La tragedia golpeó a una familia bogotana el 26 de octubre de 2021, cuando Jhojan Stiven Hoyos Fabra, un niño de 12 años, perdió la vida tras recibir una descarga eléctrica mientras jugaba en el parque La Florida. El accidente ocurrió en uno de los escenarios recreativos más concurridos de la capital y dejó en evidencia los riesgos mortales que representan los cables mal instalados o sin el debido mantenimiento. Séptimo Día conoció el caso y la denuncia de sus padres.Lo que era una jornada de esparcimiento terminó en tragedia cuando el niño entró en contacto con un cable de energía descubierto en una caja de conexiones sin tapa, la cual estaba inundada por la lluvia.“Nadie podría acercarse a mi hijo, porque en el medio estaba el agua llena de corriente...Lo intentaron reanimar, pero ya no podían hacer nada”, relató Lina Marcela Fabra, madre de la víctima.Una tragedia por un cable descubierto“Lo que vi ahí fue errores... En esas cajas con cables descubiertos, ocultos por el agua inundada en el lugar. Una trampa había ahí”, dijo César Hoyos, padre del menor, quien responsabilizó a la empresa del cableado, por lo que calificó como un acto de total negligencia.La escena era evidente, había un punto eléctrico en mal estado y sin las condiciones mínimas de seguridad. Por ello, la familia denuncia que la responsabilidad recae en “Enel Colombia como la entidad encargada de prestar el servicio y todo el cableado”, afirmó Lina Marcela.La muerte de Jhojan Stiven fue registrada por Noticias Caracol, medio en el que se evidenciaron las precarias condiciones de la calle por donde el menor transitaba en su bicicleta.Allí el periodista explicó: “Al realizar un recorrido por este sector donde murió el niño, encontramos cajas que no tienen la tapa, que está a escasos metros y cuyos cables que están por fuera podrían también tener electricidad y causar una nueva tragedia”.¿Se pudo haber evitado?Pocos días después, también se conoció el comunicado de la empresa Enel Codensa, en el que lamentó los hechos ocurridos con el menor de edad.De acuerdo con el RETIE, el Reglamento Técnico de Instalaciones Eléctricas en Colombia, las empresas de energía están obligadas a garantizar el adecuado mantenimiento de sus redes para minimizar los riesgos a los ciudadanos. En este caso, según la familia, ese deber habría fallado.“’¿El accidente se pudo haber evitado?’ Claro que sí, porque en varias oportunidades hubo accidentes con mascotas. Ya habían hecho una denuncia, se hubiera podido evitar”, mencionó la madre de la víctima.Denuncia y proceso legalPor ello, meses después, Lina y su esposo buscaron asesoría legal con Claudia Lili Roa, abogada experta en derecho procesal civil. “Si Enel Colombia hubiera realizado el mantenimiento adecuado de su red de cableado, esto no hubiese sucedido”, enfatizó la jurista.Además, Roa señaló que en este caso también habría responsabilidad por parte de la Alcaldía de Bogotá. “Constitucionalmente, ellos deben vigilar a las empresas prestadoras de servicios públicos. Entonces también tienen responsabilidad en este proceso”, agregó.¿Qué dijeron las entidades señaladas?El equipo de Séptimo Día buscó al gerente de Enel Codensa, Francesco Bertoli para conocer su posición frente a estos hechos. Bertoli no concedió una entrevista, pero Enel sí entregó un comunicado en el que afirmó: “La compañía ha sido notificada de las acciones legales iniciadas por los familiares de los fallecidos y ha atendido los requerimientos de las autoridades administrativas y judiciales en el marco de las investigaciones correspondientes. Esto, teniendo en cuenta que el caso del menor de 12 años es solo uno entre otros similares que se han reportado, todos relacionados con cables mal instalados y sin el mantenimiento adecuado.Séptimo Día pudo establecer que, en Colombia, la entidad encargada de vigilar que las empresas de energía cumplan con sus obligaciones de mantenimiento y garanticen el buen funcionamiento de sus redes es