A orillas del imponente Mar Caribe y la majestuosa sierra nevada, se levanta el pequeño municipio que hace parte de los pueblos patrimonio de Colombia.
"Ciénaga huele a cultura, huele a pescado frito, a cocadas, huele a patacones, a mar, playa. Ciénaga huele a río", dice Daniel Piraquive, folclorista.
En 1501, Rodrigo de Bastidas fue quien descubrió la llamada ‘Ciudad salitrosa’. Desde la época de la colonia, Ciénaga se convirtió en el puerto comercial más importante del Magdalena. El ferry y la máquina de vapor generaron progreso en una población que vivía de la pesca.
Con el paso del tiempo, Ciénaga adquirió otra importancia: la siembra y exportación del banano. La bonanza del producto explotó a principios del siglo pasado y su arquitectura cambió de la colonial a la republicana.
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Recorrer el centro histórico de Ciénaga es leer las obras de García Márquez. El templete blanco, las calles angostas y la fachada de las plazas, como la del Centenario, despiertan un aire de realismo mágico.
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