
El Rastro conoció los testimonios de sobrevivientes de atroces crímenes que estremecieron al país. Algunos fingieron estar muertos, otros lograron huir del lugar del ataque o enfrentaron cara a cara a sus agresores. Todos fueron claves para identificar a los responsables que atentaron contra ellos y sus familias.
Sus relatos no solo permitieron reconstruir los hechos, sino que también ayudaron a develar por qué ocurrieron las tragedias. En medio del dolor, estos sobrevivientes se convirtieron en piezas fundamentales para que la justicia actuara y los crímenes no quedaran impunes.
Niño presenció el asesinato de su familia bajo la cama
Cuatro miembros de una familia fueron asesinados dentro de una tienda en un barrio de la Comuna 13 de Medellín. Entre las víctimas se encontraba una niña de 6 años. La tragedia ocurrió en julio de 2013 y, gracias al valiente testimonio de un menor que sobrevivió, las autoridades lograron identificar a los responsables.
Juliana, de 21 años, trabajaba en el negocio familiar junto a sus padres, Martín Mazo e Inés Hoyos. Aquella noche, como era habitual, el local permaneció abierto hasta altas horas de la noche. En el lugar también estaba Alisson, la pequeña hija de Juliana. No obstante, la aparente tranquilidad se vio interrumpida al día siguiente, cuando los vecinos notaron que la tienda no había sido abierta y que por debajo de la puerta había rastros de sangre.

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Las autoridades se enfrentaron a una escena del crimen macabra: un dedo y varios mechones de cabello fueron hallados en el lugar y resultaron clave para la investigación. Además, confirmaron la identidad de las víctimas, entre ellas, Juliana, Martín, Inés y la pequeña Alisson. Todos presentaban múltiples heridas causadas con machete y murieron debido a la gravedad de los ataques.
Los principales sospechosos eran John Edison Ortiz, padre de la menor, y José Antonio Mosquera, un vecino de 30 años oriundo del Chocó, quien, según testigos, pretendía a Juliana.
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El testimonio de Leonardo Andrés, el hermano menor de Juliana, de 11 años, esclareció los hechos del crimen: “Estaban tomando cerveza y luego escuche unos machetes y mi mamá salió corriendo. Yo le dije que no subiera, pero ella subió”, relató el menor, quien se encontraba en el sótano durmiendo con su mamá cuando escuchó los fuertes golpes.
Su madre salió a ver qué ocurría, mientras que Leonardo, con miedo, se escondió debajo de la cama. Los agresores no lo descubrieron, pero él sí logró verlos y, más tarde, señaló ante las autoridades a los responsables del ataque: José Antonio Mosquera y su hermano, Luis Esteban Mosquera.
La Policía encontró contundentes mensajes de texto entre los hermanos, en los que hablaban sobre el machete utilizado en el crimen. Esa evidencia fue clave para su captura y posterior condena. José Antonio fue sentenciado a 50 años de prisión, mientras que su hermano, Luis Esteban, recibió una pena de 25 años. Ambos cumplen condena en la cárcel El Pedregal, en Medellín.
Fingió estar muerto y luego los delató
Jorge Cangrejo, de 59 años, sobrevivió milagrosamente a un brutal secuestro ocurrido en 2014, en Santana, Huila. Dos delincuentes lo retuvieron, le dispararon en la cabeza y lo enterraron, creyéndolo muerto. Sin embargo, logró salir con vida del ataque. Todo comenzó cuando, preocupado por el robo de su ganado, un conocido le indicó el lugar donde supuestamente se encontraba.
Gentil González fue quien le aseguró a Jorge haber visto su ganado en una zona apartada. Sin embargo, cuando Jorge llegó al lugar y no encontró los animales, fue abordado por dos hombres que se acercaron con la clara intención de atacarlo. “Me gritaron: Alto, baje las manos. Entonces yo volteé a mirar y dije ‘¿por qué hacen esto conmigo? Yo no estoy haciendo ningún mal aquí ni me estoy robando nada’”, relató
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Lo más desconcertante para Jorge fue que los dos hombres no le eran desconocidos. A pesar de ello, lo amenazaron y lo obligaron a caminar durante horas por la orilla de un río. “Yo lo vi que sacó el revólver y dijo ‘vamos a matarlo’. Yo lo que hice fue quitarme el sombrero, santiguarme y me puse a invocar a la Virgen del Carmen porque yo dije ‘ya llegó la hora’”, dijo.

