La Laguna de Sonso, ubicada en el municipio de Buga, en Valle del Cauca, se erige como el espejo de agua más grande del suroccidente colombiano y uno de los humedales más importantes del país. Noticias Caracol en vivo hizo un recorrido por este hermoso lugar. >>> Más de la COP16: Activista Francisco Vera insta a la COP16 desde el exilio: "Lo que está en riesgo es la vida"Con 745 hectáreas de espejo de agua y 1300 hectáreas de zona amortiguadora, este santuario natural no solo es un refugio para la vida silvestre, sino también un símbolo de la lucha por la conservación ambiental en Colombia. En el marco de la COP16, los ojos de los visitantes se posan sobre este paraíso de biodiversidad, que ofrece una experiencia única para quienes lo recorren.Es el humedal más grande del occidente colombianoLa Laguna de Sonso, ubicada entre los municipios de Buga, Yotoco y Guacarí, se extiende por 2045 hectáreas que incluyen el cuerpo de agua y su entorno. Este humedal es el principal de la planicie pluvial del río Cauca y está inserto en el ecosistema estratégico de bosque seco tropical inundable, uno de los hábitats más amenazados de Colombia. Álvaro José Aguilar, representante legal de la organización Agua de Sonso, destaca la importancia de este humedal: “Es el último humedal de relevancia en el occidente colombiano. La biodiversidad que aquí se encuentra es inmensa; prácticamente toda la fauna y flora del Valle del Cauca se pueden ver aquí”.La Laguna de Sonso es un ecosistema en peligroA pesar de su valor ecológico, la laguna enfrenta múltiples amenazas, siendo la más destacada en la presencia de especies invasoras como el búgulo de agua y el pasto alemán. Sin embargo, la comunidad local no ha permanecido de brazos cruzados. Liderada por personas como Daniela Gómez, han implementado soluciones creativas para enfrentar estos desafíos, utilizando técnicas de manejo de paisaje y procesos artesanales. “Extraemos manualmente el búgulo de agua y, a través de un proceso de tejido, lo convertimos en piezas de arte. De esta forma, revertimos parte del daño causado por estas especies invasoras”, explica Gómez.La Laguna de Sonso es un paraíso para los amantes de la naturaleza, especialmente los observadores de aves. Se han registrado aproximadamente 118 especies de aves, 98 residentes y 20 migratorias, lo que convierte a este humedal en un destino de avistamiento sin igual. Entre los mamíferos, se han identificado 16 especies, incluyendo el chigüiro, el armadillo común y felinos como el yaguarundí, también conocido como puma de sabana. “Aquí podemos encontrar especies que, con cuidado y protección, podremos seguir observando, asegurando su preservación para las futuras generaciones”, recalcó Jhonatan Bedoya, sobre la conservación de este espacio.Además de su valor como hábitat para diversas especies, la Laguna de Sonso es rica en recursos hídricos. Recibe aportes de aguas subterráneas y de varios afluentes, entre ellos los ríos Guadalajara y Sonso. Este flujo constante asegura la vitalidad del ecosistema, permitiendo la subsistencia de la flora y fauna que la habitan.La Laguna de Sonso tiene un futuro bajo amenazaA pesar de los desafíos, la Laguna de Sonso sigue siendo un ejemplo de la riqueza natural de Colombia y del compromiso de las comunidades locales por conservarla. Este humedal, cargado de biodiversidad y paisajes inigualables, ofrece no solo un refugio para la vida silvestre, sino también un espacio de paz y reconexión con la naturaleza. Como bien lo resumió Daniela Gómez, “la laguna no solo es agua, es vida, es cultura, es esperanza”.En medio de los debates sobre la crisis climática en la COP16, la Laguna de Sonso se erige como un recordatorio de lo que está en juego y de la importancia de proteger nuestros ecosistemas más valiosos.>>> Le puede interesar: Derechos de la naturaleza: 15 ecosistemas colombianos están protegidos por la justicia
El Chocó biogeográfico es una de las regiones más biodiversas del planeta, un territorio que abarca desde el norte de Ecuador hasta Panamá, incluyendo humedales, ríos caudalosos, imponentes selvas, y los manglares más extensos de Sudamérica.>>> También le puede interesar: La minería ilegal amenaza a un paraíso natural en Colombia: así buscan frenarlaCon más de 2 mil especies de fauna y flora, es un tesoro natural que se extiende por187.400 kilómetros cuadrados. Según Mailer Mosquera, guía en Bahía Solano, "Es uno de los lugares más biodiversos de nuestro planeta, aquí lo tenemos todo". Este espacio no solo guarda un patrimonio natural invaluable, sino que también conecta a sus habitantes con su pasado, presente y futuro, como destaca Jorge Enrique Murillo Palacios: "Nos conecta con el pasado, el presente y nuestro futuro".En Colombia, el Chocó biogeográfico cubre los departamentos de Valle del Cauca, Cauca, Nariño y, por supuesto, Chocó, ocupando solo el 2% de la superficie terrestre, pero albergando una riqueza natural que le ha ganado el título de ser "el corazón de nuestra biodiversidad". Pablo Palacios Rodríguez, biólogo investigador, afirma: “Por esta extensión del Chocó biogeográfico, podemos encontrar una gran cantidad de vida que uno no imagina hasta estar ahí”.El Pacífico colombiano también es hogar de las majestuosas ballenas jorobadas, que migran desde la Antártida en busca de las cálidas aguas para aparearse y dar a luz. Acompañadas de tortugas marinas, delfines, tiburones, y una gran variedad de especies marinas, estas aguas son refugio y sustento para muchas formas de vida. El océano no es el único atractivo del Chocó biogeográfico Pero el océano no es el único atractivo de esta región; al interior de sus selvas húmedas tropicales, habitan pequeños tesoros como la rana venenosa Kokoí (Oophaga histriónica) y el sapito arlequín (Telopus), endémico del Chocó. Sin embargo, su supervivencia está amenazada por la pérdida de hábitat y el tráfico ilegal, un problema que, según Mailer Mosquera, podría hacer desaparecer a estas especies en unas pocas décadas si no se toman medidas: “Si seguimos así, al 2050 las probabilidades de no tener ranas van a ser muy altas”.Además de su fauna, el Chocó alberga los más grandes ecosistemas de manglares en el país, fundamentales para la biodiversidad marina y la sostenibilidad de las comunidades costeras. Natasha Valencia, bióloga marina de WCS Colombia, explica: "Los manglares son un ecosistema estratégico de transición entre el bosque terrestre y el marino, sostienen muchas cadenas alimenticias y son la base de la sostenibilidad financiera y alimentaria de las comunidades". Un ejemplo de esta relación es la comunidad de Tribugá, donde la recolección sostenible de la piangua, enseñada de generación en generación, permite a los habitantes vivir en armonía con el manglar. Según Aida Leidis Palacios Moreno, gestora cultural en Tribugá, "De generación en generación, nuestras abuelas enseñaron a nuestras madres, y nosotras a nuestros hijos, a cuidar y conservar el manglar, usándolo de manera responsable y sostenible".Este equilibrio entre la conservación y la subsistencia humana es lo que ha permitido que el Chocó biogeográfico siga siendo uno de los lugares más ricos en biodiversidad en el mundo. Como concluye el biólogo Pablo Palacios Rodríguez: "Gran parte de la conservación que tenemos hoy día proviene del trabajo que han hecho las comunidades históricamente en este territorio". Sin embargo, las amenazas persisten, y con ellas, la necesidad urgente de acciones para preservar este ecosistema único para las generaciones futuras.>>> También puede leer: En El Cerrejón buscan el equilibrio entre la actividad minera y la restauración ecológica
La industria de la moda está dejando una huella devastadora en el planeta, siendo la segunda más contaminante después de la industria petrolera. Un ejemplo alarmante de este impacto es el sector textil, que genera 92 millones de toneladas de desechos sólidos anualmente y emite 1,715 millones de toneladas de dióxido de carbono, una producción para nada sostenible.