la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios. Sin embargo, al ser consultados, manifestaron que actualmente no hay un superintendente en propiedad y, por esa razón, no podían pronunciarse.Actualmente, en el Congreso cursa una iniciativa que busca reducir no solo la contaminación visual, sino también los riesgos de accidentes asociados al cableado de telecomunicaciones. “Este proyecto de ley busca establecer la obligatoriedad de que las redes de telecomunicaciones sean soterradas, esto para que las autoridades tanto nacionales como distritales y municipales y tengan la vigilancia y el control”, explicó el representante Modesto Aguilar.La familia de Jhojan Stiven Hoyos, marcada por el dolor, insiste en que este caso no quede en la impunidad y pide justicia para que ninguna otra persona tenga que enfrentar el sufrimiento de una pérdida que, según ellos, fue consecuencia de la negligencia de las empresas de energía responsables del servicio.
La historia de vida Katherine Tapia, la arquera de la selección Colombia femenina, va mucho más allá que una carrera deportiva exitosa. Es el testimonio de una mujer que ha enfrentado la pobreza, la incomprensión y la depresión, y que ha salido adelante con una fuerza que hoy la convirtió en símbolo de resiliencia. Desde el corregimiento de Las Flores, del municipio de Santa Cruz de Lorica, en Córdoba, hasta el arco de La Tricolor, la futbolista ha recorrido un camino lleno de obstáculos. En Los Informantes, reveló difíciles momentos por los que ha pasado.Katherine Tapia creció en un entorno donde el fútbol no era visto como una opción de vida. Sus padres querían que estudiara, y aunque era una estudiante destacada, su amor por el balón la llevaba a dejarlo todo por jugar. En su corregimiento, los niños no la dejaban participar en los partidos, y ella respondía con determinación, incluso a los golpes, para ganarse un lugar en la cancha.Jugaba descalza o con zapatos tan viejos que le lastimaban los pies. A los 16 años, logró comprar sus primeros guayos, un símbolo de su perseverancia. Para costear sus entrenamientos y viajes, trabajó cuidando niños, siempre con la condición de que le permitieran jugar fútbol.De defensa a arquera: el giro inesperadoInicialmente se desempeñaba como defensa central, pero su destino cambió en Bogotá. Tras ser desconvocada de una selección sub-20, un técnico notó su altura y le propuso probarse como arquera. Así comenzó a forjarse una nueva etapa en su carrera, aunque aún lejos de la estabilidad que buscaba.La dificultad de vivir del fútbol profesional la llevó a tomar una decisión radical: se unió a la Policía, siguiendo el consejo de un tío. Su paso por el ESMAD la expuso a situaciones extremas, enfrentando disturbios y violencia. Esa experiencia, aunque dura, le dio una resistencia física y mental que hoy aplica en el arco.“La adrenalina que se siente, porque el ESMAD es lo mismo, es estar recibiendo piedras y cosas, en el fútbol es estar recibiendo golpes, recibiendo balonazos”, recordó sobre lo que aprendió en la Policía y cómo lo aplica en el fútbol.El fútbol: la pasión de Katherine TapiaMientras jugaba en los equipos del ESMAD, un miembro del cuerpo técnico del Atlético Nacional la vio en acción y la invitó a entrenar con el equipo que se preparaba para la primera Liga Profesional Femenina Colombiana. Durante dos años, Tapia vivió una doble vida entre la Policía y el fútbol, pidiendo permisos y vacaciones para poder entrenar y jugar.Finalmente, tomó la decisión de dedicarse por completo al fútbol. Esa elección la llevó a una carrera profesional que ya completa siete años, en la que ha ganado títulos con el Palmeiras y ha sido reconocida como la mejor portera de la Copa América.El golpe más duro: perderse el MundialA pesar de sus logros, Tapia enfrentó uno de los momentos más oscuros de su vida tras una lesión de rodilla que le impidió participar en el Mundial Femenino de Australia en 2023. La frustración y el dolor la sumieron