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“Perdí la pierna, fue una alegría, pues creí que moriría y no fue así”: víctima de mina antipersonal

“Perdí la pierna, fue una alegría, pues creí que moriría y no fue así”: víctima de mina antipersonal

En el Día Internacional para la Sensibilización Contra las Minas Antipersonal, algunos sobrevivientes en Caquetá cuentan sus historias de superación.

Alonso Ramírez Guaca es un líder comunitario que va de un lado a otro en sus muletas. En medio de su trabajo de campo, un día terminó su jornada y se fue a hacer deporte, pero ese día una mina antipersonal le cambió la vida.

“Me encontraba jugando un partido de futbol en esa vereda, las ilusiones en Cartagena del Chairá, a la mitad del tiempo salí a tomar a gua en una fuente donde sacábamos agua y después de tomar gua me dirigí a unos 10, 15 metros de distancia y fue cuando perdí el sentido, no sentí sino como un ruido una explosión y no fue más”, dice.

Quedó en el suelo, cubierto de tierra y fue auxiliado por la comunidad...en un improvisado hospital rural supo que había perdido la pierna, pero años más tarde convirtió su experiencia en un ejemplo para prevenir accidentes por artefactos explosivos. 

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“Hago educación en las comunidades vulnerables, puestas en el riesgo y comportamientos seguros, y me siento muy contento de hacerlo”, señala.

El drama por las minas también lo sufrió Hermison Pérez Cuéllar, un joven soldado que pisó uno de estos artefactos en zona rural de Florencia.

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“Yo comencé tocarme y ahí me di cuenta que había perdido la pierna. Fue una alegría porque yo me imaginaba que había muerto, que yo iba a morir, pero no fue así”, asegura.

Estar tan cerca de la muerte, lo acercó más a Dios.

“Me decía que le entregara la vida a Dios, que manejara la oración y fue por la vida espiritual que pude solucionar, en mi mente, todas las ideas que yo todavía tenía de querer volver a tener mi pierna”, comenta.

En Caquetá, las víctimas del conflicto armado superan las 200.000 y, de ellas, 944 son por minas antipersonal. Los casos se minimizaron con el proceso de paz, pero aún hay cientos de estos artefactos bajo tierra.

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“Durante este 2020, nuestros soldados desminadores han realizado el despeje de 61.220 metros cuadrados libres de sospecha de minas antipersonal”, asevera el coronel Diego Fernando Gómez Rodríguez, comandante del Batallón de Desminado N° 1 del Ejército de Colombia.

Además, el oficial agrega que “se han destruido 12 minas antipersonal y 4 municiones sin explosionar”.

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Uno de los temores de la comunidad tiene que ver con el incremento de grupos disidentes de las FARC en la región y la posibilidad que retomen la instalación de estas trampas mortales.

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