En el primer caso, afirmó la hermana de la víctima, el tratamiento psiquiátrico que recibió no funcionó como se esperaba.
“Se aislaba en su cuarto, había que tocar la puerta y pedir permiso para entrar. Había momentos que se sentía muy triste y decía ‘¡No quiero vivir!’”.
Al final condujo un automóvil hasta caer en una sedación profunda por consumo excesivo de medicamentos, según el parte médico.
La segunda paciente ha tenido tres ingresos a clínica psiquiátrica y dos a cuidados intensivos por intento de suicidio. Sus insomnios se han prolongado y la dosis de calmantes ya no tiene efecto.
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“Yo escucho voces. ¿De dónde vienen? No sé, y me dicen constantemente que estoy gorda, que me mate, y así fue donde llegué a tratar de suicidarme. Yo sé que estoy mal y sé que puedo llegar a morir”, afirma.
¿Qué pasa entonces con la nueva ley de salud mental? Según el jefe de Psiquiatría de la Universidad de Antioquia, Carlos López, no hay una mayor cobertura en servicios para tratar este tipo de enfermedades.
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