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Cabezote Los Informantes

El drama de la pareja colombiana deportada tras 35 años: sus hijas se quedaron en EE. UU.

Después de vivir 35 años en Estados Unidos, los bogotanos Gladys y Nelson González fueron deportados, dejando atrás una vida construida con esfuerzo y una familia dividida en dos países distintos.

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La historia de Gladys y Nelson González es una de perseverancia, amor y lucha. Después de 35 años viviendo en Estados Unidos , fueron deportados , dejando atrás una vida construida con esfuerzo y una familia partida en dos. En Los Informantes contaron su travesía, desde su llegada a ese país hasta su regreso forzado a Colombia en 2025.

En diciembre de 1989, Gladys y Nelson González llegaron a Estados Unidos. Eran jóvenes, estaban enamorados y buscaban alcanzar el anhelado sueño americano.

Yo tenía en ese tiempo 18 años. Nelson tenía 22 años y estuvimos unos días en la Ciudad de México y después nosotros viajamos a Tijuana. O sea, nosotros cruzamos por Tijuana. En la frontera era que había un cambio de guardia a la media noche. Mientras salían los oficiales y entraban eran un lapso de que unos 15, 30 minutos y en ese momento era cuando la gente cruzaba. En ese tiempo no existía el muro”, contó Gladys.

Pasaron caminando por la playa de Tijuana, México, a San Diego, en California. Trabajaron en muchas cosas, desde lavar platos, limpieza, pintar apartamentos, hasta repartir periódicos.

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Trabajamos en muchas cosas, desde lavar platos, limpieza, pintar apartamentos, en una temporada de nuestra vida que tiramos 7 días a la semana periódico a partir de las 2 de la mañana hasta las 6 de la mañana. Ya nació a los 2 años nuestra primera hija”, afirmó Gladys.

Deportados tras 35 años en EE.UU.: la pareja colombiana González enfrenta la separación familiar
Deportados tras 35 años en EE.UU.: la pareja colombiana González enfrenta la separación familiar
Fotos: Los Informantes

El sueño americano parecía cumplirse

Echaron raíces en California. Se casaron, se convirtieron al cristianismo y con mucho esfuerzo, a pesar del idioma y la diferencia cultural tan grande, se instalaron con muchas ilusiones y metas y con la idea de legalizar su situación migratoria. “Nosotros aplicamos por asilo cuando nosotros llegamos”, contó Gladys.

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A finales de los años 80 y gran parte de los 90, la violencia en Colombia impulsó una enorme ola de migración hacia Estados Unidos. Aunque los González no tenían una amenaza en particular, por el consejo de un supuesto abogado pidieron asilo político.

Mientras avanzaba el proceso, levantaron una familia que es su mayor orgullo. Las tres hijas son americanas y ya están grandes. Jessica tiene 33, Stephanie 28 y Gabi 23. Cuando Nelson tuvo permiso de trabajo, supo aprovecharlo muy bien.

“Me dieron el permiso de trabajo y pude sacar un seguro social bueno. Entonces, aproveché, fui a estudiar flebotomía. Fui técnico de electrocardiograma. Yo me dediqué por 21 años a hacer exámenes médicos para seguros de vida”, contó Nelson.

Comenzaron las complicaciones legales

Todo iba más o menos bien, hasta que en el año 94 se presentaron ante la Corte y por una inconsistencia en la fecha de entrada al país frente a un juez de inmigración, las cosas se complicaron y la posibilidad de tener los documentos en regla se esfumó.

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"Nos dio orden de deportación por eso. Entonces, desde ese tiempo nosotros empezamos a apelar nuestro caso. Hicimos de todo lo que fue posible, apelar al circuito, apelar a la Cámara”, contó Gladys.

Mientras apelaban el caso, muy juiciosamente renovaban los permisos de trabajo y la vida seguía como si nada. Hasta que un día se llevaron el primer susto. “Ellos llegaron en dos camionetas blindadas, uniformados, armas, todo y en la esquina de mi casa me pararon y me muestran la foto de mi esposo, le digo ‘Él está trabajando’. ‘Tiene que llamarlo, tiene que venir ya’. Me pidieron mi licencia, me dijeron, ‘Bueno, señora, usted está en la misma situación de su esposo’”, recordó Gladys.

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Y durante 13 años, sin pausa, se presentaron ante las autoridades migratorias. “Primero era cada 2 meses, cada 3 meses, cada 6 meses, después fue cada año”, contó Gladys. Aunque les renovaban los permisos, seguían siendo ilegales.

