Lo hizo en su nuevo documento publicado este martes, tras el Sínodo sobre la juventud.
En la exhortación post-sinodal publicada con el nombre de ‘Christus vivit’, sexto documento de su pontificado, Francisco pide que se "libere a la Iglesia de los que la quieren envejecer, que la quieren anclada en el pasado, que la quieren lenta e inmóvil", respondiendo así a las críticas de los jóvenes durante esa reunión.
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En el documento de 192 paginas, dividido en 299 puntos, Francisco insta a los miembros de la Iglesia a dejar de ser "bichos raros" y a "reconocer humildemente que algunas cosas concretas deben cambiar".
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El papa recuerda que el Sínodo celebrado durante el mes de octubre pasado se tomó conciencia del alejamiento de los jóvenes por los escándalos de los abusos y económicos, y se pedía "una Iglesia que escuche más" y "que no condene continuamente al mundo" o "siempre en guerra por dos o tres temas que la obsesionan".
Explica también que una "Iglesia demasiado temerosa puede criticar constantemente todos los discursos sobre la defensa de los derechos de la mujer".
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Mientras que una Iglesia "viva puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres" y recordar "una larga trama de autoritarismo por parte de los varones, de sometimiento, de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista".
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El papa pide una Iglesia que aporte "con convicción para una mayor reciprocidad entre varones y mujeres", aunque añade que la Iglesia "no esté de acuerdo con todo lo que propongan algunos grupos feministas".
Durante el Sínodo, uno de los temas de debate y petición de algunas de las pocas mujeres participantes fue la mayor presencia de ellas en órganos de decisión de la Iglesia, algo que no toca el papa en su documento.
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El pontífice pide una Iglesia "que abra puertas y ofrezca espacio a todos, con sus dudas, sus traumas, sus problemas y su búsqueda de identidad, sus errores, su historia, sus experiencias del pecado y todas sus dificultades", pero no menciona el colectivo LGTB que aparecía en las peticiones de los jóvenes a la Iglesia sobre acoger a estas personas.
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Otro de los temas que los jóvenes pidieron se abordase fue el de la sexualidad.
El papa reconoce que "la moralidad sexual es a menudo la causa de incomprensión y alejamiento de la Iglesia" percibida "como un espacio para el juicio y la condena".
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En este contexto, Francisco señala en su exhortación "que Dios nos creó sexuados" y "creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus criaturas" y que "dentro de la vocación al matrimonio hay que reconocer y agradecer que la sexualidad, el sexo, son un don de Dios".
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"Nada de tabúes. Son un don de Dios, un don que el Señor nos da. Tienen dos propósitos: amarse y generar vida", apuntó el papa, que no especificó nada sobre las relaciones prematrimoniales, que la Iglesia no aprueba para sus fieles.
El documento también habla de las oportunidades de las redes sociales e Internet, pero advierte de que es "también un territorio de soledad, manipulación, explotación y violencia".
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Francisco habla de "la vulnerabilidad de los jóvenes migrantes" y pide a los jóvenes católicos reaccionar ante "la alarma y el miedo", ante los fenómenos migratorios "a menudo fomentados y explotados con fines políticos" y "la mentalidad xenófoba, de gente cerrada y replegada sobre sí misma".
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Asegura que en la vida de cada joven hay dos preocupaciones: la formación de una nueva familia y el trabajo.
Y ante ello invita a los jóvenes a no esperar vivir sin trabajo, dependiendo de la ayuda de los demás y exhorta a la política a considerar prioritaria, sobre todo hoy en día, este tema.
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El papa concluye dirigiéndose a los jóvenes a los que dice "que La Iglesia necesita de su impulso, de sus intuiciones, de su fe..."
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Y pidiéndoles: "cuando lleguen a donde todavía no hemos llegado, tengan la paciencia de esperar por nosotros".