

Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
El 11 de junio de 2024, la vida de la familia Montoya Rodríguez en Armenia, Quindío, se fracturó en segundos. Luis Esteban Montoya, un niño de 12 años, estudiante ejemplar y apasionado por el fútbol, colapsó repentinamente en su habitación. En ese momento, sus familiares enfrentaron la situación más difícil de sus vidas que rápidamente acabó con los planes que tenía y los hizo tomar una decisión que no solo cambiaría sus vidas, sino la de alguien a quien ellos ni siquiera conocían.
Fue el abuelo, Óscar de Jesús Montoya, quien encontró al niño desmayado. "Le dije: ‘Estebitan, no me haga esas bromas’, le cogí la mano y estaba desmayado", recordó en Séptimo Día . Luis Esteban fue trasladado de inmediato al hospital San Juan de Dios de Armenia, donde los médicos confirmaron un diagnóstico devastador: había sufrido un aneurisma cerebral grave. Nadie en la familia entendía por qué estaba pasando esto si Esteban era un niño que no tenía ningún problema de salud.
"Su única inspiración era el fútbol y la educación, hablaba inglés y francés. Era un niño muy sano, la única dolencia que sufría era por si se golpeaba o caía en la cancha, de resto no tenía otra dificultad", aseguró su padre Leonardo Montoya. Sin embargo, ese día fatal, la hemorragia en su cerebro comprometía su vida y, a pesar de los esfuerzos, fue declarado con muerte cerebral tras 72 horas de lucha en la UCI de la clínica Sagrada Familia.
Publicidad
En medio del dolor, los padres de Luis Esteban, Leonardo Montoya y Diana Lorena Rodríguez, se enfrentaron a una decisión muy difícil que nunca habían contemplado. "Una doctora, de manera atrevida y decidida, me dijo: ‘¿Qué opina de la donación de órganos ?’", relató el padre. Aunque podía parecer que la profesional estaba haciendo una pregunta inapropiada en el momento más doloroso para unos padres, lo cierto es que esa es una decisión que puede cambiar vidas y que se tiene que tomar de inmediato.
La mamá del niño aceptó de inmediato, pero el papá se tomó algunos minutos. "Yo le dije llorando: 'Doctora, nunca lo había pensado, nunca pensé que llegaríamos a una situación de estas'". Tras un momento de reflexión, ambos padres accedieron. "Si mi hijo vino acá a la Tierra con un propósito y era donar vida, que la done", concluyó Leonardo.
Publicidad
Aunque en el momento los padres aceptaron donar todos los órganos de su hijo, los médicos no pudieron usarlos todos porque algunos tenían trazas de dengue. Su corazón permanecía fuerte y saludable a pesar de lo ocurrido y fue entonces cuando recibieron la noticia: había un receptor compatible, un niño en otra ciudad cuya identidad permanece protegida por la ley.
Mientras Luis Esteban llevó una vida sana y feliz durante 12 años, en otro punto del país, una familia vivía una situación completamente diferente. Su hijo llevaba toda la vida luchando con una enfermedad coronaria que se complicó cuando cumplió 10 años. Durante cuatro meses, este menor de edad estuvo luchando por su vida en una clínica y esperando un trasplante de corazón , lo único que lograría darle calidad de vida.
El corazón de Luis Esteban fue extraído en una operación que duró dos horas y trasladado a una ciudad diferente en la que un menor lo esperaba con ansías. Para el niño receptor y su familia, la llamada que les anunció que había un posible corazón para él fue un milagro. Después de algunos estudios médicos se determinó que el órgano era compatible con el paciente, algo que llenó de esperanza a sus seres queridos.
Publicidad
"Cuando me desperté, ya tenía otro corazón y sentía que ese corazón estaba bombeando duro", recordó el menor en diálogo con Séptimo Día y detalló que "yo antes no sentía el corazón". Fueron nueve horas de cirugía y, por fortuna, el cuerpo del niño receptor aceptó el corazón de Luis Esteban muy bien, estuvo algunos días en UCI por protocolo, pero su recuperación avanzó rápidamente y sorprendió a los médicos.
Pasó de tener una vida limitada por una cardiopatía a recuperar su energía y, en pocos meses, volver a realizar las actividades comunes de un niño de su edad. Curiosamente, tres meses después de la cirugía, el niño empezó a jugar fútbol con tanta pasión como la que tenía Luis Esteban por ese deporte. Al programa le reveló que lo que sabía sobre el corazón que recibió "sé que era un niño amable, muy estudioso, que sabía varios idiomas y que estudiaba demasiado. No solo es el corazón de un futbolista o de un deportista, es un corazón de una persona noble".
Publicidad
Meses después de la muerte de Luis Esteban, Leonardo y Diana recibieron una carta anónima que fue un motivo de alegría en medio de su duelo. El mensaje era de agradecimiento y se veía escrito por puño y letra de un niño. "Les agradezco porque, a pesar de su dolor, fueron tan amables para donar ... Solo quiero que sepan lo mucho que ha cambiado mi vida, que valoro y cuido el corazón porque se lo afortunado que soy".
"Hoy veo el propósito de mi hijo", señaló Leonardo Montoya luego de saber que el niño que recibió el corazón de su hijo llevaba una vida feliz. Por su parte, Diana Lorena Rodríguez aseguró que "el corazón de Esteban quedó en muy buenas manos, es un niño que va a tener la oportunidad de vivir, de hacer todas las cosas que Esteban no pudo. Pienso en que su mamá va a poder disfrutarlo, algo que yo no voy a poder".
La historia de Luis Esteban es la de una familia que transformó el dolor en esperanza y que, en el momento más oscuro, eligió dar vida y podría ser la ser la historia de muchas familias en Colombia, si se tuviera mayor consciencia sobre la importancia y lo positivo de donar. En Colombia, la Red nacional de donación y trasplante de órganos y tejidos depende del INS, la directora Diana Pava Garzón reveló que para 2025 hay solo 120 donantes cadavéricos en el país, aunque se esperaría que fueran 2.000, por lo que "se necesita fortalecer la cultura de donación y que la familia acceda, aunque es un momento crítico, es para salvar vidas".
Publicidad
En Colombia, la donación de órganos está regulada por la Ley 1805 de 2016, la cual establece que todos los ciudadanos mayores de edad son considerados donantes al momento de fallecer, a menos que hayan manifestado su negativa en vida. En el caso de menores de edad, la donación solo es posible si los padres o representantes legales otorgan su consentimiento informado tras el fallecimiento del menor. La donación de órganos y tejidos es un acto altruista y voluntario que puede salvar y mejorar la calidad de vida de muchas personas que esperan un trasplante.