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Más de 150 mil personas despidieron al papa en una mañana nostálgica

AP
AP

El papa Ratzinger afirmó asimismo que "amar a la Iglesia significa también tener la valentía de tomar decisiones difíciles, teniendo siempre presente el bien de la Iglesia y no el de uno".
Reiteró que renunció al papado "en plena libertad", al notar que sus fuerzas han disminuido, y no por su bien particular, "sino por el bien de la Iglesia".
"Mi corazón está colmado de gratitud", afirmó, y agregó que tenía la "firme confianza en Dios con la seguridad de que Él nos sostiene y nos ama".
"Agradezco a todos el respeto y la comprensión de la decisión que he tomado en plena libertad (...) con la certeza de que es Él quien me ha guiado", manifestó.
Pidió a los fieles asistentes y a quienes lo veían, "os acordéis de mí en vuestra oración y que sigáis pidiendo por nuestros cardenales".
También pidió pedir por los cardenales, "llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo sucesor en la Cátedra del apóstol Pedro".
El sumo pontífice afirmó que jamás se ha sentido solo a la hora de llevar "el peso del ministerio petrino".
Reconoció que ha tenido momentos de alegría, pero también "momentos difíciles".
"Un papa no está solo en la guía de la barca de Pedro, aunque es el primer responsable, y yo no me he sentido solo a la hora de llevar la alegría y el peso del ministerio petrino", sostuvo.
Recalcó que su renuncia "no revoca la decisión que tomé el 19 de abril de 2005 (cuando fue elegido papa). No regreso a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, conferencias, etc. No abandono la cruz, sigo de una nueva manera con el Señor Crucificado. Sigo a su servicio en el recinto de San Pedro".
El papa dio su último mensaje en italiano, inglés, francés, alemán, español y portugués, entre otros idiomas.
Su arribo
Benedicto XVI entró en la plaza de San Pedro del Vaticano en el papamóvil.
El papa recorrió la plaza de San Pedro en el papamóvil para estar más cerca de los presentes, quienes no cesaban de corear "Benedicto", "Benedicto" y "viva el papa", mientras ondeaban banderas de numerosos países.
El recinto vaticano estaba repleto de fieles, así como las calles adyacentes a la plaza y, según fuentes del ayuntamiento de Roma, superaban los 150.000.
Tras el recorrido entre los fieles, el papa, que entró en la plaza a las 10.40 horas local (09.40 GMT), pronunció la tradicional catequesis de las audiencias públicas.
La audiencia, que se celebró en un mañana luminosa y radiante, fue su último acto público en el Vaticano antes de que el jueves, a las ocho de la tarde de Roma (19.00 GMT), deje de ser pontífice.
La ciudad de Roma, de la que es obispo, se volcó con el pontífice y todas las parroquias estaban presentes en la plaza vaticana.
También asistieron numerosos cardenales venidos ya para el próximo cónclave, arzobispos, obispos y cientos de sacerdotes, miembros del Camino Neocatecumenal, de los Focolares y otros movimientos católicos.
La única novedad de esta audiencia, en la que también habló en diferentes idiomas, es que no hubo el tradicional besamanos al final (el reducido grupo de cardenales, obispos y personalidades a los que suele saludar todos los miércoles), ya que -según dijo el portavoz vaticano, Federico Lombardi- todo el mundo quería despedirse.
A la audiencia asistieron algunas personalidades políticas, como el presidente de Eslovaquia, Ivan Gasparovic, y los capitanes regentes de San Marino, y el copríncipe de Andorra, Joan Enric Vives.
A ellos las saludó después, en privado, en la sala Clementina del palacio apostólico.
Ciudad del Vaticano

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