Un proyecto de la Universidad de Columbia pretende aprovechar las reacciones químicas que producen los restos al descomponerse.
Cementerios como el de Brooklyn llegaron al máximo de su capacidad. Ya no caben allá más muertos.
Ante este fenómeno, que se repite en muchos lugares del mundo, investigadores de la Universidad de Columbia están buscando alternativas para ofrecer a los dolientes a la hora de enterrar a un ser querido.
Karla Rothstein es fundadora del ‘Deathlab’ donde diseñan nuevas opciones. Una de ellas es un recipiente en el que se depositan los restos humanos y que se ilumina gracias a las reacciones químicas de la descomposición que crea energía.
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"La luz se iluminará y se atenuará lentamente al concluir el proceso de descomposición. En ese momento habrá una pequeña cantidad de restos inorgánicos. Esos restos se pueden recolectar y entregar a la familia", explica Rothstein.
Después de que la luz se apague, el recipiente será reutilizado.
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La idea es instalar estos tributos en parques y otros lugares públicos, inclusive en los cementerios.
“Se están presentando muchas opciones innovadoras y la mayoría de ellas probablemente sean bienvenidas", indica Richard Moylan, presidente del cementerio de Greenwood.
Los diseñadores del Deathlab dicen que aún están desarrollando la idea que cambiaría la manera como somos enterrados.