Uno de los agresores le disparó en la cabeza y luego lo enterraron, convencidos de que estaba muerto. Lo que no sabían era que el disparo no fue letal. Jorge, aún con vida, pudo escuchar el plan macabro que tramaban para desaparecer su cuerpo. Fue entonces cuando tomó la difícil decisión de fingir su muerte y, con enorme valentía, esperar el momento oportuno para escapar de sus secuestradores.
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Jorge aseguró que una voz, como salida de otro mundo, le susurró: ‘Mueva la mano, ya se soltó’. Finalmente, cuando sus captores se alejaron, logró liberarse y salir con vida del lugar. Poco después denunció a los responsables, incluyendo a Gentil, quien lo había llevado hasta esa trampa.
Gentil y José Nelson fueron capturados, mientras que el tercer implicado logró huir. Desde prisión, José Nelson confesó detalles escalofriantes del crimen. “Él dijo que matáramos a ese señor. Yo me dejé llevar y ahí pasó todo”, confesó, además, afirmó que Gentil González le había entregado el revólver y fue quien orquestó el plan para que él y Juan Gabriel llevaran a cabo el secuestro.
Masacre de cuatro niños en Caquetá
El 4 de febrero de 2015, el departamento del Caquetá fue escenario de una trágica masacre: cuatro niños fueron brutalmente asesinados dentro de su hogar. Uno de ellos logró sobrevivir, y su testimonio resultó clave para identificar a los responsables.
En la escena del crimen, las autoridades hallaron los cuerpos de Deiner Vanegas, de 4 años; Laura, de 10; Juliana, de 14; y Samuel, de 17. Todos presentaban signos de violencia extrema y, según los investigadores, murieron tras recibir un disparo en la cabeza.

El día de la tragedia, los padres de los menores habían salido temprano hacia la ciudad de Florencia. Sin embargo, no lograron regresar a casa esa noche debido a la falta de transporte, lo que obligó a los niños a quedarse solos en la vivienda. Al otro día, escucharon la trágica noticia.
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Tras confirmar el asesinato de sus tres hijos y su nieto Deiner, las autoridades le informaron a la familia que Pablo, de 15 años, había logrado escapar milagrosamente del lugar y salvar su vida. “Esa noche nosotros estábamos viendo una película, íbamos a cenar cuando llegaron ellos –dos hombres armados- quienes dijeron que venían de parte de la guerrilla a darle una información a mis papás”, reveló Pablo.
Después de recibir un disparo, Pablo cayó al suelo y fingió estar muerto para engañar a los atacantes. Cuando se aseguró de que ya no estaban, logró salir por una ventana y huyó del lugar en busca de ayuda.
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Gracias al testimonio del menor y al de varios testigos que afirmaron haber visto a un hombre haciendo una llamada desde una tienda horas antes del crimen, las autoridades identificaron a Christofer Chávez Cuéllar como principal sospechoso. La Fiscalía ordenó el allanamiento de su vivienda, donde fue hallada una motocicleta que coincidía con la descripción entregada por los testigos.
Christofer confesó que una mujer le había pagado 500 mil pesos para intimidar y desplazar a Jairo Vanegas y su familia. La persona señalada era Luz Mila Artunduaga, vecina de los Vanegas Grimaldo, con quien mantenían una disputa por el terreno que ella aseguraba era de su propiedad.
Luz Mila fue condenada a 50 años de prisión y actualmente cumple su pena en la cárcel de Picaleña, en Ibagué. Por su parte, los autores materiales del crimen llegaron a un preacuerdo con la Fiscalía y recibieron una condena de 40 años de prisión.