La mujer enamoró a uno de los integrantes de la organización y obtuvo las pruebas que Policía y Fiscalía necesitaban. Así fue la investigación.
Seis señalados disidentes de las FARC venían trabajando desde hace más de dos años para otros poderosos disidentes y narcotraficantes ocultos en Arauca y Guaviare.
Ellos manejaban los hilos logísticos, ideológicos y financieros de encapuchados que infiltraban las marchas pacíficas.
La información inicialmente fue obtenida por los agentes de inteligencia de la Policía, luego del bombardeo al campamento de alias ‘Cadete’, ya hace casi un año. Ahí, los agentes recolectaron computadores y documentos donde aparecieron las identidades de los hombres y mujeres que ‘Cadete’ había entrenado en su campamento para luego enviarlos a Bogotá, con la misión de armar células urbanas, infiltrar manifestaciones pacíficas para realizar acciones violentas y hasta terroristas.
En uno de esos computadores de alias ‘Cadete’ agentes de inteligencia aseguran que encontraron la identidad de alias ‘Alejandro’, uno de los jóvenes más cercanos al abatido guerrillero.
En una carta, alias ‘Alejandro’ le reporta a ‘Gentil Duarte’ de la muerte de su jefe ‘Cadete’ y le pide apoyo para llegar a una alcaldía.
Días después del bombardeo, alias ‘Alejandro’ fue capturado por la Policía. Con varias pruebas en su contra, fue enviado a la cárcel donde decidió colaborar para identificar a los financiadores de los ataques contra la fuerza pública, establecimientos públicos y bancarios en Bogotá y otras capitales durante las protestas.
Alias ‘Alejandro’ reveló la identidad de su reemplazo y quien era el hombre más importante para alias ‘Gentil Duarte’: Jaime Hernando Olarte Torres, conocido como ‘la Abuela’ o ‘Vikingo’. Es un estudiante de Antropología en una universidad pública a quien autoridades consideran como el máximo jefe de las nuevas milicias urbanas de las Gaor (Grupos Armados Organizados).
‘Alejandro’ también contó que alias ‘la Abuela’, ante la muerte de ‘Cadete’ y por su experiencia reconocida liderando encapuchados, fue llamado por el mismo ‘Gentil Duarte’, jefe de las disidencias en el sur del país.
Lo entrenó, lo nombró su jefe de milicias en las capitales y lo designó como el administrador de los dineros para financiar los ataques y desórdenes durante las marchas.
Aseguran los agentes de inteligencia que alias ‘la Abuela’ recibió periódicamente entre 10 y 15 millones de pesos para comprar explosivos, metralla, publicidad y reclutar jóvenes. Este hombre reclutó a Julio Martínez Tautiva, alias ‘Mechudo’, ideólogo y experto en el manejo de masas juveniles, quien se instaló en Villavicencio.
Martínez montó allí una emisora y se hizo pasar como periodista, además manejaba drones y las redes sociales de las disidencias, así como la publicidad de los frentes urbanos de las disidencias en Arauca, Cauca, Putumayo y Caquetá.
Los investigadores aseguran que alias ‘Mechudo’, participó en marchas especialmente en Bogotá, e ingresó a algunas cárceles como periodista para entregar instrucciones de sus jefes.
A cada joven reclutado, según la Policía, alias ‘Mechudo’ le empezó a pagar 50 mil pesos por encapucharse y generar vandalismo durante o al término de las manifestaciones pacíficas.
Relatan los agentes que varios jóvenes aceptaron ingresar a las milicias urbanas y conformaron pequeñas células, que no superaban los cinco integrantes y aplicaron una estrategia del ELN, ninguna de las células sabia de la existencia de las otras.
Otro de los identificados por los agentes y que son señalados de reclutamiento y formación de los milicianos son Yeison Franco, alias ‘Franco’; David Ravelo Gutiérrez, alias ‘Frank´; y Yeiner Avendaño Bohórquez, alias ‘Yeiner’.
Indican que los sitios de reunión eran tiendas de barrio cercanas a universidades públicas. Allí elegían células para los ataques y les ofrecían licor y drogas.
Aquí aparece otro hombre importante para alias ‘la Abuela’: Víctor Hugo Ruiz Herrera, alias ‘Simón’, exestudiante de Ingeniería Química y de licenciatura en Química. Por su conocimiento en explosivos y tecnología también era un frecuente visitante de los campamentos de alias ‘Gentil Duarte’, quien así mismo lo eligió para manejar el dinero de la organización especialmente para comprar artefactos explosivos y reclutar estudiantes de primeros semestres de las universidades.
Y precisamente fue en esa última misión, reclutando jóvenes, que alias ‘Simón’ conoció a una joven. Para él, una estudiante, pero para la Policía y la Fiscalía, la clave para ingresar al corazón de la red y, por primera vez, obtener evidencias de quién y cómo se financian los pequeños grupos de encapuchados.
Cuentan los investigadores de la Dipol y la Dijín, que la agente infiltrada enamoró a alias ‘Simón’, a quien la banda de ‘la Abuela’ lo había vuelto en un adicto al licor. En medio de sus rumbas, alias ‘Simón’ le contó a la joven su papel en las células urbanas de las milicias de las Gaor.
Poco a poco la agente encubierta entró a las reuniones clandestinas de la red en Bogotá y tomó fotografías en las que se ve a varios jóvenes universitarios con sus maletas en la espalda que se suben a los buses para ir a las zonas de campamento.
Encubierta, obtuvo el material suficiente para identificar a cada uno de los seis integrantes de la red radical urbana de las disidencias de las FARC. Entonces los seis fueron capturados por un grupo especial de la policía de Bogotá.
En los últimos días, varias pruebas fueron presentadas por los agentes de la Policía y la juez del caso legalizó las capturas. Con las evidencias de la Fiscalía contra cada uno de los detenidos también los envió ayer a la cárcel Modelo de Bogotá.