en una profunda depresión.Durante cinco meses, su vida se volvió un abismo. Comía menos de lo necesario, dormía sin parar y cuando no dormía, lloraba. Se aisló completamente. “No permití que nadie ingresara a mi casa, no permití que nadie ingresara a mi círculo. Mi familia me llamaba y yo me las hacía la fuerte que estaba bien que no estaba pasando nada, pero yo estaba derrumbada por dentro”, confesó en Los Informantes.Dos intentos de quitarse la vidaLa situación llegó a un punto crítico. “Ya mi estómago no aguantaba más medicación. Yo perdí 12 kilos”, recordó. Tocó fondo. No veía un futuro y llegó a pensar que la vida no tenía sentido.“Fueron cinco meses que estuve así depresiva, tanto que intenté quitarme la vida dos veces tomando medicamentos”, reveló. En ambas ocasiones, una llamada la detuvo. “Cuando lo intenté la primera vez me llamó mi mamá cuando lo iba a hacer. Y yo dije 'perdón Diosito' y la segunda vez me llamó una amiga, y yo ahí reaccioné y dije ¿qué estoy haciendo? No lo había hecho, estuve a punto de tomarme las pastillas”.La recuperación: apoyo y voluntadGracias al apoyo psicológico y psiquiátrico, y a su inquebrantable fuerza de voluntad, Katherine Tapia logró salir del abismo. Volvió a jugar fútbol y, en pocos meses, recuperó su posición como arquera titular de la selección Colombia. Tapó en los Juegos Olímpicos de París y en la Copa América, donde fue reconocida como la mejor portera del continente.“Es una responsabilidad muy grande porque es como tú das ejemplo con tu vida, toca tener mucho más cuidado qué mensaje quieres transmitir a las personas”, señaló.Un mensaje de lucha y esperanzaAnte la pregunta de qué mensaje quiere transmitir, Tapia fue clara: “Que al principio los sueños cuestan, que no van a ser fácil, no vas a llegar y los vas a conseguir de una vez, pero que no dejes de luchar, no es de creer, de trabajarlos”.Su historia es un testimonio de que los sueños no se alcanzan sin sacrificio. Que detrás de cada arquera que tapa un penalti hay una mujer que ha tapado también los golpes de la vida. Katherine Tapia es una guerrera que ha vencido la pobreza, la incomprensión y la depresión. Una mujer que ha sabido levantarse cuando todo parecía perdido.El futuro: fútbol y propósitoHoy, Katherine Tapia no solo defiende el arco de la selección Colombia, también defiende que mostrar vulnerabilidad no es debilidad, sino valentía. Su historia llega en un momento en que el fútbol femenino colombiano vive una etapa de crecimiento y visibilidad. Tapia es una voz poderosa que puede inspirar a miles de niñas que sueñan con jugar fútbol, pero también a quienes atraviesan momentos difíciles y necesitan saber que no están solas.Próximo reto: eliminatorias al Mundial 2027El próximo partido de la selección Colombia femenina será el primero de las eliminatorias al Mundial del 2027 contra Perú, a finales de octubre. Katherine Tapia estará allí, firme en el arco, lista para tapar goles y seguir inspirando con cada atajada.Porque si alguien sabe lo que es resistir, es ella. Una Tapia que honra su apellido, que actúa con firmeza ante los balonazos de la vida y que demuestra que, incluso en los momentos más oscuros, se puede volver a ver la luz.
Heriberto Aranguren ha estado varias veces frente a la muerte. Enfrentó el frío de las balas, la soledad del cautiverio y la cercanía del abismo, pero está vivo y por eso asegura que “todos los días de mi vida lo vivo como si fuera el último”. Sirvió por años al Ejército colombiano, enfrentando los años más pesados en la guerra con la extinta guerrilla de las Farc, pero nunca pensó que lo que lo salvó de perder la vida en más de una ocasión fue el ajedrez. Nació en Ibagué, donde de niño aprendió el movimiento de las fichas de ajedrez gracias a unos primos. Nunca imaginó que aquel juego de estrategia, que parecía apenas un pasatiempo infantil, se convertiría en su tabla de salvación décadas después, cuando estuvo a punto de perderlo todo.El día que cambió