Foto: cortesía Renunciamos y viajamos
Gran porcentaje de las personas son amantes de los viajes y esperan con ansias sus vacaciones para visitar un nuevo destino. Lina y Andrés hicieron parte de este grupo hasta hace un par de años cuando, sin dudarlo, decidieron renunciar a sus trabajos y emprender un sueño: recorrer América hasta llegar a Alaska.
"Estábamos seguros que lo que queríamos hacer era lanzarnos a la aventura. Es como un salto al vacío. Uno sabe que se quiere ir, pero ni siquiera sabe para dónde va, ni con quién, ni qué le espera. Eso es un componente que en alguna gente puede ser un factor de riesgo, pero para nosotros es muy emocionante vivir de esa forma, sin saber lo que le espera, pero con la certeza de que algo buenísimo va a pasar", cuenta Andrés.
Lina Marcela Ruiz nació hace 30 años. Andrés Álvarez hace 32. Los dos son de Palmira. Se conocieron, se enamoraron y desde hace 15 años son pareja. Ella, administradora de empresas y amante del 'roller derby'. Él, comunicador social, apasionado por el rock e hincha foribundo de América de Cali. Ambos de la Universidad del Valle. Ambos con una misma pasión: la fotografía.
Ella trabajaba en una planta de lácteos como coordinadora logística. Él era videógrafo y periodista de un periódico regional. Andrés renunció en septiembre de 2013. Lina lo hizo en abril de 2014.
Relatan que son polos opuestos. "Andrés es el que siempre quiere cosas extremas y yo soy más aterrizadita". A pesar de eso, señalan, tienen muchas cosas en común. Crecieron juntos, desarrollaron pasiones juntos, tienen muy buenos amigos en común y "sobre todo mucho amor para aguantar tanto tiempo".
Pero, ¿por qué dejarlo todo y viajar? Para sus vacaciones en 2009, la pareja vallecaucana optó por hacer un viaje mochilero "exprés" por tierra y salieron de Cali rumbo a Buenos Aires. Recorrieron Ecuador, Perú, Bolivia, hasta que, en buses o a dedo, lograron llegar a la capital argentina. "Conocimos muchas cosas y ahí nos antojamos mucho de viajar", expresan.
Dicen que después de esto realizaron más viajes como mochileros por Suramérica. Igualmente, abrieron la puerta de su casa a más viajeros. Les ofrecían cuarto, cama, comida, internet, sin pedir nada a cambio, solo con la intención de ayudarles. Así, empezaron a intercambiar historias, así quedaron fascinados con su forma de vivir. ¿Por qué no seguir el mismo estilo de vida ellos?, pensaron.