>>> También puede leer: La minería ilegal amenaza a un paraíso natural en Colombia: así buscan frenarlaImágenes impactantes de montañas de ropa en el desierto de Acatama, en Chile, reflejan este problema, donde grandes cantidades de prendas desechadas, no biodegradables, terminan acumulándose. En Colombia, la situación es similar: solo en Bogotá, se generan 318 toneladas diarias de residuos textiles, de los cuales el 97% podrían reutilizarse, pero acaban en rellenos sanitarios como el de Doña Juana. El reciclaje de estos materiales en el país apenas alcanza el 5%, lo que resalta la necesidad urgente de una transformación en los hábitos de consumo y en la gestión de residuos.Una empresa textil hace la diferenciaA pesar de este panorama desolador, algunas empresas están respondiendo al llamado de la sostenibilidad. Lafayette, una empresa textil colombiana con más de 80 años de historia, está a la vanguardia de esta transformación. La compañía ha invertido en tecnología de punta para reducir el impacto ambiental, reutilizando plásticos como las botellas PET, que son recicladas y convertidas en poliéster para la creación de telas sostenibles. Desde el triturado del plástico hasta la formación de fibras e hilos, el proceso no consume agua, lo que lo convierte en un ejemplo de prácticas responsables en la industria.El compromiso de Lafayette con la sostenibilidad no solo incluye la producción de materiales ecológicos, sino también la reducción de emisiones y el ahorro energético. Las cifras lo respaldan: para fabricar un chaleco se requieren 8 botellas recicladas, mientras que un pantalón puede necesitar hasta 18. Estos números reflejan un cambio de paradigma en el que la industria textil empieza a mirar cada etapa del proceso con un enfoque más sostenible.Producción sostenible de otras marcasMedellín, epicentro de la industria textil colombiana, también alberga iniciativas destacadas. El Grupo Crystal, responsable de marcas como Gef, Punto Blanco y Baby Fresh, ha implementado importantes cambios en sus plantas de producción. En su planta de Marinilla, Antioquia, han instalado uno de los techos solares más grandes de Colombia, lo que ha permitido una significativa reducción de emisiones de CO2 y un aprovechamiento máximo de la luz solar. Además, el 99% de la iluminación en sus instalaciones es LED, lo que refuerza su compromiso con la sostenibilidad.El uso responsable del agua es otra prioridad. La cadena de producción en el Grupo Crystal involucra procesos de teñido y acabados que demandan grandes cantidades de agua, pero han logrado reducir ese consumo significativamente. Gracias a sistemas de tratamiento, el agua utilizada es purificada y devuelta al río, un ejemplo claro de gestión responsable de los recursos hídricos.El compromiso con la sostenibilidad en esta industria no se detiene en la producción de prendas. Desde 2019, el Grupo Crystal ha eliminado el uso de bolsas de plástico difíciles de reciclar, reemplazándolas por opciones biodegradables. Incluso los maniquíes y las etiquetas de las prendas han sido repensados, utilizando materiales reciclados y bagazo de caña de azúcar. Este esfuerzo se extiende a la decoración de sus tiendas, donde los residuos textiles se reutilizan para crear muebles y otros elementos decorativos.Además, el grupo ha empoderado a comunidades como Hilos de Esperanza, donde 2.000 mujeres utilizan los residuos de tela para crear nuevas piezas, dándoles una segunda vida a estos materiales y fomentando la inclusión social y económica.A través de estas acciones, la industria textil en Colombia está mostrando que la sostenibilidad no es solo una opción, sino una necesidad imperante. Empresas como Lafayette y el Grupo Crystal están demostrando que es posible reducir el impacto ambiental mientras se mantiene la competitividad en el mercado. Estos esfuerzos son un recordatorio de que todos, desde los productores hasta los consumidores, debemos asumir la responsabilidad de promover un futuro más sostenible para las generaciones venideras.>>> También puede leer: Historia de tres proyectos innovadores que dan ejemplo de sostenibilidad en Colombia
En un evento llevado a cabo en Cali el pasado 19 de octubre, el Gobierno Nacional presentó al mundo la primera Policía del Agua, un cuerpo de élite conformado por 8.000 agentes cuyo objetivo es proteger las fuentes hídricas del país. Este grupo especializado está encargado de prevenir y combatir los delitos ambientales que afectan los recursos hídricos, como la minería ilegal, la contaminación industrial y el narcotráfico, actividades que han tenido un grave impacto sobre ríos, lagos y humedales.La presentación de esta nueva fuerza policial se realizó como preámbulo a la COP16, un importante evento internacional sobre biodiversidad y medio ambiente que se llevará a cabo en noviembre de este año. En la ceremonia estuvieron presentes la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, el director de la Policía Nacional, general William René Salamanca, y varios representantes diplomáticos, entre ellos George Hodgson, embajador británico en Colombia.Un cuerpo innovador para enfrentar desafíos ambientalesDurante el evento de lanzamiento, la ministra destacó que esta acción es un ejemplo claro del compromiso del país con la paz y la preservación del medioambiente, señalando que "hacer Paz con la Naturaleza" es uno de los principales objetivos de Colombia en el contexto actual, especialmente a las puertas de la COP16. "Van a tener misiones tanto de investigación con una capacidad integrada de investigación criminal como de prevención, trabajando con las comunidades, realizando jornadas de limpieza y apoyando a las autoridades ambientales de todo el país," aseguró Muhamad.El plan incluye la colaboración entre la Policía de Carabineros, el cuerpo de Inteligencia y la Policía Judicial, con el fin de identificar y desmantelar las redes criminales responsables de la contaminación y el saqueo de los recursos hídricos.Funciones y estrategias del nuevo cuerpo policialLa Policía del Agua no solo actuará a través de patrullajes y operativos en zonas críticas, sino que también jugará un rol educativo, promoviendo una cultura de conservación y uso responsable del agua entre las comunidades. Un aspecto clave de este esfuerzo es el Centro Integrado de Investigación Criminal e Inteligencia para la Protección del Agua, que permitirá a la Policía anticiparse a los riesgos mediante análisis y estudios científicos sobre la situación de los recursos hídricos. Esta iniciativa busca prevenir desastres ambientales y garantizar la preservación de fuentes de agua esenciales, como los páramos y embalses del país.La nueva Policía del Agua cuenta con el apoyo de agencias internacionales, entre ellas Naciones Unidas, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, el cuerpo se beneficiará de la cooperación técnica de laboratorios especializados, como el Laboratorio de Química Forense, que podrá detectar niveles de contaminación en cuerpos de agua y colaborar con investigaciones judiciales para sancionar a los responsables de los daños ambientales.Durante el evento, Susana Muhamad, ministra de Ambiente, resaltó la importancia de esta nueva fuerza policial para lograr un desarrollo sostenible y enfrentar la crisis climática que afecta al país. "No podemos hablar de paz sin proteger nuestra naturaleza. La creación de la Policía del Agua es un acto de paz, un compromiso por cuidar el recurso más valioso que tenemos", comentó la ministra.Acciones concretas y resultados tempranos de la Policía del AguaDesde su formación, la Policía del Agua ha realizado más de 400 capturas y ha impuesto 881 sanciones relacionadas con delitos ambientales en regiones como Cundinamarca, Antioquia, Valle del Cauca y Nariño. Además, han recuperado 43 fuentes hídricas afectadas por actividades ilegales.El impacto positivo de este cuerpo también ha sido reconocido a nivel internacional. La Asociación Internacional de Jefes de Policía otorgó a la Policía Nacional de Colombia el premio mundial al liderazgo en la lucha contra los delitos ambientales, un reconocimiento que será entregado en Boston, Estados Unidos, el próximo martes.Por su parte, el general Salamanca resaltó que la Policía del Agua es la primera de su tipo en el mundo, compuesta por hombres y mujeres altamente capacitados para llevar a cabo operativos de prevención, recuperación de cuerpos de agua y concientización comunitaria. Hasta el momento, más de 8.000 agentes han sido entrenados en técnicas avanzadas para la protección de ríos, lagos, embalses, páramos y humedales. Durante 2024, ya se han logrado importantes avances como la recuperación de 43 fuentes hídricas y la realización de más de 400 capturas por delitos ambientales.Medidas de seguridad y desarrollo en Cali por la COP16Entre tanto, en el centro de Cali se han tomado nuevas medidas para reforzar la seguridad de los turistas durante la COP16. Los vendedores ambulantes recibirán nuevo mobiliario y formarán parte de la "zona verde" del evento, lo que busca dignificar su labor y aumentar sus oportunidades de venta. Melisa Vergara, secretaria de Desarrollo Económico de Cali, afirmó que "estamos dignificando su labor, aumentando su exposición y sus ventas durante la COP, y este mobiliario nos permitirá, después de la COP, ordenar el centro y hacerlo disfrutable para todos los caleños."Jairo Jiménez, un vendedor beneficiado, comentó que estas mejoras permitirán "tener más presencia y más capacidad para atender al visitante de la ciudad, como el que llega del exterior. Esto no se vuelve a ver."En el contexto de estas transformaciones, la zona verde, la zona azul y los principales corredores de la capital contarán con la presencia del Ejército y la Policía, además del uso de nuevas tecnologías, como los halcones de la Policía y los nuevos vehículos tácticos de las fuerzas militares.Con la creación de la Policía del Agua y estas iniciativas en Cali, Colombia reafirma su compromiso con la preservación de sus recursos hídricos y la mejora de la calidad de vida de sus habitantes.