“Siempre fuimos conscientes de que íbamos a salir. Lo único que nunca de la manera como nos sacaron, ese 21 de febrero fue drástico, fue cruel”, enfatizó Gladys.

Una tragedia para la familia González estaba por llegar. El viernes 21 de febrero de 2025, fueron a cumplir la cita de siempre. Jamás se imaginaron que iba a ser una tan distinta a las demás.

"Nos dijeron, ‘No, esas son las nuevas reglas de la nueva administración. Nosotros estamos haciendo nuestro trabajo, ustedes están detenidos’”, recordó Gladys.

El drama de la familia González: hijas se quedan en EE.UU. tras deportación de sus padres
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Foto: Los Informantes

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La deportación a Colombia

Y así de tajo quedaron detenidos con lo que llevaban puesto. No hubo forma de quedarse, de empacar 35 años de amistades, su apartamento, su trabajo, su perro, sus hijas y León, el nieto que no van a ver crecer todos los días.

“Ese día sentí que dejaba mi familia atrás. Hasta ese momento estaba todo como perfecto, bonito, o sea, yo iba a trabajar, llegaba y disfrutaba de nuestros nietos porque mi trabajo era yo podía hacer mi propio horario y sí, en ese momento cuando nos arrestaron, eso me dolió muchísimo de la manera como a mi esposa la esposaron”, relató Nelson.

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Pagaron más de seis abogados distintos durante estos años hasta que les llegó la mala hora. “Y ya nos encerraron a cada uno, no nos dejaron hablar a partir de ese momento a los dos, nos separaron”, afirmó Gladys.

Gladys y Nelson González pasaron a engrosar la lista de los colombianos ilegales detenidos para embarcarlos desde Estados Unidos de regreso a nuestro país. Para el primer trimestre del año iban 13 vuelos y 1359 connacionales deportados.

Una familia rota por la deportación

La familia que habían construido con tanto amor y esfuerzo se rompió. “Mis papás no hablaban de eso mucho porque no nos querían asustar”, dijo Jessica González sobre cómo se manejaba el tema de la deportación en la familia.

"Yo estaba en el trabajo y Jessica escribió que mis papás estaban detenidos. No les dijeron nada, solo les dieron una llamada”, añadió Gabriela González. Mientras ellas intentaban asimilar el golpe, el camino de vuelta a Colombia deportados apenas empezaba. “Nos encierran en este cuarto y ya es cuando nos empapelaron y es cuando nos ponen las esposas, luego los pies”, contó Gladys.

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“Yo llegué con la ropa que me presenté en la cita aquí a Colombia y con mi celular, porque era lo único que yo tenía”, relató Gladys. En un apartamento arrendado por algunas noches en Bogotá, con dos de sus hijas, su yerno y el bebé que vinieron a acompañarlos, todavía en shock y arropados por una inmensa tristeza, Gladys y Nelson contaron el viaje de regreso como si fuera una película de terror.

El regreso a Colombia

En uno de esos trayectos por tierra a algún centro de detención, por fin pudo ver a Nelson. "Nosotros nunca nos habíamos separado. Nosotros llevamos 35 años de casados y es la primera vez que nos separamos un mes”, contó Gladys.

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Tras pasar por varios estados recogiendo otros inmigrantes que serían deportados, Gladys fue la primera en abordar el avión de regreso a Colombia y al rato vio a su esposo subirse. Van a regresar como salieron. “Para volver a empezar como extranjeros. Somos de aquí, pero Bogotá está grande, está cambiado totalmente”, afirmó Nelson.

"Ahorita viviendo un día a la vez, las hijas están allá, pero sabemos que tenemos un castigo de 10 años de no regresar al país, no podemos, pero vamos a intentar”, afirmó Gladys.

El día de la entrevista con Los Informantes a sus hijas les quedaban pocas horas en Colombia y regresarían a Estados Unidos. "Que se preocupen por ellos, que nosotros vamos a estar bien, que estén unidos y que se preocupen por ellos”, contó Jessica.

Un nuevo comienzo

“Necesitan sentirse orgullosos por el trabajo que ellos hicieron de mis hermanas y yo y pues también el trabajo que hicieron en la iglesia”, afirmó la otra hija.

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Si los González construyeron desde cero una vida nueva hace tiempo, volverán a empezar con fuerza y acompañados por los que los quieren, así estén lejos, pero esta vez volverán a empezar desde esta tierra que los vio nacer. Aunque la política migratoria dice que un deportado no puede volver a acceder a ningún tipo de visa por 10 años, los González van a intentarlo todo. Ellos no pierden las esperanzas de regresar pronto.