boccaccio o Petrarca añadieron incluso elementos sobrenaturales exagerados, como lluvias de sangre o langostas gigantes cuando se descubrió que era mujer.
A pesar de todo, no hay pruebas históricas sólidas de que la papisa Juana haya existido. La Iglesia católica nunca la ha incluido en la lista oficial de papas y muchos estudiosos aseguran que su historia es un mito usado con distintos fines según la época, especialmente la de "desmeritar" a la institución católica.
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En todo caso, su leyenda sigue viva en libros, películas y debates modernos, específicamente cada vez que se discute el rol de las mujeres dentro de la Iglesia. Y aunque no hay señales de que el Vaticano considere alguna vez elegir a una mujer como papa, la historia de la papisa Juana sigue siendo un símbolo para quienes luchan porque la mujer tenga roles más relevantes dentro de la religión.
¿Por qué una mujer no puede ser sumo pontífice?
El Código de Derecho Canónico, que es el que recoge las normas y reglas que sigue la Iglesia, establece que solo un varón puede ser elegido papa, ya que debe reunir los requisitos para ser obispo de Roma, y el episcopado está reservado únicamente a hombres. Esto implica que una mujer no puede acceder al pontificado, pues no puede ser ordenada como obispa ni, por tanto, elegida como sucesora de Pedro.
Además, la Iglesia Católica sostiene que el papa debe ser parte del clero ordenado, lo que requiere haber sido sacerdote previamente. Dado que el sacerdocio ministerial está reservado a los hombres, ninguna mujer puede cumplir con esta condición. Aunque ha habido avances y el Papa Francisco fue un gran defensor en la inclusión de mujeres en otras funciones eclesiásticas, como en el Consejo de Economía del Vaticano, el papado permanece exclusivamente masculino, por lo que por el momento esto parece imposible.
¿Por qué una mujer no puede ser sacerdote?
De acuerdo con ACI Prensa, la Iglesia Católica considera que no tiene autoridad para conferir el sacerdocio ministerial a mujeres, como lo reafirmó Juan Pablo II en la carta Ordinatio Sacerdotalis hace más de 30 años. Según esta postura, la elección de solo hombres por parte de Cristo para que fueran sus apóstoles no fue fruto de condiciones culturales, sociales o discriminación de género, sino una expresión de su voluntad divina.
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Aunque se reconoce la igualdad de dignidad entre hombres y mujeres dentro de la fe, el sacerdocio ministerial no se considera un derecho, sino una vocación específica determinada por Dios. Por ello, las mujeres participan activamente en la Iglesia a través de otros servicios, pero sin acceder a la ordenación sacerdotal.