Bajo la sombra de los majestuosos Ríos Voladores que parecen colgar del cielo, bañando las montañas y los valles con su humedad infinita, se extiende el último bosque húmedo montano del país, el Bosque Galilea, una joya verde escondida a los pies de la cordillera oriental, que conecta cielo y tierra para nutrir la vida en sus 36 mil hectáreas de vegetación. Desde lo más alto de los árboles hasta las raíces que abrazan la tierra, en cada rincón de este edén la naturaleza se despliega en su forma más pura y ancestral. La comunidad de la miel está ahí para protegerlo.Lo que hace la comunidad de la mielA tan solo dos horas y media a caballo desde Villarica, Tolima, uno de los pocos pueblos que se benefician de la cercanía de este imponente bosque, un grupo de campesinos se ha embarcado en una cruzada para proteger este ecosistema olvidado por muchos. Entre ellos se encuentra David Parra, un joven que, junto a sus compañeros, se ha convertido en guardabosques del Galilea. En sus chalecos verdes llevan un lema que resuena con fuerza: Juntos por la conservación de Galilea.El recorrido hacia el corazón del bosque es desafiante. Las angostas trochas serpentean entre árboles gigantescos y bromelias colgantes, obligando a los caminantes a bajar del caballo en más de una ocasión. Pero para estos guardianes de la naturaleza el esfuerzo vale la pena. Mientras avanzan, David explica cómo, durante décadas, la tala indiscriminada y la caza furtiva hirieron profundamente este ecosistema, casi el 70% del bosque fue talado y muchas especies, como el totumo y varias variedades de canelos, se perdieron casi por completo.Sin embargo, la historia de Galilea ha comenzado a cambiar. Al internarse en lo más profundo del bosque, entre la sombra de robles centenarios y helechos gigantes, se respira un aire de esperanza. David muestra con orgullo el musgo que recubre los árboles, una alfombra esponjosa que retiene la humedad y garantiza la vida en el bosque. Para él, este rincón del planeta no solo es su hogar, sino también un refugio para la biodiversidad. Es el hogar de más de 389 especies de fauna, entre ellas las abejas, las verdaderas protagonistas de esta historia.Las abejas, esenciales para el ecosistemaEn lo más profundo del bosque, estas diminutas criaturas, con apenas 1,5 centímetros de tamaño, se han convertido en aliadas insustituibles para la regeneración del ecosistema. Los campesinos de Galilea, ahora convertidos en apicultores artesanales, han introducido las abejas en este entorno natural, sabiendo que son las únicas capaces de polinizar los árboles que se alzan hasta los 40 metros de altura. El ciclo vital del bosque depende de ellas, sin las abejas, el equilibrio de este paraíso se rompería.Con cuidado y paciencia, los guardabosques han aprendido a extraer miel de las colmenas que, en su mayoría, pertenecen a la especie Apis Mellifera, una abeja africana. El apiario más simbólico de todos se llama El Comino, llamado así por los árboles de esta especie que rodean el lugar, un árbol que en su día estuvo al borde de la extinción, pero que ha renacido gracias a los esfuerzos de los campesinos y las abejas. La miel que se produce en Galilea no solo endulza los paladares, sino que también simboliza una fuente de economía sostenible para los campesinos, quienes rechazan las prácticas comerciales a gran escala, y en su lugar, se enfocan en métodos tradicionales que permiten a las abejas seguir siendo las guardianas del bosque.En medio del zumbido constante de las colmenas, los campesinos han encontrado una conexión profunda con la naturaleza, las abejas les han enseñado sobre cooperación y convivencia y el bosque les ha devuelto el equilibrio que una vez se perdió. David explica cómo la miel que producen tiene un sabor único, impregnado del néctar de los árboles nativos del Galilea, como la Almanegra, que le da a la miel un sabor inconfundible y silvestre.El trabajo de los guardabosques no solo se limita a la protección del bosque y la producción de miel. Durante los últimos tres años han instalado cámaras trampa en diferentes áreas del Galilea para monitorear la fauna. Las abejas, al transportar polen de un lugar a otro, permiten la reproducción de animales en peligro de extinción, como el oso de anteojos y el mono churuco, permitiéndoles encontrar en este bosque su hogar. Con un sentido profundo de respeto por la naturaleza, los guardabosques de Galilea han logrado monitorear y proteger el entorno mediante cámaras trampa que permiten observar cómo la fauna local ha ido recuperando su espacio, lo que para los campesinos es un signo de que sus esfuerzos están dando frutos.El día en Galilea comienza temprano, con el empaquetado cuidadoso de la miel que luego será distribuida en los pueblos vecinos. Los guardabosques sueñan con llevar esta miel silvestre, 100% natural, a la capital. En lo más alto de la montaña, a 1.700 metros de altura, mientras el sol se oculta, la niebla envuelve los árboles y las abejas siguen zumbando en la distancia, la comunidad de la miel se reúne alrededor de una fogata para compartir sus saberes ancestrales. En este ambiente de camaradería, se transmite de generación en generación el conocimiento sobre la apicultura, la protección del bosque y la importancia de vivir en armonía con la naturaleza.David y su equipo de guardabosques tienen claro su objetivo: seguir cuidando y conservando el bosque para que futuras generaciones puedan disfrutar de este paraíso natural. A pesar de las dificultades, como la falta de acceso y recursos, su compromiso con la tierra que los vio nacer es inquebrantable. Con la miel silvestre de Galilea, no solo se endulzan los días, sino que se construye un futuro más sostenible para todos.
En Colombia, 14,6 millones de personas padecen la inseguridad alimentaria, es decir que no acceden a las tres comidas diarias. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, define la seguridad alimentaria como el acceso de todas las personas a alimentos seguros, nutritivos y suficientes, eso implica que estén disponibles y que obtenerlos sea social y económicamente posible.Esa misma organización señala que la situación en Colombia es moderada o grave.Mercedes Benavides, que está entra los 14,6 millones de personas que padece inseguridad alimentaria en Colombia, cuenta que “si hay para hacer el caldito de papa se hace caldito, y si no se toma una aguapanela con una tostada y hasta las 12, que se hace la librita de arroz; y si hay plátano se hace una tajada, y se ayuda el plato que no quede pelado ahí”.Hace algunos años en su mesa no faltaban las tres comidas diarias. Hoy, a sus 78 años, poder comer siquiera una vez es toda una proeza que su hija le ayuda a lograr porque en su hogar ya “no se come huevo, no se come pescado, no se come pollo, no hay para eso, la plata no alcanza”.¿Qué diferencia hay entre inseguridad alimentaria moderada y grave?Cuando se habla de inseguridad alimentaria moderada se refiere a que las familias tienen un déficit en cantidades pequeñas de comida al día, se come poca proteína o verdura.Más delicada aún es la inseguridad alimentaria grave, que es cuando el plato se ve prácticamente vacío. En el país, 2.663.000 personas están en esa condición.Agustín Zimmermann, representante de la FAO en Colombia, asegura que “no hubo reducción en la inseguridad alimentaria grave, que se mantuvo alrededor del 4,8%”, una situación que “afecta más a los hogares que tienen cabeza de hogar de mujeres y también afecta más a los hogares con mayor vulnerabilidad”.Darío Fajardo, antropólogo docente de la Universidad Externado, dijo que “lo que era la generación de los alimentos básicos la teníamos nosotros, y a partir de la implementación de los tratados de libre comercio comenzamos a perder esas posibilidades”.“De ser un país que se autoabastecía, pasamos a ser un país que hoy tiene básicamente un 40% de importación de alimentos para satisfacer su demanda alimentaria”, añadió.Situación en Colombia por inseguridad alimentariaSegún las cifras oficiales, de 42,9 millones de hectáreas aprovechables, solo se usa el 13%, es decir, unos 5,5 millones de hectáreas.Entre tanto, en el departamento del Meta, calificado como despensa agrícola de Colombia, solo el 22% de su superficie es destinada para agricultura. Y mientras esto pasa, el país importa el 40% de los alimentos que se consumen.Pese a esto, allí se está tejiendo una red de abastecimiento de alimentos que cosecha seguridad alimentaria. Por ejemplo, en la vereda Asomillanito, en cada hectárea, hay un cultivo de guayaba, papaya, mandarina, maracuyá y plátano.Con esta iniciativa de la FAO y Ecopetrol, los mismos campesinos venden lo cosechado a través de sus propias asociaciones de productores de leche, queso, pescado, agricultores de plátano, yuca, papaya y limón, entre otros.Al año, todas estas familias están vendiendo directamente 450 millones de pesos en alimentos. Juan Gabriel Ortiz, líder de desarrollo rural inclusivo en Ecopetrol, sostiene que “la red, desde el 2019 en su primer ciclo vinculó 496 familias, y en este segundo ciclo, que inició el año pasado y esperamos llegar a 2027, tenemos como meta vincular a 3.000 familias de 6 municipios del departamento”.Cultivar, abastecer y saborear lo propio, velando por la seguridad alimentaria de la gente, es el gran reto que tiene Colombia, un país privilegiado y con un 87% de tierras fértiles que no están al servicio de la siembra de alimentos.
