El Tribunal Penal de El Cairo condenó hoy a cadena perpetua al expresidente egipcio Mohamed Mursi y a otros 16 islamistas acusados de espionaje y colaboración con organizaciones extranjeras para planear ataques en Egipto.
Entre esos 16 sentenciados a perpetua destacan el líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badía, y el presidente y el vicepresidente del brazo político de la cofradía, el Partido Libertad y Justicia, Saad Katatni y Esam al Arian, respectivamente.
En esta misma causa, en la que fueron procesadas 36 personas, la corte sentenció además a la pena capital a tres prominentes dirigentes de la Hermandad: Jairat al Shater, Mohamed al Beltagui, Ahmed Abdelati.
Otras trece personas, juzgadas en rebeldía, fueron también condenadas a morir en la horca y dos recibieron siete años de prisión, mientras que hay uno de los inicialmente procesados que falleció en la cárcel, Farid Ismail.
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Los cargos que les imputaron son revelar secretos de la seguridad nacional y colaborar con organizaciones extranjeras, entre ellas el movimiento islamista palestino Hamás.
Mursi escuchó con rostro serio la sentencia desde la jaula reservada a los procesados dentro de la sala, establecida en la Academia de la Policía en El Cairo, donde había una gran presencia de policías y periodistas.
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Los condenados hicieron con la mano el símbolo de las protestas de los islamistas y gritaron lemas como "que caiga el gobierno militar" o "revolucionarios libres continuaremos el camino".
El juez Shaaban al Shami leyó la opinión no vinculante del mufti Shauqi Alam, máxima autoridad religiosa musulmana de Egipto, que debe pronunciarse sobre las penas de muerte y en este caso lo hizo a favor.
Está previsto que el magistrado dicte también hoy su fallo definitivo en el caso de la huida de una cárcel durante la revolución que en 2011 derrocó al entonces presidente Hosni Mubarak. Por estos cargos, Mursi y otras cien personas, entre ellas Badía y Shater, fueron sentenciados a muerte de forma provisional hace un mes.
Mursi ya fue además condenado en abril a 20 años de cárcel por el uso de la violencia durante unos disturbios ocurridos en las cercanías del Palacio Presidencial de Itihadiya, en El Cairo, en diciembre de 2012.
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El exmandatario, derrocado el 3 de julio de 2013, tiene otros casos abiertos en los que está acusado de insultar a la judicatura y entregar información clasificada a Catar.
Desde el golpe de Estado, las autoridades egipcias han perseguido a los Hermanos Musulmanes, declarados grupos terrorista, y la justicia ha condenado a sus dirigentes y a cientos de sus simpatizantes a penas de muerte y de prisión.
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