El tratamiento, calificado por muchos como peligroso, consiste en coser una tira de plástico duro a la lengua para imposibilitar al paciente comer alimentos sólidos.
Según su creador, el plástico no puede durar más de un mes en la lengua porque se puede correr el riesgo de que se encarne.
Los efectos secundarios van desde la salivación excesiva, hasta dificultad para comer y el habla.