todoAranguren ingresó al Ejército a los 21 años, no por vocación, sino porque era una oportunidad de empleo estable. Empezó como soldado regular y luego hizo carrera como suboficial. Nueve años después, recién ascendido a cabo segundo, la guerra lo golpeó de frente. Recuerda con claridad y detalles el día en que perdió su libertad: Fue un lunes 22 de junio de 1999, 11:20 de la mañana. Estaba al mando de un pelotón de 40 hombres en Puerto Libertador, Córdoba, cuando desembarcaron de un helicóptero cerca del río San Jorge. Allí, 700 guerrilleros de las Farc los emboscaron.Recuerda que el fuego fue devastador y algunos soldados desesperados se lanzaron al río para escapar de las balas, pero terminaron ahogados por la corriente y el peso de sus armas. Entre las ráfagas, Aranguren vio morir a 35 de sus hombres. Uno de ellos, Montoya, incapaz de resistir el dolor y las heridas, se quitó la vida. Otro, Madarriaga, agonizaba mientras él intentaba arrastrarlo a salvo, hasta que las balas lo obligaron a dejarlo atrás.Heriberto pensó también en quitarse la vida antes de caer prisionero. "El último cartucho lo dejé para mí, yo dije: ‘no me dejo coger vivo’ y ya cuando llegó el momento no fui capaz. Dije, ‘no, cómo me voy a quitar la vida, si me van a matar que me maten ellos’. Me habían pegado un disparo en la costilla, pero los proveedores me salvaron la vida, no más me quedó la pura pólvora ahí pegada". Herido en una costilla, cayó en poder de la guerrilla.El ajedrez en medio del cautiverioComo a cientos de militares y policías, lo secuestraron para forzar un intercambio. Junto a cuatro soldados más, lo hicieron caminar días enteros por el Nudo del Paramillo hasta encerrarlos en una celda de madera de tres por tres metros en un campamento guerrillero. Allí solo los acompañaba una radio y un tablero de ajedrez para salir de la rutina.Entre las partidas de ajedrez demostró su talento y pronto se ganó el apodo de 'el Ajedrecista'. Convenció al jefe guerrillero de que le prestara un cuchillo para tallar en un pedazo de madera un caballo, una pieza que se habían comido los ratones, cuando lo hizo el hombre le puso un reto. "Me dijo: ‘Aranguren, ¿usted es capaz de hacerme un ajedrez para yo enseñarle a mis guerrilleros?’, le dije que claro y lo fabriqué de un metro por metro cuadrado, la reina y el rey medían 20 centímetros, era para que los guerrilleros aprendieran a jugar".El ajedrez fue su compañía, consuelo y disciplina. Cuando otros soldados fueron liberados y él quedó solo, fue el único elemento que le permitió resistir sin enloquecer. Más tarde, en septiembre de 2001, volvió a compartir cautiverio con otros militares y, meses después, con el gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, y su asesor de paz, Gilberto Echeverri. Aranguren calcula que talló más de cien tableros y fichas durante su secuestro. En su casa aún guarda uno de chonta, la madera que encontraban en la selva, firmado por sus compañeros de cautiverio.La fallida operación de su rescateEl 5 de mayo de 2003, durante una fallida operación de rescate autorizada por el entonces presidente Álvaro Uribe, los helicópteros del Ejército irrumpieron en el campamento guerrillero. Lo que parecía la llegada de la libertad para Aranguren y los otros secuestrados se convirtió en horror.Los guerrilleros, al ver llegar las tropas, fusilaron a los secuestrados. Aranguren recuerda los segundos como una eternidad: “Cuando escucho que hay combate me tiro al piso y me meto debajo de mi cama. Empiezo a escuchar disparos encima, me doy cuenta que nos estaban fusilando, ahí recibo el primer disparo en la cabeza, quedé tendido, inmóvil, pero no inconsciente, escuchaba la gritería y la mano de plomo".En ese momento, los guerrilleros de las Farc regresan por orden de su jefe para verificar que los secuestrados estuvieran muertos. "El jefe guerrillero 'El Paisa' dice: ‘devuélvanse y rematen, verifiquen’, quería decir denles tiro en la cabeza para que no quede