Los Farallones de Cali, un paraíso natural que se erige en la cordillera occidental de Colombia, se enfrentan a una de las amenazas más graves en su historia: la minería ilegal. Esta actividad, impulsada por la búsqueda de oro y otros minerales, ha provocado una crisis ambiental y social sin precedentes. En las últimas semanas, la cadena de explosiones que resonaron en las montañas no solo puso de manifiesto la magnitud del problema, sino que también evidenció la lucha incesante de las autoridades por recuperar un territorio que se ha visto devastado por el afán de lucro de unos pocos.>>> Le puede interesar: Contaminación del aire, mayor riesgo ambiental para salud humana: ¿qué estamos respirando?Un operativo de gran envergadura, compuesto por policías y militares, se inició con un ascenso desde el Chalet, en la base del Parque Natural. La travesía, que se extiende por cinco horas, es un desafío físico y mental. Mientras los uniformados avanzan, el desgaste se vuelve evidente, y el aire se torna más frío a medida que ascienden. La belleza natural que rodea el camino contrasta con el sufrimiento que se percibe a medida que la tierra, antes fértil y rica en biodiversidad, se convierte en un paisaje desolador marcado por la acción humana. La presencia de túneles, socavones y trinchera tras trinchera evidencia la intervención destructiva de los mineros ilegales que han tomado posesión de estas montañas.El costo de esta minería descontrolada es alarmanteLas estadísticas revelan que casi mil personas han llegado a los Farallones atraídas por el auge del precio del oro, que se duplicó durante y después de la pandemia. Este fenómeno ha dado lugar a una verdadera invasión de la montaña, donde los mineros operan en condiciones precarias, arriesgando sus vidas y las de quienes habitan la región. Las actividades mineras han contaminado los cuerpos de agua que alimentan a la ciudad de Cali, lo que genera un grave problema de salud pública para sus habitantes. La tala indiscriminada de árboles y el uso de mercurio en el proceso de extracción han sido letales para la fauna y la flora local, alterando irremediablemente el ecosistema.A medida que la expedición avanza, los participantes se encuentran con un campamento minero ilegal que, según se informa, es uno de los más grandes de la zona. Las imágenes grabadas por un agente encubierto de la Policía de Carabineros retratan un entorno caótico y peligroso. La escena es inquietante: ruidos ensordecedores de maquinaria, la presencia de sustancias químicas y el olor fuerte y nauseabundo del mercurio invaden el aire. Casi 200 mineros trabajan de manera incansable, sin equipo de protección ni medidas de seguridad, expuestos a un entorno que representa un riesgo mortal.La situación se torna aún más crítica al reflexionar sobre la historia reciente de estos territorios. Antes, las montañas de los Farallones eran un refugio de biodiversidad, hogar de innumerables especies de flora y fauna. Ahora, los vestigios de esa riqueza natural han sido reemplazados por un paisaje árido y envenenado. La fauna, que alguna vez prosperó en estos ecosistemas, ahora sufre las consecuencias de la contaminación, y los habitantes de la región, muchos de los cuales dependen de estos recursos para su subsistencia, se ven amenazados por la escasez de agua potable y el deterioro de su entorno.Así fue el operativo para erradicar la minería ilegalLa operación de erradicación de la minería ilegal se vuelve cada vez más crucial. Con la llegada de un helicóptero, que trae consigo explosivos, alimentos y agua potable, se pone en marcha un plan que busca desmantelar las instalaciones mineras y devolver la salud a estas montañas. Los ingenieros de la empresa de explosivos se preparan para llevar a cabo una serie de detonaciones que buscan destruir los socavones y frenar la expansión de la minería ilegal. Este esfuerzo no es solo una cuestión de recuperar el control territorial; es un acto de restauración de la vida misma.Las explosiones resuenan en la montaña, resonando como un eco de la lucha entre el bien y el mal, entre la vida y la destrucción. La historia de los Farallones de Cali no es solo un relato de recursos naturales, sino un testimonio de la vida de quienes han quedado atrapados en esta espiral de violencia y explotación. Los relatos de aquellos que han perdido a seres queridos en los socavones o que han visto su hogar amenazado por las incursiones mineras son un recordatorio del impacto humano detrás de esta crisis ambiental.Mientras la operación avanza, las autoridades comienzan a descubrir la red de distribución de mercurio que alimenta la minería ilegal en la región. La detención de una de las distribuidoras clave marca un hito en esta batalla, pero también revela la complejidad del problema. La minería ilegal está intrínsecamente vinculada a dinámicas sociales y económicas que trascienden la simple extracción de recursos. Muchos de los mineros son personas que, empujadas por la pobreza y la falta de oportunidades, han visto en la minería una salida a su situación. Sin embargo, esta solución temporal conlleva un costo enorme para su salud, la seguridad de sus comunidades y el medio ambiente.A medida que las autoridades continúan su lucha contra la minería ilegal, se hace evidente que se trata de una batalla en curso. La situación en los Farallones de Cali subraya la necesidad de una acción coordinada y sostenida para abordar las raíces del problema. La lucha no solo debe centrarse en erradicar la minería ilegal, sino también en ofrecer alternativas viables y sostenibles a las comunidades afectadas. La educación, la creación de empleos y la implementación de políticas públicas que promuevan el desarrollo sostenible son esenciales para romper el ciclo de pobreza y explotación que ha llevado a tantos a buscar fortuna en la minería.La historia de los Farallones de Cali es una lección sobre el costo de la codicia humana y la necesidad urgente de proteger nuestro planeta. La contaminación del agua, la destrucción del medio ambiente y el peligro para la vida humana son desafíos que no pueden ser ignorados. Mientras las autoridades se esfuerzan por recuperar el control de estas montañas, se vuelve imperativo que todos tomemos conciencia de la importancia de preservar nuestro entorno y luchar contra la minería ilegal en todas sus formas. La montaña, que una vez fue un símbolo de vida, debe volver a ser un refugio para las generaciones futuras. La lucha continúa, y el futuro de los Farallones de Cali depende de nuestras decisiones hoy.>>> Le recomendamos leer: Proyectos de energías limpias: más allá de paneles solares o plantas eólicas
El Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá no solo es el principal punto de conexión para millones de viajeros que recorren Colombia y el mundo, sino que también es un ejemplo pionero de sostenibilidad en América Latina.>>> Le puede interesar: La salud del agua dulce: río Magdalena, entre la vida y la muerteSegún cifras oficiales, en 2023 pasaron por sus instalaciones cerca de 40 millones de pasajeros y para finales de 2024 se espera que esa cifra ascienda a 44 millones. A primera vista, los viajeros perciben un aeropuerto moderno, equipado con tecnología de última generación: módulos de autocheck-in, máquinas autónomas para la entrega de equipaje, lectores automáticos de pasabordos y sistemas de control biométrico, entre otros servicios. Sin embargo, detrás de esta operación eficiente, El Dorado lleva a cabo una estrategia de sostenibilidad que no siempre es visible para los usuarios.El Dorado ha tenido un ahorro energético del 50% en iluminaciónMauricio, uno de los responsables de los proyectos ambientales del aeropuerto, explica con detalle el alcance de las iniciativas que han implementado: “Para el año 2025 esperábamos una reducción de la huella de carbono del 58%, pero para 2022 ya habíamos logrado una disminución del 78%”. Esta reducción es el resultado de una serie de medidas, como la modernización del sistema de iluminación. Durante la pandemia, en un contexto de incertidumbre global, El Dorado decidió transformar toda la iluminación de las áreas concesionadas, reemplazando más de 25,000 luminarias por nuevas unidades de alta especificación. El resultado fue un ahorro energético del 50% en iluminación, lo que se traduce en una reducción del 25% del consumo total de energía en estas áreasAdemás, el aeropuerto ha optimizado el uso de otras infraestructuras. Mauricio explica que han implementado sistemas inteligentes para que equipos como rampas y ascensores operen solo cuando es necesario. “El Dorado es una operación 24/7, pero no necesitamos que todos los equipos consuman energía constantemente. Hemos diseñado un sistema que asegura que se utilicen únicamente cuando se requiere, lo que nos permite optimizar el consumo en todo momento”.Pero la sostenibilidad del aeropuerto no se detiene en la energía. El Dorado cuenta con su propia Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), una infraestructura que procesa el agua que circula en sus 1,000 hectáreas. Jenny, una de las ingenieras encargadas de la planta, detalla su funcionamiento: “Tratamos aproximadamente 90.700 metros cúbicos de agua cada mes, lo que equivale a unas 36 piscinas olímpicas. El agua que tratamos aquí proviene de todos los servicios del aeropuerto, desde los baños hasta las cocinas de los restaurantes, y luego la devolvemos en buenas condiciones al río Bogotá”. Esta planta es un ejemplo claro del compromiso de El Dorado por reducir el impacto ambiental y gestionar de manera eficiente los recursos hídricos.Aprovechan el agua lluvia en El DoradoUna de las iniciativas más destacadas en el ámbito de la sostenibilidad es la recolección y aprovechamiento del agua lluvia. Alejandro, encargado de esta área, explica que el aeropuerto ha implementado un sistema de ecomuros para captar el agua de lluvia que cae sobre las cubiertas. “Recogemos esta agua para diversas actividades, principalmente la limpieza de áreas comunes. Son más de 800 metros cuadrados que mantenemos limpios utilizando únicamente agua de lluvia”. Esta medida, además de reducir el consumo de agua potable, permite reutilizar un recurso vital en una infraestructura de estas dimensiones.