La comunidad recurrió a esta práctica desesperada, para intimidar a los indisciplinados que insisten en salir de casa e incumplir con el distanciamiento social.
Espantar a los irresponsables, eso es lo que pretenden los fantasmas que rondan ahora las calles de la pequeña localidad de Kepuh, en Indonesia, el segundo país asiático más golpeado por el coronavirus COVID-19 .
En realidad, son voluntarios a los que visten de pocong, una especie de representación de los espíritus de los muertos, para que salgan a patrullar las calles y disuadan a los jóvenes, especialmente, de andar por ahí, a riesgo de contagiarse o contagiar a alguien más.
Recurrir a la superstición dio frutos en un comienzo, sin embargo, algunos de los que incumplen la cuarentena ya se han familiarizado con sus fantasmas y hasta se les acercan en busca de una selfie.
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