duda de que se murieron, entonces vienen y le hacen el tiro de gracia a mis compañeros". Él ya había recibido un disparo en la cabeza, lo que le dio una ventaja inimaginable, pues pensaron que ya estaba muerto."El tiro de gracia me lo pegó en la pierna izquierda, me colocó el fusil en la pierna y me voló el fémur, cuando yo abro mis ojos lo primero que veo es mi pierna, porque del impacto del fusil me levantó la pierna, me desbarató el fémur y la pierna me quedó colgando como un pedazo de carne. Cojo la pierna, la tiro para atrás, me volteo y empiezo a ver todos los cadáveres".Herido, improvisó un torniquete y resistió hasta que las tropas lo cargaron en una tabla durante hora y media hasta el helicóptero. En el trayecto, la guerrilla intentó derribar la aeronave, pero una vez más sobrevivió. ¿Qué lo salvó? La chonta, la misma madera con la que por 1.413 días de secuestro estuvo tallando tableros y piezas de ajedrez. "Me salvó la vida porque la cama era de chonta, si hubiera sido madera normal me mata porque es muy blandita". Fueron cuatro años de encierro, soledad y resistencia. De aquel ataque, murieron diez secuestrados y solo tres sobrevivieron.En busca de la pazActualmente la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) se prepara para emitir su primera sentencia en el caso 01, que juzga a los antiguos comandantes de las Farc por los secuestros y Heriberto sigue con atención cada paso del proceso. Ha jugado partidas de ajedrez con algunos de sus victimarios como gesto simbólico de reconciliación.Reconoce que las penas contempladas son más restaurativas que punitivas. “Para el daño que se hizo son muy blandengues, pero fue lo que se firmó en La Habana. Ellos no iban a entregar las armas para irse a la cárcel. Yo no quiero más guerra para mis hijos ni para las nuevas generaciones”. Aunque considera que los avances hacia la paz siguen siendo frágiles y que la violencia persiste con disidencias y bandas criminales, insiste en que todo esfuerzo vale la pena. “Son 13.000 hombres menos disparando y asesinando. Todo lo que se haga por la paz es válido”. Heriberto Aranguren fue un soldado que sobrevivió gracias al ajedrez y hoy es testimonio de la memoria viva de un país herido. Su vida es, como él mismo dice, una partida en la que cada movimiento importa y mientras tenga un tablero y fichas frente a él, seguirá recordando que incluso en medio de la oscuridad, siempre queda una jugada por hacer.
La mañana del 8 de mayo de 2025 quedó marcada como una de las más dolorosas para una familia en Bucaramanga. No fue un atraco, ni un accidente de tránsito común, fue un cable de telecomunicaciones mal instalado el que le cobró la vida a un joven motociclista.¿Qué fue lo que ocurrió?A las 7:17 a. m., un tractocamión circulaba por la calle 45 en sentido occidente–oriente. Al pasar, golpeó algunos de los cables de la zona. Uno de ellos cayó en el carril contrario, justo cuando un motociclista pasaba por allí. El impacto fue fulminante: el cable se enredó en su cuello y lo decapitó.El cuerpo, la moto y la cabeza de la víctima quedaron esparcidos a varios metros de distancia. El motociclista era Diego Fernán Gutiérrez Valderrama, de 28 años, trabajador informal y reconocido en su barrio por su amabilidad y humildad.La noticia sacudió a su familia en cuestión de minutos. Su hermano, Fabián Gil Valderrama, recuerda ese instante como un golpe imposible de asimilar. “Yo estaba esperando a mi hermanito con el desayuno como siempre, cuando llega un amigo llorando a la casa y me dice que su hermano tuvo un accidente, falleció. Dejé la puerta abierta de la casa y me vine corriendo”.Lo que vio al llegar lo acompañará para siempre. “Cuando voy llegando veo la moto de mi hermano tirada, el cuerpo de él en mitad de la carretera y la cabeza en el pare. Estaba el pedazo de cuerda que lo decapitó, decía Telmex Claro”. Cuando se le pregunta si cree que hay responsables por la muerte de Diego, Fabián no duda: “Claro, porque el