>>> Le recomendamos leer: La historia de la conexión desconocida entre los ecosistemas colombianos y la AntártidaEl manejo de residuos es otro de los pilares de la estrategia ambiental del aeropuerto. El Dorado ha desarrollado un sistema de clasificación de residuos que involucra no solo a su personal, sino también a los pasajeros. Puntos ecológicos inteligentes, equipados con escáneres de código de barras, permiten a los viajeros identificar rápidamente dónde deben depositar sus desechos. Alejandro describe cómo este sistema ha mejorado la gestión de residuos: “Casi el 80% de los desechos que recibimos aquí, provenientes de la operación del aeropuerto, como restaurantes, locales comerciales, baños y aviones, se aprovechan. De esos, casi el 50% son residuos orgánicos, que transformamos en abono”. Este proceso ha sido tan exitoso que delegaciones de países como Chile, Ecuador y Perú han visitado El Dorado para aprender sobre sus prácticas de economía circular.En la “zona cero” del proceso de clasificación, Krisbel Sierra, una operadora de 23 años, es una de las encargadas de gestionar los residuos. Para ella, lo que al principio parecía una tarea incómoda se ha convertido en una labor que la llena de orgullo. “Cuando llegué pensé: ‘Uy, meter la mano en la basura, qué feo’, pero luego me di cuenta de que en realidad es chévere. Es chévere porque, de alguna manera, estamos salvando el planeta”, comenta Krisbel, quien trabaja en lo que llaman “el corazón del proceso”, donde cada mes llegan más de 450 toneladas de residuos para ser clasificados.El compromiso de El Dorado con la sostenibilidad también incluye el uso de materiales reciclados en la construcción de sus infraestructuras. En los últimos años, el aeropuerto ha comenzado a utilizar pavimentos sostenibles fabricados con plástico reciclado en sus plataformas y vías. Jenny, encargada de este proyecto, detalla: “Hasta ahora hemos instalado estos pavimentos en 15 metros cuadrados de plataformas y vías de la calle 26. Lo que buscamos es que todas las intervenciones que realicemos en el futuro utilicen este tipo de pavimentos sostenibles, que no solo nos ayudan a reducir los residuos plásticos, sino que también hacen nuestras construcciones más amigables con el medio ambiente”.Gracias a estas iniciativas, El Dorado ha obtenido la certificación LEED Zero Energy, un reconocimiento internacional por su compromiso con la sostenibilidad energética. “No es solo que ahorremos energía”, explica Mauricio, “sino que certificamos que la energía que consumimos proviene de fuentes renovables. Eso es lo que nos convierte en un aeropuerto LEED Zero”.Este enfoque en la sostenibilidad no ha pasado desapercibido. En 2024, por sexta vez y por tercer año consecutivo, El Dorado fue elegido el mejor aeropuerto de Suramérica, según la auditoría Skytrax, que evalúa más de 550 terminales aéreas en todo el mundo basándose en encuestas a pasajeros. Este reconocimiento no solo destaca la experiencia de los viajeros, sino también el compromiso del aeropuerto con el medio ambiente. Como concluye Mauricio: “Lo que queremos es que cada persona que visite El Dorado se identifique con este lugar, que sienta orgullo de que esta infraestructura, a pesar de ser parte de una operación tan grande y compleja, sea también un modelo de sostenibilidad”.El Dorado, una miniciudad dentro de Bogotá, sigue apostando por un futuro más verde, demostrando que el cuidado del planeta no es solo un ideal, sino una realidad en la que todos podemos contribuir.>>> Lea, además: La labor titánica para proteger la muy clave barrera coralina de San Andrés
A lo largo de los 1.528 kilómetros del río Magdalena, un equipo de Noticias Caracol en vivo encontró la vida, pero también los peligrosos lunares que lo tienen en riesgo.>>> Le puede interesar: Contaminación del aire, mayor riesgo ambiental para salud humana: ¿qué estamos respirando?Germán Ferro Medina, director y curador del Museo del río Magdalena, explicó que “hay que recordar que el río es andino y caribeño al mismo tiempo”. Por este viaja la cultura, traducida en bambucos, pasillos, cumbias y tamboras; pero también, por allí viaja la muerte, la violencia, el descuido y la contaminación.“El río es un viaje por la diversidad biológica, cultural y social de Colombia. Es un panorama muy interesante que nos permite ver sus diferencias, su diversidad, sus maneras de ser distintas, que nos obliga a un ejercicio de respeto sobre ese río múltiple, que no tiene una identidad, sino muchas”, manifestó Ferro.Los claros y oscuros del río MagdalenaGermán Ferro subrayó que “si (el río Magdalena) nace a 3.685 metros de altura, pues él va generando a medida que fluye, va buscando el mar y su desembocadura, diversos ecosistemas, múltiples alturas y, por lo tanto, recursos, vegetación, clima, vientos, grupos humanos, actividades. Todo va cambiando y esa es, tal vez, la palabra interesante. Es un río siempre cambiante, siempre se va modificando”.Está es la historia de su afluente, de sus aguas vivas, pero, también, de sus matices, de la contaminación y el cambio climático.El equipo periodístico de Noticias Caracol se dio a la tarea de recorrerlo de la mano de la Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena. Desde el Páramo de Las Papas hasta Bocas de Ceniza, sus tres cuencas, sus 1.528 kilómetros de los cuales 900 son navegables. También aprovecharon para oír a su gente, a su pueblo, escuchar a Colombia en el río.La travesía por el río MagdalenaPara lograr la conexión entre el ser humano y el río, el cabildo Inga Nuna Rumi en San Agustín, Huila, celebra un ritual de entrega a la madre naturaleza, a las aguas de sus nuevos protectores: los niños.Carlos Jamioy, autoridad del cabildo, explicó que “la conexión empieza cuando tú bebes agua del río porque aquí, en esta parte alta, el agua es pura, no está contaminada, entonces esa es la conexión que hay. La conexión es cuando yo vengo al río para conectar mis energías positivas porque el río también contiene energía”El río es una inmensidad en el espacio y en el tiempo: larguísimos años de ocupación en el río, más de 15 mil años.El río tiene la presencia de grupos muy antiguos, que son los que van a desarrollar lo que conocemos como la estatuaria de San Agustín, que tiene declaratoria de patrimonio mundial. El río se llama río Grande, La Magdalena. Lo nombraron así los conquistadores hispánicos que se encuentran con el río. El río ya lleva miles de años de ocupación, pero allí hay un cambio marcante: antes se llamaba el río de Las Tumbas.José Elías Jamioy, exatoridad del cabildo Inga Nuna, indicó que “nosotros conocemos de los ríos de poder, de esos ríos que dan vida, que protegen, que nos dan esa luz de esperanza para poder pasar un trago de agua, para seguir viviendo, para seguir alimentándonos”.Equipo de Noticias Caracol practicó ritual para cruzarloCon el fin de indagar más sobre el río Magdalena, el equipo periodístico de Noticias Caracol participó en el ritual para que se les permitiera cruzar, navegar y conocer el cuerpo de agua.Jamioy manifestó que “el agua nos une y, ojalá, hoy que el ritual que hicimos, que este mensaje, que estas hojas que que tiramos aquí en las aguas, lleguen con ese mensaje a cada uno de los pueblos que habitan”.¿Quiere conocer cómo fue el recorrido por el río Magdalena? Vea el informe completo en el video que aparece al inicio de este artículo.>>> Le recomendamos leer: Proyectos de energías limpias: más allá de paneles solares o plantas eólicas
La Antártida, ese continente inhóspito y enigmático, se alza como una biblioteca natural donde los secretos más antiguos del planeta permanecen congelados en sus profundidades. Lo que parece ser una vasta extensión de hielo y vacío es, en realidad, el testimonio de millones de años de historia terrestre.>>> Le invitamos a leer: Contaminación del aire, mayor riesgo ambiental para salud humana: ¿qué estamos respirando?Así lo afirma el capitán de navío Juan Camilo Forero, director de la Comisión Colombiana del Océano: "Es una biblioteca natural. Tiene los registros de toda la historia del planeta desde que era cálida, cubierta de bosque, con especies mayores por los terrenos inhóspitos en donde hoy tenemos temperaturas extremas bajo cero. Parecería algo ilógico e irrealizable, pero realmente los registros están ahí, en el agua, en el hielo, en el terreno propiamente que está en estudio permanente por los investigadores de todos los países que en este momento hacen presencia en la Antártida".