Gracias a un fallo ya no estudiarán en el improvisado cambuche, lo harán en un quiosco mientras les construyen una escuela digna.
A la sombra de un árbol y expuestos a sol, lluvia, brisa y otras incomodidades toman clases 16 niños de la vereda Toro, cerca de Bolívar.
“En esas condiciones pues ningún estudiante va a rendir académicamente”, dice uno de los profesores.
Mientras se inician las construcciones, los niños recibirán clase en un lugar menos precario.
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Los menores recibían las clases en estas condiciones porque al retornar, después de tres años de desplazamiento, encontraron su escuela en ruinas.