Daniel Campaz sufrió las consecuencias de las fronteras invisibles en Cali. Sin embargo, convirtió su pasión por el tenis en una oportunidad de transformación.
Hasta el 2014 la vida de Daniel era aparentemente normal, era bolero y jugaba tenis. Pero un día todo cambió, según él, por las malas compañías de su barrio. "Me pegaron dos tiros, uno me dañó la médula", relata.
Ahora, pese a las dificultades, el joven y su familia hacen el mejor esfuerzo para seguir el sueño de practicar su deporte amado. "Así en silla de ruedas le he cogido más pasión porque uno lucha más", dice.
A diario se repite y motivado Daniel sale para la liga de tenis. Lo que requiere, expresa, es una silla de ruedas y patrocinadores para salir de Colombia. Dos años fueron necesarios para que este caleño volviera tomar el rumbo de su vida, el deporte le dio la mano y ahora solo espera ayuda para continuar.
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