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Antojo por una arepa terminó en emergencia médica

María Concepción Montaño acabó con un alambre de dos centímetros atorado en la garganta luego de consumir comida que compró en la calle.
María cuenta que no pudo rechazar la invitación de su hija y se comió la arepa que le gastó un fin de semana.
Dice que no notó el momento en que se tragó el alambre porque ella usa una caja de dientes, “entonces no la sentí en la encía”.
Pasaron pocos minutos para que ella sintiera algo “que me cortaba las fibras por dentro de la garganta”.
De inmediato tuvo que ir a urgencias y una radiografía mostró qué era lo que pasaba: un filamento metálico se había alojado en su esófago.
Y con él tuvo que convivir tres días en cuatro instituciones, sin comer y con la zozobra de que ese filamento pudiera causarle alguna complicación.
Tras la larga espera y tramitología, fue sometida a una endoscopia que duró 40 minutos y en la que pudieron extraer el peligroso alambre.
Ahora mastica más despacio y revisa muy bien todo lo que prepara en la cocina para no volver a pasar por una situación similar.
No está mal comer en la calle siempre y cuando se cumplan las normas de seguridad e higiene que establecen las autoridades.
En contexto:
Cuerpos extraños en la vía digestiva: ¿qué hacer?

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