El Chorrito Antillano, del barrio Obrero de Cali, donde se forjó la cultura de la salsa en la capital del Valle del Cauca, es uno de las tantas discotecas que se vieron afectadas por la llegada del COVID-19.
Pero el virus que asecha en las calles no parece ser único enemigo de los emprendedores, pues la delincuencia también está presta a aprovechar cualquier descuido.
Esto le ocurrió a Diego Fernando Giraldo, administrador e hijo del dueño de Chorrito Antillano, ubicado en la carrera 9 calle 23, discoteca que ha sido escenario de dos reconocidas producciones: Ciudad Delirio y ¡Que viva la música!
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“A raíz de la pandemia, como todos saben, nosotros no hemos podido reabrir el negocio, que estaba solo. Aprovechando eso, los delincuentes rompieron el techo e ingresaron, primero, el día miércoles (3 de junio de 2020). Ese día se llevaron el licor que teníamos almacenado”, relató Giraldo.
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Sin embargo, no contentos con ejecutar este primer hurto, los delincuentes, al parecer, prepararon todo para regresar al día siguiente.
“Mi padre se enteró del primer robo. Yo le dije que el jueves yo iba por el equipo, que se llevara el resto de las cosas. Sin embargo, cuando fui ya se lo habían llevado. No dejaron pasar ni un día. Se llevaron el equipo, la registradora, las cámaras de seguridad (…) nos hicieron barredora”, anotó.
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De acuerdo Giraldo, los delincuentes todo el robo está avaluado entre $16 y $17 millones. Él y su familia ya están llevando el caso ante las autoridades.
“Somos 15 familias las que vivimos de este negocio. Nosotros no queremos acabar con el negocio, que es como patrimonio cultural de Cali. Para recuperarnos de todo esto pedimos soluciones. Nuestro gremio fue el primero en cerrar y los últimos en abrir”, explicó la víctima, quien señaló que su negocio no es el único de la zona que ha sido víctima de la delincuencia en tiempos de pandemia.