El parlamento surcoreano destituyó este viernes a la presidenta surcoreana, Park Geun-Hye, envuelta en un escándalo de corrupción que paralizó durante meses a su gobierno y provocó masivas manifestaciones.
La destitución, aprobada por 234 votos a favor y 56 en contra, transfiere inmediatamente los poderes de Park al primer ministro, a la espera del dictamen del Tribunal Constitucional, que debe ratificar o invalidar la decisión parlamentaria.
Ese dictamen puede tardar seis meses, durante los cuales Park puede permanecer en la residencia presidencial, la Casa Azul, lo que podría alargar la parálisis política.
Park, de 64 años, pidió perdón ante los surcoreanos en una alocución televisada.
"Quiero disculparme ante todos los surcoreanos por este caos nacional que he creado por mi negligencia, en momentos en que nuestro país afronta tantas dificultades, desde la economía a la defensa nacional", declaró Park en la televisión.
Park pasa la historia como la primera presidenta surcoreana elegida democráticamente en no terminar su mandato de cinco años.
"Tanto si están a favor como en contra, todos los diputados, así como el pueblo surcoreano, deben sentirse abatidos". declaró el presidente de la asamblea parlamentaria, Chung Se-Kyun.
La votación se celebró mientras centenares de personas en las afueras del parlamento gritaban "destituyan a Park".
Todo un escarnio para la política hija del dictador Park Chung-Hee, que hizo campaña como una candidata incorruptible, que no se debía a nadie y estaba "casada con la nación".
La 'Rasputina' coreana
El caso que sacudió la política surcoreana gira alrededor de Choi Soo-sil, confidente e íntima amiga de la presidenta, acusada de haber usado su influencia para enriquecerse e influir en sus decisiones políticas.
Apodada "Rasputina" por la prensa, Choi Soon-sil fue detenida en noviembre y está a la espera de juicio por coacción y abuso de poder.
Este proceso es el resultado de semanas de crisis, en las que millones de personas salieron a las calles para pedir a los partidos políticos que destituyeran a Park.
La presión de la opinión pública ha sido clave para que un número suficiente de diputados del partido conservador de la mandataria, el Saenuri, decidieran apoyar la moción junto a la oposición.
La corrupción en las altas esferas ha sido una rémora tenaz para la democracia surcoreana y el palacio presidencial no ha sido excepción.
Desde las primeras elecciones libres en 1987, todos los presidentes han sido objeto de investigaciones y el exmandatario Roh Moo-Hyun se suicidó mientras era investigado un caso de corrupción que involucraba a su familia.
En un país donde la clase política tiene vínculos estrechos con los negocios, muchos familiares habían aprovechado para obtener favores.
Park se presentó como alguien diferente. Su padre, Park Chung-Hee, gobernó Corea entre 1961 y 1979, y fue asesinado. Cinco años antes, en 1974, había fallecido su madre tras un atentado.
Alejada de sus hermanos y sin hijos, Park era considerada como inmune al nepotismo.
"No tengo familia ni niños que vayan a heredar mis propiedades (...) Quiero consagrarme a la nación y la gente", había prometido en un discurso de campaña en 2012.
La imagen de una mujer apegada al rigor y abnegada encantó a la base conservadora del partido oficialista Saenuri, especialmente a los electores de más edad que la veían como una virtuosa superviviente de una tragedia personal.
La conmoción por las revelaciones del caso fue aún mayor.
Los diputados también añadieron como motivo para apoyar la moción de destitución su papel tras el naufragio de un ferry en 2014 en el que murieron 304 personas, en su mayoría estudiantes.
La gestión del gobierno de la catástrofe fue muy criticada y la prensa se pregunta por qué Park tardó siete horas entre el momento del naufragio y la primera reunión del gobierno sobre el tema.