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La temporada de vacaciones de fin de año trae consigo uno de los planes favoritos de muchas familias en Colombia: disfrutar de un día de sol y agua en una piscina pública. Sin embargo, detrás de la aparente diversión se esconden peligros por la falta de un mantenimiento adecuado. Más allá de los riesgos de ahogamiento, la deficiencia en la limpieza y desinfección de estas instalaciones expone a los turistas a microorganismos patógenos que pueden causar desde infecciones leves hasta enfermedades graves para la salud.
En Colombia, las autoridades y expertos han alertado sobre la presencia de bacterias y hongos agresivos en aguas de piscinas que no son tratadas correctamente. La tragedia más dolorosa es la de quienes, confiando en la seguridad de estos lugares, contraen una infección que cambia sus vidas para siempre. Séptimo Día conoció dolorosos testimonios al respecto.
La historia de Javier Acosta, un hincha de Millonarios que en 2019 disfrutó de un viaje de fin de semana en Melgar, Tolima, es un ejemplo del riesgo de la contaminación oculta. Javier, quien se encontraba en silla de ruedas tras un accidente anterior, adquirió una infección grave en una piscina de un centro vacacional. Según el testimonio de sus familiares, adquirió esa bacteria en dicho paseo.
El incidente comenzó con un raspón mínimo, del tamaño de una lenteja, causado por el borde de piedritas de granito de la piscina mientras salía del agua. Dado que Javier no tenía sensibilidad en el glúteo donde ocurrió la lesión, no sintió la gravedad inmediata. Sin embargo, al regresar a Bogotá, su salud se deterioró rápidamente.
Su hermana, Geraldine Acosta, relató el inicio del calvario: después de ese viaje, Javier comenzó a sentir un olor fétido y al revisar su piel notaron que la herida estaba drenando una secreción. A los días, la herida creció de manera alarmante. Su madre señaló que: "¡Oh sorpresa! A los tres días parecía un edificio así y ya empezó a llenarse como de materia y le empezó a dar fiebre, ahí fue cuando empezó el karma de mi hijo con las escaras a raíz de ese raspón en esa piscina", contó sobre cómo empezó el padecimiento de su hijo que se prolongó por cinco años.
La herida, que había empezado como un simple raspón del tamaño de una lenteja, se convirtió en una lesión abierta y permanente en la que cabía completamente el dedo de su hermana.
Tras años de sufrimiento y deterioro de su salud, la familia de Javier descubrió la causa de la infección en esa piscina: el hongo Candida auris. Amalia Avendaño, decana del programa de ingeniería ambiental de la Escuela Colombiana de Ingeniería y experta en el tema, explica que la Candida auris es "un hogo que es demasiado agresivo" y puede causar múltiples infecciones, generalmente todas graves. Este hongo, que permaneció en el cuerpo de Javier de manera silenciosa, creció y se propagó por todo su cuerpo. La experta enfatiza que, debido a la gravedad de las enfermedades generadas por estos organismos patógenos, "esto puede ser mortal".
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De hecho, existe evidencia que confirma la presencia de la levadura Candida auris en aguas de piscinas, convirtiendo a Javier Acosta en una de sus víctimas. Las consecuencias en su cuerpo fueron tan irreversibles que el hombre, de 36 años y amante del fútbol, tomó la difícil decisión de pedir la eutanasia, debido al insoportable dolor que padecía.
El caso de Javier Acosta no es un incidente aislado, sino una señal de alarma sobre la calidad del agua en los centros recreacionales del país.
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Además del hongo Candida auris, la falta de mantenimiento adecuado expone a los bañistas a otras amenazas. La ingeniera química Alexandra Vázquez señaló que hay personas que han denunciado haber sufrido zarpullidos en la piel, infecciones respiratorias y enfermedades gastrointestinales. Esto ocurre por la presencia de microorganismos como la E. coli dentro del agua.
Otro peligro latente en las piscinas son las bacterias que provienen de la contaminación fecal. Expertos indican que entre las bacterias que se pueden encontrar están los coliformes totales y fecales. La presencia de estas bacterias significa que, si no se realiza una desinfección y limpieza adecuada del vaso de la piscina y de todas las áreas, es posible que un bañista esté nadando con bacterias de heces fecales de otra persona.
El problema de la falta de cumplimiento de la ley no solo se evidencia en la ausencia de salvavidas, sino también en el vacío legal respecto a la calidad del agua. El senador Gustavo Moreno, impulsor de modificaciones a la ley, señala que los bañistas se ven obligados a actuar a ciegas, pues el agua puede parecer transparente sin que se sepa si está contaminada de parásitos y de bacterias.
Las historias dramáticas conocidas dejan en evidencia la falta de controles y la urgencia de garantizar que, además de tener el personal de salvamento suficiente (no inferior a una persona por cada piscina, según la ley), se brinden los requisitos mínimos de mantenimiento para garantizar la salubridad del agua y la seguridad de los bañistas.
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*Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Séptimo Día.