Se convierte así en la nieta 126. Adriana Garnier Ortolani vivía una vida feliz con sus padres adoptivos, pero desenterró su historia en busca de la verdad.
Esta mujer, que acaba de descubrir su verdadera identidad a 40 años de ser arrancada de los brazos de su madre por agentes de la dictadura argentina, declaró el martes sentirse "plena, entera y feliz" tras una vida solitaria.
"No tengo nada que decir de mis padres adoptivos. Me llenaron de amor. Pero ahora entiendo un dolor que vivían y que yo no comprendía. Ahora volví a nacer", dijo con voz ahogada por los sollozos la última de la lista de nietos hallados por Abuelas de Plaza de Mayo.
Es así la nieta 126 restituida a su familia de sangre. Aún falta hallar otros 300 bebés, ahora cuarentones, robados a sus padres, prisioneros políticos que están desaparecidos.
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Su testimonio es conmovedor: "Estaba medio perdida en la vida. Soy hija única. No tengo hijos. Me sentía muy sola. Yo sabía que era adoptada y pensaba: ¿cómo me llamaría realmente? ¿Cómo serían mis padres?".
Ahora lo sabe. Es la hija de Violeta Ortolani, secuestrada el 14 de diciembre de 1976 cuando tenía 23 años y cursaba el octavo mes de embarazo en La Plata, 60 kilómetros al sur de Buenos Aires. Su padre era Edgardo Garnier. Ambos eran estudiantes y trabajadores. Militaban en el peronismo de izquierda y siguen desaparecidos.
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La titular de Abuelas, Estela de Carlotto, dio otro emotivo discurso: "El amor es más fuerte que el odio. Nos encontramos con una mujer que recupera hoy toda su historia".
La presentación fue algo confusa. Abuelas no identifica a los nietos por el nombre que les dan las familias que los anotan como propios en el Registro Civil. Alguien en la rueda la nombró como Andrea. Pero al hablar con AFP/TV dijo que la bautizaron Adriana. Ninguno de los dos nombres iba a ser el original.
"Violeta y Edgardo se casaron el 7 de agosto de 1976 en una sencilla ceremonia religiosa realizada en Bolívar (a 350 Km al sudoeste). Ella estaba embarazada de 3 meses. La pareja pensaba llamar a su bebé Vanesa, si era nena, y Marcos o Enrique, si era varón", dijo Abuelas en un comunicado.
La nieta, de profesión abogada, asegura: "se armó todo el rompecabezas. Se me completó la vida. Apareció la parte que me faltaba".
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Abuela "genia"
La nieta explicó que se presentó espontáneamente ante la entidad para saber si era hija de desaparecidos luego de que un familiar le confesara que no era hija biológica de la pareja que la crio.
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"Tengo una familia hermosa. Tengo una abuela, no lo puedo creer, con 40 años tengo una abuela y pude hablar (por teléfono) con ella. Es una genia, ya la quiero. Se nota que es hermosa por fuera y por dentro", relató.
La nieta sostuvo que su historia puede dar valor a buscar la propia a aquéllos que tienen dudas sobre su identidad y piensan que pueden ser hijos de desaparecidos.
"Primero lo hago por mí, para compartir esta felicidad con todos ustedes. Y segundo, si puedo ayudar a quien tiene dudas, bienvenido sea", dijo.
Su abuela paterna, Blanca Díaz de Garnier, tiene 86 años y reside en Concepción del Uruguay (300 km al noreste de Buenos Aires). Recibió la noticia el lunes por teléfono de la propia Carlotto.
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"Quedé cortada (sorprendida), 40 años de espera y llegó el momento", dijo a Radio 10 al relatar cómo recibió la noticia.
"Cada vez que aparecía un nieto decía: a mí nunca me toca", confesó la mujer que aún no ha tenido contacto con su nieta.
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Familiares viajaron desde Concepción hacia Buenos Aires adonde reside la nieta recuperada.
"No cabemos en nuestra persona de alegría y gozo", dijo Blanca Díaz.
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