La niña le narró cómo quedó a cargo del Hogar San José y la Iglesia luego de que la guerrilla cometiera una masacre y diez menores quedaran huérfanos.
Desde ese momento nuestras vidas cambiaron, yo también me vi afectada, recibí un disparo en el abdomen y una bala rozó mi cabeza y me dejó esquirlas, por lo que estuve mucho tiempo hospitalizada. A mi tía se le cerró el mundo y no sabía qué hacer porque quedamos 10 niños entre 2 y 8 años para sacar adelante. Pero Dios es grande, se dio cuenta de la obra de la Arquidiócesis de Medellín, los Hogares Infantiles San José, y acudió a Monseñor Armando Santamaría, pidiendo ayuda. Él nos recibió a todos en los hogares, como nuestra segunda familia.
Hoy tengo 13 años y con alegría puedo contar que soy una niña feliz, porque la cercanía de la directora y de las formadoras que nos acompañan en los Hogares sanó mis dolores y tristezas con el amor recibido y brindó la oportunidad de una vida nueva para mí y mis hermanos.
Tenemos todo lo que necesitamos para ser felices: la fe, calor de hogar, buena formación, salud, alimento y estudio. Gracias a la ayuda de monseñor Santamaría estoy en la Normal Antioqueña en el grado octavo, preparándome para ser maestra y enseñar los valores que he aprendido.
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Padre Francisco: le comparto mi agradecimiento con Dios y con la Iglesia, porque hoy soy una mujer nueva y con esperanza. Dios lo bendiga en su misión.