¿Cuánto mide la Antártida?Con 14 millones de kilómetros cuadrados, más de diez veces el tamaño de Colombia, el continente blanco es el territorio más vasto y aislado del planeta. Apenas un 1% de su superficie está libre de hielo, lo que lo convierte en el lugar más frío, seco y ventoso de la Tierra. Sin embargo, también alberga la mayor reserva de agua dulce del mundo, en forma de glaciares milenarios que contienen el 90% del agua potable del planeta. El calentamiento global está generando efectos devastadores en esta región. "El deshielo de todo ese volumen de agua atrapado en los polos indica un riesgo inminente de elevación del nivel del mar", advierte el capitán Forero.La Antártida no solo es un regulador climático, sino que también desempeña un papel crucial en la biodiversidad marina global. Lorenzo Portillo, oceanógrafo e investigador de Invemar, resalta su importancia: "La Antártida se encarga de aportarle al clima global, regulando las temperaturas. Y la corriente de Humboldt, que desciende por Chile y Perú, incluso en algunos momentos llega hasta Colombia. Esta corriente es muy rica en nutrientes, se alimenta de parte de la corriente circumpolar antártica. Tenemos aportes de oxígeno, nutrientes y propiedades físicas y químicas que ayudan a la salud de los océanos".¿Cuál es la conexión entre la Antártida y Colombia?Esa conexión entre la Antártida y los ecosistemas colombianos es vital para la investigación. Colombia, con su programa antártico, ha estado presente en estas investigaciones, buscando respuestas a problemas globales. Forero enfatiza: "Colombia está en la Antártida haciendo ciencia, no solo por la Antártida, sino por nosotros los colombianos. La biodiversidad de nuestro país está estrechamente conectada con los fenómenos geofísicos, atmosféricos y oceánicos que suceden en Antártida. Por eso Colombia quiere ser parte de ese grupo de países que buscan soluciones y alianzas para enfrentar los impactos globales".En enero de 2024, la décima expedición colombiana al continente blanco zarpó desde Buenaventura, pasando por Ecuador, Perú y Chile, hasta llegar a las heladas aguas de la Antártida. Pablo Araujo, investigador de la Universidad Central del Ecuador, se asombra de la biodiversidad que habita estas aguas: "Cuando ves el continente blanco, caminas sobre piedras, agua y hielo. Pero en cuanto pones un pie en el agua, encuentras una cantidad de vida increíble: algas, focas, pingüinos, ballenas, orcas, delfines, aves. La cantidad de vida que hay en la Antártida es lo que más me llama la atención".Las ballenas jorobadas, por ejemplo, son una de las principales embajadoras de las aguas antárticas. Andrea Bonilla, investigadora de la Universidad de Cornell, ha sido testigo de cómo estas gigantes marinas recorren enormes distancias en busca de alimento: "Viajan a alimentarse. Aquí, en la Antártida, se concentran en capturar los nutrientes que necesitan antes de migrar hacia zonas más cálidas como Perú, Ecuador, Panamá y Colombia, donde se reproducen. Lo que hacen aquí es vital para su ciclo de vida, y demuestra la conexión entre estas dos regiones tan distantes".Contaminación en la AntártidaLa Antártida, a pesar de su aislamiento, no está libre de los problemas que aquejan al resto del planeta. Las investigaciones sobre la contaminación por microplásticos y mercurio son cruciales. Paulo Tigreros, investigador de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, explica la gravedad del problema: "El microplástico se produce cuando los plásticos se degradan en pequeñas partículas que afectan los procesos biológicos de los organismos. Estos plásticos no son de nuestra generación; son de generaciones pasadas, hace 100 o 500 años. Al afectar a los organismos, estamos afectando todo el ecosistema".El mercurio, por otro lado, es un contaminante que ingresa en los océanos desde la atmósfera, producto de la actividad minera. "El mercurio se precipita al océano, es absorbido por pequeños organismos y, eventualmente, se acumula en los depredadores más grandes, como las ballenas jorobadas. Estos animales actúan como indicadores de la salud de los océanos", señala Diego Mójica, investigador de la Fundación Malpelo.¿Cómo afecta el cambio climático a la Antártida?Además del impacto humano, la Antártida también es testigo del cambio climático en su forma más cruda. Miguel Ángel de Pablo, geólogo antártico de la Base Juan Carlos I de España, reflexiona sobre cómo la atmósfera está afectando al continente: "El aumento de la temperatura está descongelando el hielo subterráneo de manera pausada, pero constante. Este fenómeno es un reflejo de cómo nuestras sociedades consumen recursos de manera insostenible. Tenemos que replantearnos qué podemos hacer como sociedad a largo plazo".Las investigaciones científicas en la Antártida no son solo un ejercicio académico. Están en el corazón de los esfuerzos globales por comprender y mitigar los efectos del cambio climático, que no solo afectan a los polos, sino también a regiones tan distantes como Colombia. Como afirma el suboficial Edward Echavarría, investigador de la Dirección General Marítima: "Con el proyecto de oceanografía, buscamos caracterizar los parámetros más importantes en la columna de agua, como el oxígeno, y cómo estos cambios afectan los ecosistemas globales".El futuro de la Antártida, y con ella el del planeta, depende de lo que los científicos descubran en estas gélidas tierras. La expedición colombiana sigue su curso, navegando en busca de respuestas, mientras los ecosistemas del mundo aguardan las consecuencias de lo que ocurra en el continente blanco.>>> Le puede interesar: Proyectos de energías limpias: más allá de paneles solares o plantas eólicas
Bajo las aguas transparentes del Caribe colombiano, en los alrededores del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, se extiende uno de los tesoros más valiosos del país: la tercera barrera coralina más grande del mundo, un ecosistema que alberga más de 2.300 especies marinas. Sin embargo, este paraíso subacuático enfrenta amenazas sin precedentes, y la carrera por salvarlo es más urgente que nunca.Contaminación del aire, mayor riesgo ambiental para salud humana: ¿qué estamos respirando?"Estamos hablando de un ecosistema único, no solo por su tamaño, sino por la diversidad que alberga", asegura Bruce Hoyos, biólogo de la Fundación BlueIndigo, una organización que desde hace una década trabaja en la protección de los arrecifes coralinos en la región. "Los corales no son solo organismos bellos, son el sostén de la vida marina en esta parte del Caribe".¿Cuánto mide la barrera coralina en San Andrés?La barrera coralina del Caribe colombiano, que se extiende por más de 180 mil kilómetros cuadrados, ha sido reconocida por su biodiversidad. Según un informe reciente de la autoridad ambiental Coralina, "en el área de San Andrés y Providencia se concentran algunas de las mayores coberturas coralinas del país, con un porcentaje que supera el 70% en algunos puntos, lo cual es excepcional". Sin embargo, ese mismo informe advierte sobre la rápida degradación que los arrecifes han sufrido en los últimos años.El fenómeno del blanqueamiento coralino ha sido uno de los principales destructores de los arrecifes en todo el mundo, y Colombia no ha sido la excepción. "El blanqueamiento coralino es como si el arrecife estuviera enfermo y su síntoma principal es la pérdida de color", explica Nacor Bolaños, coordinador de áreas protegidas de Coralina. "Los corales son animales que dependen de unas algas simbióticas llamadas zooxantelas, que les proporcionan energía a través de la fotosíntesis. Cuando el coral se estresa por el aumento de la temperatura del agua, expulsa a estas algas, lo que provoca que pierda su color y, en última instancia, muera si el estrés persiste"."No había vida, solo esqueleto"En 2021, Colombia experimentó uno de los eventos de blanqueamiento más severos de su historia reciente. Bruce Hoyos recuerda la magnitud del daño: "Vimos grandes extensiones de la barrera completamente blancas. No había vida, solo esqueleto. Fue devastador. Y lo peor es que no fue solo en Colombia, fue a nivel mundial".A este problema se suma una amenaza emergente que está causando estragos en el Caribe: la enfermedad de pérdida de tejido de coral.¿Qué es la enfermedad de pérdida de tejido de coral?"Es una enfermedad relativamente nueva que empezó a afectar a los corales en esta región hace apenas unos años. Lo que hace es literalmente comerse el tejido vivo del coral, dejándolo como un cascarón vacío", describe Elvira Alvarado, bióloga marina con más de 20 años de experiencia en el estudio de los corales del Caribe. "Los científicos aún no tienen claro cómo se transmite, pero lo que sabemos es que se propaga rápido y puede destruir una colonia entera en cuestión de semanas".A pesar de las sombrías perspectivas, no todo está perdido. Diversas organizaciones están trabajando incansablemente para restaurar y proteger lo que queda de los arrecifes coralinos en Colombia. Una de las técnicas más prometedoras es la reproducción asistida de corales en laboratorio."Recolectamos los fragmentos de coral que se desprenden naturalmente durante tormentas o por la acción de las olas, y los llevamos a nuestras instalaciones para hacer un proceso de microfragmentación", explica Bruce Hoyos. "El objetivo es cultivar estos fragmentos en condiciones controladas hasta que sean lo suficientemente grandes como para volver a ser trasplantados al arrecife".El proceso es meticuloso y requiere tiempo y paciencia. "En un año, podemos lograr que un fragmento de coral crezca entre 3 y 5 veces su tamaño original, pero el trabajo real comienza cuando los trasplantamos. Ahí es cuando tienen que enfrentarse nuevamente a las condiciones naturales y a las amenazas que hemos estado describiendo", agrega Hoyos.Además de la microfragmentación, BlueIndigo también está experimentando con técnicas de fecundación in vitro de corales, aprovechando los eventos de desove masivo que ocurren una vez al año en los arrecifes del Caribe."El desove de corales es uno de los eventos más espectaculares de la naturaleza", comenta Hoyos. "Durante unas pocas noches, todos los corales de una misma especie liberan millones de gametos al agua, sincronizadamente. Nosotros recolectamos esos gametos y los llevamos al laboratorio para fecundarlos y luego cultivar las larvas que se desarrollen".A pesar de estos esfuerzos, la situación sigue siendo crítica. Los arrecifes de coral, que cubren menos del 1% del lecho marino, son responsables de albergar aproximadamente el 25% de toda la vida marina del planeta. La pérdida de estos ecosistemas no solo significaría una catástrofe ecológica, sino también económica y social.