cable estaba bajito”.A las 8:00 de la mañana, la madre de Diego, Cecilia Valderrama, recibió una llamada que jamás imaginó. Horas antes él la había llevado al trabajo. Corrió al lugar y allí, con sus otros dos hijos, enfrentó la escena para reconocer el cuerpo de su hijo mayor.La investigación del accidenteEl accidente fue atendido por las autoridades locales. Frank Buitrago, agente de tránsito, relató que "escuchamos que el cable se había roto y lo había decapitado el mismo cable. Mirando cámaras pudimos evidenciar que una tractomula iba subiendo, rompe un cable, el cual ocasiona el accidente. El cable era de Telmex". También añadió que en ese horario y por esa vía, no debería estar pasando un tractocamión. "El vehículo contaba con una restricción, por ahí no puede pasar tráfico pesado a menos que cuente con un permiso”.La familia contrató desde ese mismo día una firma de abogados y un equipo de peritos para investigar lo sucedido. “Hicimos un levantamiento topográfico de todo alrededor del sitio en el que ocurrió el evento, encontramos los postes donde estaba sostenida la cuerda que fue reventada por el tractocamión”, explicó Óscar Porras, perito experto en accidentes de tránsito.El hallazgo fue contundente: “[El cable] estaba a 4.25 metros con referencia al suelo y lo reglamentado es una altura superior a cinco metros”, señaló Porras.Efectivamente, el RETIE (Reglamento Técnico de Instalaciones Eléctricas en Colombia) establece que los cables de baja tensión deben instalarse a más de cinco metros de altura. En Bucaramanga, la norma no se cumplió, y la consecuencia fue la vida de un joven trabajador que cada mañana salía a buscar el sustento de su familia.La familia tomó acciones judicialesCon esas pruebas, la familia acudió al abogado José Gregorio Contreras, quien presentó una demanda contra la empresa Claro, el conductor del tractocamión y la Alcaldía de Bucaramanga. “La responsable de este accidente fue la empresa Claro porque no estaba cumpliendo con los requisitos de la altura permitida de los cables”, afirmó el abogado. Pero también apuntó a otras responsabilidades: “El conductor del tractocamión también tendría parte de la responsabilidad. La Alcaldía municipal de Bucaramanga tiene que velar por el control, que estas empresas cumplan el reglamento y por parte de la Alcaldía hay una omisión porque no hay ese control”.Desde la Alcaldía, Richard Alexander Caicedo, jefe de gobernanza, respondió que en la demanda los mencionan "porque el poste estaba en un andén, no estaba en el aire", pero que "la defensa tendrá que establecer en qué medida la Alcaldía ejerció ese hecho de promover los planes para que haya una contigua revisión técnico y preventiva de ese asunto”.Por su parte, el dueño del tractocamión lamentó el accidente y sostuvo que no hubo intención de causar daño:“El conductor no tuvo intención de ocasionarlo", y que si la tractomula tocó el cable es porque estaba más abajo de lo reglamentado. "El seguro dirá las pretensiones que tiene la familia y si hay responsabilidad de nosotros por la tractomula”.La respuesta de ClaroLa empresa Claro emitió un comunicado el 22 de agosto, en respuesta a Séptimo Día: “A la fecha Comcel S. A., Claro, no ha sido vinculada ni requerida por autoridad judicial alguna con el objeto de esclarecer los presuntos hechos enunciados en su comunicación, por tal razón la compañía no realizará entrevistas relacionadas con este lamentable accidente”.Mientras tanto, el caso de Diego se suma a un debate más amplio. En el Congreso se estudia un proyecto de ley que busca no solo reducir la contaminación visual sino también prevenir tragedias como esta. El representante Modesto Aguilar lo explicó: "Este proyecto de ley busca establecer la obligatoriedad de que las redes de telecomunicaciones sean soterradas, esto para que las autoridades tanto nacionales como distritales y municipales y tengan la vigilancia y el control”.
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