Durante el último año se ha triplicado el número de civiles y uniformados que han sido afectados. Guerras internas entre grupos ilegales, la principal razón.
Diomar Jesús Pérez, un profesor de 40 años, perdió su pie izquierdo y presenta heridas en el rostro al caer en un campo minado cuando dictaba una clase en zona rural de Hacarí, vereda de San Cayetano, Norte de Santander.
“El balón salió de la cancha y él les dijo a los chinos que él lo recogía cuando cayó ahí”, dice un hermano.
Durante el último año, se registró un aumento en el número de civiles y militares afectados por estos artefactos.
En el 2016 se registraron 89 víctimas, en 2017, 57; y en el 2018 la cifra se triplicó pasando a 171 víctimas. De esta cifra 86 son civiles y 85 militares.
“La mina dejó de ser defensiva y ahora son ofensivas, están al lado de la población civil en las copas de los árboles y es muy fácil caer en ellas", señala Néstor Rosanía, director del Centro de Estudios de Seguridad y Paz.
El aumento es alarmante cuando se cumplen dos años de firmado el acuerdo de paz, de desmovilización con las FARC y de un programa de desminado en el país.
"Se triplicó porque hoy la guerra en Colombia se descentralizó, los grupos que estaban en pequeñas guerrillas están en guerras internas, entonces vemos aumento de la violencia de homicidios y minas antipersonales", explica Rosanía.
Por ahora, no se han detectado artefactos de estos en Quindío, Magdalena, Atlántico y Amazonas.
Updated: febrero 07, 2019 12:07 a. m.