¿Para qué sirven los arrecifes de coral?“Los arrecifes de coral actúan como barreras naturales contra la erosión y las tormentas. Si desaparecen, muchas de las islas del Caribe estarán en grave peligro", advierte Elvira Alvarado. "Además, miles de personas dependen directamente de los corales para su sustento, ya sea a través del turismo, la pesca o incluso la investigación científica".Sin embargo, salvar los corales no es una tarea que pueda llevarse a cabo únicamente desde la ciencia. Según Nacor Bolaños, "necesitamos que la sociedad en su conjunto se involucre. Es crucial reducir nuestras emisiones de carbono para frenar el cambio climático, que es la principal causa del blanqueamiento coralino. Pero también tenemos que educar a la población sobre la importancia de no contaminar los océanos, de no tocar los corales cuando hacemos buceo y de apoyar iniciativas de conservación".En este sentido, la comunidad internacional ha comenzado a prestar más atención a la crisis coralina. Durante la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada en Lisboa, se discutió la creación de un fondo global para la restauración de arrecifes coralinos, una medida que, de implementarse, podría proporcionar los recursos necesarios para intensificar los esfuerzos de conservación."Aún hay esperanza" para salvar los arrecifes de coral"Nos estamos quedando sin tiempo", concluye Hoyos. "Cada año que pasa, perdemos más y más corales. Pero aún hay esperanza. Si actuamos ahora, podemos darle una oportunidad a los arrecifes de recuperarse y, con ellos, a toda la vida marina que depende de ellos".>> Proyectos de energías limpias: más allá de paneles solares o plantas eólicas
Colombia es un imán del ecoturismo y eso tiene muchas explicaciones. Una de ellas es que el 10% de la biodiversidad del planeta está en territorio colombiano; hay sabanas, llanuras, selvas, montañas, páramos, nevados, desiertos, playas, ríos y con ellos miles de especies. Y en aves, el territorio nacional es uno de los países con mayor riqueza en el mundo.>>> También puede leer: Caño Cristales, el río de los siete colores que solo recibe turistas seis meses al añoPor los cielos de Colombia vuelan 1.968 especies registradas de aves, un verdadero placer para los observadores. El Valle del Cauca es quizá uno de los paraísos de la ornitología.Colombia, un país rico en avesColombia es uno de los países con más aves en el mundo, registrando 1.968 especies, 83 de ellas endémicas, es decir, únicamente presentes en el territorio colombiano, de las cuales 989 que representan más del 50% de las aves del país se encuentran en el Valle del Cauca y 562 de ellas están en Cali.“El Valle del Cauca es el centro del Chocó biogeográfico. Es una zona única en todo el planeta tierra, hay más biodiversidad por especie que en muchas partes del planeta; eso significa que tenemos animales, flora única endémica que nos hace literalmente únicos en todo el planeta tierra”, sostuvo Mauricio José Mira, director del Dagma.Marco Antonio Suárez, director de CVC, aseguró que “el Valle del Cauca alberga entre el 40 y el 50% de toda la fauna y flora de nuestro territorio nacional y si tenemos en cuenta que solo el 1.9% de la superficie de Colombia, el Valle del Cauca es un tesoro de biodiversidad. Es un departamento que tiene ocho biomas, 35 ecosistemas y es nada más y nada menos que el departamento con más aves de todo Colombia”.Enmarcado entre las cordilleras Occidental y Central, el Valle del Cauca tiene cuatro de los cinco pisos térmicos de nuestro país, desde el cálido hasta el páramo para que las dueñas de los cielos escojan.“Tenemos ecosistemas marinos que van desde la zona marino-costera hasta los páramos. Tenemos una diversidad de ecosistemas, pasando por los humedales, bosques secos, bosques andinos y bosques subandinos. Entonces, eso brinda al mismo tiempo una diversidad de hábitats para las diferentes especies de aves”, acotó María Isabel Salazar, bióloga de CVC.Pero es el bosque de niebla uno de los ecosistemas predominantes en las zonas montañosas y el predilecto para los centenares de aves que habitan este valle: el carpintero de lita, gallito de las rocas, torito cabecirrojo, tangara y barranquero son solo algunos de los más destacados y representativos del departamento.Puede conocer más sobre las aves que habitan en Colombia, aquí. >>> También puede leer: Contaminación del aire, mayor riesgo ambiental para salud humana: ¿qué estamos respirando?
A menos de un mes de la COP16, que se realizará en Cali del 21 de octubre al 1 de noviembre de 2024, Noticias Caracol en vivo sigue con el Proyecto es Colombia. En esta ocasión, se aborda la contaminación del aire, el mayor riesgo ambiental para la salud humana.>>>Los bosques de Colombia: la Amazonía, lo que debemos protegerLa calidad del aire es responsable de 13 muertes prematuras cada minuto en el mundo. ¿Qué estamos respirando? El hecho de que no lo veamos no significa que no sea una amenaza mayor.La Organización Mundial de la Salud advierte que miles de millones de personas siguen respirando aire insalubre por niveles muy altos, entre otros, de materia particulada fina procedente principalmente de la emisión de los vehículos motorizados.Por eso, no debe seguir pasándose por alto un tema que, literalmente, no da respiro. Debe convertirse en una prioridad tanto para los ciudadanos como para los gobernantes.¿Qué aire estamos respirando?Un adulto respira entre 12 y 20 veces por minuto, es decir, mínimo 17.280 veces al día. Eso equivale a 17.280 dosis de oxígeno, nitrógeno, dióxido de azufre, de nitrógeno, un óxido de carbono, partículas sólidas muy pequeñas, entre otros.Se trata de una mezcla invisible en la que hay sustancias que nos mantienen vivos, pero también otras que poco a poco nos envenena.“Estamos respirando más de 3.000, 4.000 litros por día de aire que tiene mala calidad o que tiene una calidad que no es la mejor”, afirmó Carlos Torres Duque, de la Fundación Neumológica Colombiana.Laura Andrea Rodríguez, PHD en Epidemiología, complementó que esa aire de mala calidad “no lo vemos, entonces es como un enemigo invisible”.“Todo lo que penetra por las vías respiratorias es como si nos pusieran una inyección en la vena”, anotó, entretanto, Luis Jorge Hernández, médico epidemiólogo y salubrista de la Universidad de los Andes.Invisible, silencioso, por eso poco pensamos en el aire, pero inevitablemente lo respiramos.Según la Organización Mundial de la Salud, casi toda la población del planeta respira un aire insalubre.“Cuando tienes más de 7 millones de muertes prematuras al año asociadas a la contaminación del aire, estoy segura de que todos estamos de acuerdo en que esto es un grave problema de salud pública”, aseguró María Neira, directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS.Y agregó que, actualmente, nueve de cada diez personas en el mundo, en particular aquellos que viven en las ciudades, están respirando un aire que supera los límites de calidad”.De 2018 a 2023, Colombia mantuvo un histórico de contaminación dos a cinco veces superior a las directrices de la OMS, lo cual ubicó al país en el puesto 75 de 134 en la clasificación de naciones y regiones con mayor contaminación.>>>Proyectos de energías limpias: más allá de paneles solares o plantas eólicas
La transición a energías limpias es el gran reto del mundo entero: pasar de los combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, al uso de fuentes como el sol y el viento.Según datos del Ministerio de Minas, Colombia llegó a los dos gigavatios de energía renovable en el sistema interconectado nacional; es decir, el 10% de todo el servicio del país es aportado por energía solar. “Eso en equivalencias significa atender una población como del tamaño de Medellín y bueno, vamos creciendo”, explica la presidente de la Asociación Colombiana de Energías Renovables, Alexandra Hernández, en Noticias Caracol en vivo.La transición energética es un concepto que va más allá de instalar paneles solares o plantas eólicas, supone un cambio en la matriz energética y también en la demanda del consumo de combustibles fósiles. El medio ambiente es un beneficiado, pero quienes más lo celebran son las zonas no interconectadas. Tal es el caso de Cumaribo, en Vichada, el territorio más extenso de la nación y en donde hasta hace solo 3 meses tienen energía 24/7, todo gracias a una estrategia impulsada por el Gobierno nacional que alimenta la política de transición energética.Andrés Camacho, ministro de Minas y Energía, dice que “le acuñamos un término de transición energética justa, ¿qué quiere decir esa justicia? Que tiene que incluir a los territorios, tiene que incluir a las comunidades, y en un país como Colombia, implica superar desigualdades, implica luchar contra la pobreza energética que existe en nuestro país”.En Colombia, el 52% del territorio es zona no interconectada. En otras palabras, más