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De nuevo las protestas propalestinas y en contra de la participación del equipo de Israel lograron neutralizar una etapa de la Vuelta a España. Después del episodio de Bilbao, la decimosexta, que debía cubrir el recorrido entre Poio y Mos/Castro de Herville, adelantó la meta 8 km por los altercados que se estaban produciendo en algunos tramos. En medio del caos y con la carrera ya mutilada, el colombiano Egan Bernal se apuntó la etapa al esprint por delante del español Mikel Landa, con quien iba escapado. Sobre la marcha, y en vistas del ambiente agitado, la organización volvió a lanzar un comunicado que ya va siendo habitual.
"Debido a una protesta que está bloqueando la carrera, el ganador de etapa y los tiempos para la clasificación general se decidirán a 8 kilómetros para la línea de meta", resonaba el mensaje de la Vuelta.
Bernal y Landa se convirtieron en los protagonistas de la mutilada etapa. La mejor parte fue para el doble campeón de Colombia, ruta y contrarreloj, todo un ganador de Tour de Francia y Giro de Italia, quien estrenó su palmarés en la Vuelta como vencedor de la decimosexta etapa, la esperada "clásica gallega".
La victoria de Bernal, la número 22 en su palmarés, no tuvo la brillantez que merecía el colombiano, un hombre que volvió a nacer en 2022 tras sufrir un accidente gravísimo en su país, del que sobrevivió de manera milagrosa. Mikel Landa, su compañero de viaje, se quedó con las ganas. El español, al menos, despertó el "landismo" y demostró una gran evolución en su objetivo de preparar el Mundial.
Mientras Bernal y Landa se jugaban esta atípica victoria, el pelotón rodaba ajeno a lo que sucedía por delante. Los hombres de la general ya habían renunciado a la etapa y se preparaban para el asalto al Alto de Castro Herville. Tras escuchar el anuncio de la organización, a rodar y llegar de la mano, entre bromas incluso, hasta el punto improvisado de conclusión.
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