Un paisano en cualquier lugar del mundo reconoce el sabor de un chocoramo, de unos tostacos, de un ponqué gala o de un gansito. Y tras esos productos estuvo un hombre emprendedor que comenzó su empresa en su casa del barrio Alcázares en Bogotá, en la década de los 60.
Con un pequeño préstamo del fondo de empleados de Bavaria, donde trabajaba, creó su microempresa con el ponqué ramo como primer producto.
Con los años Molano, junto a su fiel pastelero en jefe don Olimpo, dio vida a creaciones que los colombianos han degustado por generaciones. Innovó en el mercadeo, la distribución y la producción de sus productos.
Tanto que multinacionales han querido comprarle a la familia la marca. Pero ellos no la han vendido, dicen que pueden seguir creciendo solos y su meta es ampliar a otros países.
A su muerte, don Rafael Molano deja una empresa que produce 3.000 empleos directos y 1.500 indirectos y que tiene varias plantas. Sus hijos están ahora al frente de ella.
Esa fidelidad al país la reconocieron los colombianos el día de la muerte de Molano. Su nombre fue trendic topic en Twitter y el pesar de su partida fue tema en las redes sociales.
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Paz en su tumba.
Updated: diciembre 14, 2014 11:26 p. m.