Danny Bowman dice que perdió a sus amigos, abandonó la escuela y casi pierde su vida por la obsesión de mostrarse y encontrar aceptación en las redes sociales.
Comenzó a subir las fotos a sus 15 años y a medida que lo hacía intentaba perfeccionarlas para ocultar sus defectos físicos normales, típicos de cualquier persona.
Dice que se “sentía en el cielo” cuando tenía comentarios halagadores y cuando lo criticaban por su aspecto se sentía destrozado.
Tras ser rechazado por una escuela de modelaje por no tener ni el cuerpo ni la apariencia adecuada, Danny perdió el control y empezó a tomarse selfies descontroladamente e ingirió una gran cantidad de pastas para dormir.
Publicidad
Tuvo que ser llevado por su madre al servicio de urgencias y allí le salvaron la vida.