de un millón de familias no cuentan con el servicio de energía y otra cantidad importante solo lo tiene unas horas al día y, principalmente, con el uso de combustibles fósiles como el diésel.Una de las misiones de las energías limpias es poder llevar soluciones a esas poblaciones y el encargado de hacerlo es el Ipse -Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las zonas no interconectadas-.La estrategia es masificar el uso de la energía renovable y “lo que ha permitido dar ese salto tan importante de reemplazar el diésel por energías no convencionales de energía renovable ha sido la energía solar fotovoltaica, que tiene una ventaja muy importante y es su facilidad, su practicidad”, explica Danny Fernando Ramírez, gerente de Ipse.En el caso de Cumaribo, por ejemplo, se requerían aproximadamente 60 galones de diésel por hora para generar la energía del municipio en una hora pico. Ahora, con el sistema híbrido, ese consumo es de 20 galones en promedio, una tercera parte. El mayor porcentaje del servicio se produce hoy a través de 3.094 paneles solares.Son “350 hogares (los que) gozan del beneficio del sistema solar fotovoltaico”, describe Ronald Mendivelzo, supervisor del parque solar.El parque solar, en una hora pico de intensidad de luz, genera 1.400 vatios hora y el consumo del municipio, con 90 mil habitantes, es de 600 kilovatios hora. Es decir que los paneles generan el doble de energía que requiere el casco urbano de Cumaribo.Los resguardos indígenas no se quedaron sin beneficios. Mendivelzo indica que “se instalaron 1.068 sistemas solares fotovoltaicos individuales para aquellos resguardos, aquellas comunidades, que no gozaban del beneficio energético”.“Nos ha fortalecido bastante en la educación superior, como es ingresar a la universidad a distancia virtual, entonces como comunidad nos ha fortalecido bastante”, cuenta Ruth.Durante 2024, en Colombia han entrado en operación 29 parques solares.Proyectos de energías limpias tardan en entrar en operación“Proyectos de pequeña y mediana escala se están tardando entre 3 y 6 años en entrar en operación, cuando realmente su tiempo de construcción es alrededor de 12 a 18 meses”, dice Alexandra Hernández.“Si nosotros lográramos que los trámites, los permisos, se demorarán lo que la regulación dice que deben tardar, el tiempo de entrada de los proyectos se reduciría a la mitad, a la vuelta de 2 años podríamos tener toda la entrada en operación de todo ese portafolio de proyectos de energía renovables tan importante que tenemos por parte de la inversión privada para venir a Colombia”, asegura.El ministro de Minas explica por qué se da esta situación: “Una Corporación Autónoma Regional, encargada del licenciamiento, tiene apenas 5 funcionarios, y de esos 5 funcionarios no todos están capacitados para estudiar lo que hoy significan estos proyectos. Entonces hemos venido dando pasos para mejorar la institucionalidad, que esté en condiciones de cumplir el propósito de la transición”.Energías limpias en la movilidadUno de los principales retos de las ciudades modernas gira en torno a la movilidad. En Colombia hay más de 7 millones de vehículos y 11 millones de motocicletas, pero menos del 1% del parque automotor en el país es sostenible. Eso significa que la mayoría circula por las calles, e incluso por vías fluviales, con gasolina, lo que genera un impacto negativo en las condiciones del medio ambiente.Fernando Páez Mendieta, de la fundación Wri Colombia y que representa al Instituto de Recursos Mundiales en el país, explica que “la movilidad en general es un problema en las grandes ciudades a nivel global. (…) Hoy, en Colombia, más o menos el 82% de la población vive en centros urbanos, entonces ahí es donde empieza a surgir ese problema de la movilidad”.La movilidad sostenible no solo se remite a las capitales y a los vehículos eléctricos. Desde Magangué, en Bolívar, un proyecto que ya está en ejecución promete impactar positivamente el transporte fluvial. Hace tres años, 125 embarcaciones que funcionaban con motor diésel altamente contaminante hoy lo hacen a gas.Sin embargo, uno de los principales retos que tienen las ciudades costeras como Magangué está en materia de movilidad sostenible, porque se estima que casi el 80% de los vehículos son motocicletas.La situación es nacional. En Colombia circulan 11 millones de motos, de las cuales menos del 1% son sostenibles, eléctricas o amigables con el planeta.Las ciudades más sostenibles del país en materia de movilidad en su orden son: Bogotá, Cali, Medellín, Funza y Envigado.
Adentrarse en la Amazonía es confrontar el poder del conocimiento ancestral y la experiencia vital de sus 93 pueblos indígenas, que representan la mayor riqueza de esta región, tan explorada y tan explotada al mismo tiempo. William Yucuna, autoridad indígena tradicional, explicó en Noticias Caracol en vivo que “el objetivo principal nuestro es seguir cuidando la vida, curando la vida, protegiendo y conservando. Cuando hablamos de vida, decimos todo lo que tiene vida, toda la naturaleza”.>>> Le recomendamos leer: Nace en el Amazonas el primer potrillo clonado de un caballo peruano de pasoDesde hace siglos, la Amazonía ha sido el hogar de millones de personas que han desarrollado métodos para cultivar y vivir en armonía con la tierra. “Hoy nosotros estamos haciendo el esfuerzo para seguir fortaleciendo el conocimiento que existe en este momento. Ya no podemos hablar de retroceder porque para nosotros, los pueblos indígenas, lo que se perdió, ya no se puede recuperar, porque no está escrito. Cuando muere un abuelo, lo que no aprendieron sus hijos, sus nietos, se pierde. Entonces, va bajando este conocimiento”, subrayó Yucuna.Las mujeres Chagras: “Es muy importante la madre tierra porque nos da vida” Las mujeres chagras son un actor fundamental en la bioeconomía de la Amazonía colombiana. A través de sistemas organizados y productivos, son ellas las que hacen posible que las cosas pasen para la comunidad.María Ivanechi Attama, líder indígena Ocaina, contó que “nosotras, como mujeres indígenas, siempre mantenemos la tradición, la cultura y el conocimiento de nuestros abuelos. La chagra es la vida de nosotros. De allí sale el sustento de la alimentación para nuestros hijos y el mundo. Sembramos, cuidamos y damos la cosecha, y la producción. Sembramos yuca, plátano, ñame, piña, caña y manejamos plantas medicinales. Parte de la sabiduría ancestral de la comunidad indígena. Son varios grupos étnicos de diferentes pueblos. Alrededor de 65 mujeres trabajamos aquí en la chagra y la producción artesanal. Para nosotros es muy importante la madre tierra porque nos da vida, la selva, la naturaleza”.El 47% de esta selva está siendo amenazada por el cambio climático y la deforestación. Enemigos cada vez más agresivos arrasan recursos naturales, vidas y medios de subsistencia de sus más de un millón 320 mil habitantes.El pescador Juan Montero lamentó que en el pasado “teníamos más agua, más ríos, más peces, había mucho más. Todo lo que sembrábamos germinaba más rápido. Era más fértil la tierra. Hoy en día, el cambio del clima, tanto sol, la temperatura, afecta ríos, lagos y nuestra siembra”.Diversidad de los ecosistemasEl equipo del Proyecto es Colombia navegó el río Amazonas, el segundo río más largo y caudaloso del planeta, después del Nilo, con alrededor de 6.400 mil kilómetros de longitud. En su cuenca, este sistema alberga cerca de 3 mil 700 especies.Juan David Bogotá, investigador del Sinchi, dijo: “Aquí encontramos especies de origen marino que hace mucho tiempo migraron. Especies que ofrecen servicios a las comunidades en forma de comida, única fuente de proteína animal. Peces comercializados como ornamentales. Diversidad asociada a la diversidad de ecosistemas”.Pero es inevitable no detenerse en los efectos de la deforestación, que pone en peligro estos ecosistemas y comunidades. A 2023, más de 44 mil 200 hectáreas fueron deforestadas en este territorio.“En una sola quebrada puede haber más de 200 especies. En comparativo, esto equivale a más de lo que tiene toda Europa. En la Amazonía, comúnmente consumen especies pequeñas y todas dependen del bosque”, precisó Bogotá.El 66,7% de los bosques que tiene Colombia están en esta región. Son el hogar de especies de flora y fauna que, hace una década, nos ubicaban como el segundo país con mayor número de especies de aves, mamíferos, reptiles, insectos y plantas nativas.Mariela Osorno, bióloga del Sinchi, indicó que “hay especies que están amenazadas a nivel mundial, otras a nivel nacional. Pero cuando llegas a la micro amenaza, a entender qué es lo que le pasa a una especie en este territorio, los primeros y más adecuados para decirlo, son aquellas comunidades que usan el recurso”.Es absolutamente necesario entender que la región amazónica no es una región vacía, es una región donde hay unos habitantes, indígenas, campesinos, con saberes enormes, y la mejor estrategia de conservación es trabajar de la mano”.El bioma amazónico es el más grande e influyente del planeta. Aquí, las comunidades lo saben y, por eso, afianzan cada día su compromiso por mantenerlo en pie.Luz Marina Mantilla, directora del Sinchi, recalcó que “sin biodiversidad y sin Amazonía, no tenemos ninguna probabilidad de sobrevivir. La Amazonia es cuestión de humanidad.Bañarse de este territorio es sumergirse en esa Colombia biodiversa, con una amplia variedad de especies de flora y fauna que hoy es lo que más debemos proteger en esta región.>>> Le puede interesar: Fran Cuéllar, tiktoker español, fue víctima de robo por monos en el Amazonas colombiano