El ave no contaba con el abrazo de los tentáculos, pero gracias a unos pescadores logró escapar.
Para el grupo de hombres fue inevitable no prestarle atención a los chillidos que el águila calva emitía, pues no podía desprenderse de los brazos de la que sería su presa.
Y es que, al estar en el agua, era muy poco lo que podía hacer el ave, que únicamente se quejaba. Ni siquiera aleteaba.
El grupo de pescadores optó por salvarle la vida al águila y con ayuda de una vara le ayudó desenredarse.
Aunque no saben exactamente cuánto tiempo duró atrapada, se presume que fue bastante, pues al ser rescatada el águila se posó en un árbol caído y solo elevó vuelo después de 10 minutos.
Ocurrió en la isla de Vancouver, Canadá.