Desde hace 15 años Mayerlly Chíquiza dedica la mayor parte del tiempo a sus labores de enfermera con decenas de pacientes. Para muchos, ella es como un ángel de la guarda que los cuida de día y de noche.
Era consciente del riesgo que significaba atender enfermos, pero nunca dejó de hacerlo hasta el 25 de marzo que dio positivo para COVID-19. En ese momento, inició la experiencia más dura de su vida.
“Uno recibe la noticia de que es positivo, y se pregunta cómo, ‘venga, ¿a qué hora’, yo me cuidé’, lo coge a uno por sorpresa cuando uno siente que está bien y no tiene nada”, explica.
Fue en una habitación donde pasó 52 días de aislamiento lejos de su familia. En total le practicaron 5 pruebas.
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Mayerlly describe su experiencia: “a uno no le dan ganas de comer, le duele absolutamente todo el cuerpo, le duelen las articulaciones. Uno va a comer algo y no sabe absolutamente a nada. O estás cocinando y el olfato como que no te funciona”.
Ahora hace un angustioso llamado, no solo como enfermera sino como paciente que logró superar el coronavirus: “por favor quedémonos en las casas, cuidémonos, cuidemos a nuestras familias porque uno sale a la calle y no sabe quién está contagiado y quién no”.
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Según datos del Instituto Nacional de Salud se han reportado 1.055 casos en personal de salud: 724 se han recuperado, 320 están en aislamiento y 11 han fallecido.