Entre enero y noviembre de 2020, año con cuarentena y restricciones, se atendieron 27.470 casos de violencia intrafamiliar , solo en las comisarías de familia de Bogotá . Como una forma de luchar contra este tipo de hechos, la Cruz Roja Colombiana tiene refugios secretos especiales para mujeres.
“Yo no quería que ellos crecieran sin un padre, uno se apega. Yo por mis hijos nunca denuncié, no me separé ni nada”, cuenta una mujer víctima de violencia.
El miedo y el maltrato físico intimidaron por años a esta madre de familia, una de las víctimas de violencia intrafamiliar que en plena cuarentena por el COVID-19 huyó de su casa buscando ayuda.
“Él llegaba borracho. Uno trataba de estar calmado, pero uno ya sabía lo que iba a pasar, que se iba a poner bravo por cualquier cosa", afirma.
Publicidad
Sin embargo, un día tomó valor, dejó esa vida y desde hace seis meses vive en una casa refugio de la Cruz Roja Colombiana, diseñada para mujeres que como ella han sido víctimas de violencia por parte de sus parejas. Enfrenta un proceso doloroso y el desprendimiento de quien se convirtió en su verdugo.
“Mi familia me apoya, mi madre, mi padre, mis hermanos, todos me apoyan. En todo me dicen que me apoyan pero que no vaya a volver”, dice.
Publicidad
El COVID-19, que obligó a los colombianos a quedarse en casa , generó lo que se ha denominado la otra pandemia: la de la violencia intrafamiliar.
En solo tres semanas del aislamiento obligatorio, que comenzó en marzo del 2020, se registró un incremento del 142 por ciento en las llamadas a la línea 155 para reportar hechos asociados con este tipo de violencia.
“Para el año 2020 finalizamos con más de 700 llamadas, registros que están en las estadísticas, se conoce que hay un subregistro porque hay mujeres que no acuden a las denuncias, no llaman”, acepta Liliana Patricia Pico, coordinadora de proyectos de la Cruz Roja.
En el caso de esta mujer, el proceso de adaptación lo ha vivido acompañada de sus hijos menores de edad.
Publicidad
“Aclimatarse acá es duro, pero ellos ahorita juegan con los compañeritos, corren, hacen tareas”, describe.
Pero el suyo no es el único caso. También está el de esta mujer de 35 años quien convivió con su esposo durante 15 años, pero los últimos 5, dice, fueron un tormento por el maltrato al que fue sometida.
Publicidad
Cuenta que con el tiempo, la violencia que soportó en silencio, y que muchas veces fue en presencia de sus cinco hijos, todos menores de edad, se incrementó.
Hace cuatro meses está refugiada en una de las casas para mujeres víctimas de maltrato doméstico. Allí relata por qué no denunció lo que vivía.
“Sentía mucho miedo porque me decía que me iba a quitar los niños, entonces yo no puse queja de ninguna clase por miedo”, narra.
El miedo ya lo perdió, y por ahora permanece en este lugar donde le garantizan seguridad y le ofrecen la oportunidad para un cambio de vida para ella y para sus pequeños. Sin embargo, añora el pronto reencuentro con su familia.
Publicidad